viernes, 1 de julio de 2016

Cesacionismo: La prueba de que los dones carismáticos han cesado

¿Enseña definitivamente la Biblia que los dones carismáticos han cesado? ¿Puede probarse el cesacionismo (el punto de vista de que han acabado)? Algunos dicen que el cesacionismo no se puede probar de manera concluyente a partir de la Escritura.

Sin embargo, nosotros creemos que el cese de los dones de revelación y de las señales en el tiempo de los apóstoles se enseña muy claramente en la Palabra de Dios; de hecho, se enseña tan claramente que el punto de vista opuesto tan sólo ha aparecido en los últimos cien años aproximadamente.

El término cesacionismo proviene de las grandes confesiones de fe del siglo XVII, tales como la Confesión de Westminster o la Confesión Bautista. Ambas usan la misma palabra. Al hablar de cómo Dios reveló Su voluntad y la consignó en las Escrituras, las confesiones dicen: “habiendo ya cesado esas maneras anteriores de Dios por las que revelaba su voluntad a Su pueblo”. Esta palabra, cesar, en realidad no proviene de la Biblia, pero la doctrina sí.

No sólo la revelación se ha completado y ha cesado, sino que también lo han hecho las señales de que todavía se estaba dando la revelación. Aquí presentamos un breve resumen de seis pruebas bíblicas de que los dones de revelación (visiones, palabras de conocimiento, palabras de sabiduría y profecías) han cesado, así como los dones de señales (sanidades y hablar en lenguas).
Dios todavía sana, por supuesto, pero en respuesta a la oración y no a través de las manos de alguien que tenga un don de sanidad.

El controvertido pasaje de 1 Corintios 13:8-10 no se usará en este artículo para probar el final de los dones. Nos referiremos a pasajes que creemos que son concluyentes.

1. No más dones desde los apóstoles

La primera prueba del cesacionismo (el final de los dones de revelación y de señales) es que las sanidades y maravillas sólo podían ser hechas por los apóstoles y eran las señales que autenticaban su apostolado. En 2 Corintios 12:12, Pablo dice: “las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”.

En la iglesia en Corinto, había algunas personas que cuestionaban el apostolado de Pablo. En su defensa, él dirige la atención a su don de sanar y de operar otras señales milagrosas, afirmando que sólo los apóstoles podían hacer tales cosas.
Un apóstol era alguien que había acompañado al Señor, que lo había visto tras su resurrección y había sido comisionado personalmente por él. Había recibido el poder de sanar como testigo especial de la resurrección. También era una persona que mostraría “toda verdad” por el Espíritu Santo (Juan 14:26 y 16:13) y que escribiría o respaldaría Escritura inspirada.

Los creyentes necesitarían saber quiénes eran los verdaderos apóstoles para respetar su autoridad única. Ellos debían conocerlos por sus sanidades y otras señales. La gente que no pertenecía al grupo de los apóstoles (que incluía a dos colaboradores citados por nombre) no podía hacer estas cosas. Si ellos hubieran sido capaces de hacerlo, entonces nadie estaría seguro de quiénes eran los verdaderos apóstoles.

En Hechos 2:43 y 5:12 de nuevo se deja bien claro que todos los milagros fueron hechos “por la mano de los apóstoles”. Estos eran en exclusiva sus señales. Asimismo, en Hebreos 2:3-4 los dones de sanidades están firmemente relacionados con los apóstoles.

Pablo era un apóstol en virtud de haber visto al Señor resucitado y haber sido comisionado directamente por él. Su falta de instrucción directa por Cristo fue suplida por recibir revelaciones especiales y únicas. Él afirma que fue “un abortivo” (1 Corintios 15:8), indicando que él era el único apóstol fuera del grupo original y que, por consiguiente, era el último apóstol (las pretensiones modernas a ser apóstol no coinciden con las calificaciones bíblicas, por lo que son inapropiadas y equivocadas).

Cuando la gente dice que el cesacionismo (el cese de los dones de señales) no se puede probar por la Escritura, se olvida de que el libro de Hechos dice específicamente que las sanidades y demás milagros eran exclusivos a los apóstoles, quienes ya han fallecido.

Cuando las iglesias habían crecido y se habían multiplicado, Pedro fue a Lida y después a Jope, realizando la famosa sanidad de Eneas y la resurrección de Dorcas de los muertos. Comunidades enteras estaban asombradas, porque ninguno de los demás creyentes en estos lugares podía hacer tales cosas.

Cuando un joven cayó desde una ventana en Troas, sólo había una persona presente que podía levantarlo de los muertos, y ese era Pablo. La idea carismática de que las sanidades eran hechas por numerosos cristianos simplemente no se encuentra en el Nuevo Testamento. Sólo vemos a los apóstoles que sanaran, junto con dos ayudantes o delegados apostólicos, Esteban y Felipe, y posiblemente Bernabé.

La única vez fuera de este grupo que se realizó una sanidad fue cuando el Señor dijo a Ananías que sanara a Pablo. No hay otra sanidad aparte de estas en la iglesia primitiva. La idea pentecostal/carismática de que los cristianos normales realizaban constantemente sanidades no se enseña en la Biblia. Por tanto, el relato infalible de la Escritura muestra que todo el enfoque carismático acerca de la sanidad es un error que está basado en un mito. El relato bíblico prueba que las sanidades y las obras poderosas estaban restringidas a una clase de personas que ya han fallecido.

2. El propósito temporal de las lenguas

La segunda prueba de que el cesacionismo (los dones de señales han cesado) se puede probar por las Escrituras es relativo al hablar en lenguas. La Biblia afirma que el hablar en lenguas fue dado por Dios específicamente como una señal para los judíos, señalándoles que había llegado la nueva era del Mesías.

En 1 Corintios 14:21-22, Pablo dice:
“En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a los creyentes”.

En otras palabras, el don de lenguas fue una prueba milagrosa dada a los judíos que se resistían a creer en Cristo de que habían llegado una nueva era y un nuevo orden de iglesia. No era una señal para los judíos que habían creído, sino una señal de promesa y una advertencia a aquellos que no creían. No estaba dirigida a los gentiles, sino a los judíos.

Pablo citó Isaías 28:11, un capítulo en el que Isaías profetiza la venida de Cristo. Como señal a los judíos, Isaías dice que se hablará al pueblo judío por aquellos que tienen “lengua de tartamudos” y “extraña lengua”. Las lenguas gentiles los desafiarían, una experiencia sumamente denigrante para el pueblo judío. Al mismo tiempo, era una señal de que la era mesiánica incorporaría a los gentiles a la iglesia y que el Evangelio sería predicado en otras lenguas.

Esta sería la marca de la nueva era cuando Dios arriase la bandera de la iglesia judía y alzase la bandera de la iglesia judío-gentil de Jesucristo. Los judíos incrédulos, que resistieron a Cristo y se aferraban a las faldas de Moisés, verían que la Palabra de Dios les sería predicada en lenguas bárbaras y gentiles.

Todo esto ocurrió por primera vez en el día de Pentecostés. Los judíos fueron debidamente llamados y advertidos, pero las lenguas no se mencionan fuera de los Hechos de los Apóstoles y 1 Corintios 12-14, mostrando que habían cumplido su propósito de advertir a los judíos de que había llegado la nueva era.

Este anuncio de la era de la iglesia se cumplió mientras vivían los apóstoles, y la señal después les fue quitada. Lo que en la actualidad pasa por ser hablar en lenguas no se hace en presencia de judíos incrédulos y no tiene nada que ver con la señal del Nuevo Testamento. La señal de que la era de la iglesia ha venido ya sirvió para su propósito y entonces está sobrepasada por la realidad.

El Evangelio se predica ahora prácticamente en todos las lenguas del mundo y la señal de que esto iba a ocurrir ya se extinguió. El propósito de las lenguas (según la enseñanza de Pablo) se cumplió, probando así su no continuidad.

3. Las lenguas eran idiomas reales

La tercera prueba del cesacionismo se añade a la segunda, y es esta: que en el día de Pentecostés (y por un tiempo posteriormente) se dio un don de lenguas reales, lo cual no ocurrió más desde entonces. Debería ser obvio para nosotros que las lenguas milagrosas en el libro de Hechos y en 1 Corintios no han ocurrido nunca más desde aquellos días.

El hablar en lenguas de los tiempos modernos nunca es un lenguaje humano conocido, sino sólo una manera de hablar sin sentido e inconexa. No ocurre nada milagroso. En los tiempos del Nuevo Testamento, el que hablaba en lenguas había recibido por el Espíritu la capacidad de hablar una lengua real que nunca había aprendido y la gente que había crecido con ellos estaba asombrada.

El pueblo judío tenía que estar presente (puesto que era una señal específicamente para ellos). En el día de Pentecostés, muchos judíos que vivían en las regiones extranjeras oyeron sus propias lenguas y dieron testimonio de que los que hablaban lo hacían genuinamente. Después de Pentecostés, el Espíritu daría el don milagroso de entendimiento a intérpretes, de manera que se probase la autenticidad de la lengua. Nada de esto ha ocurrido desde los tiempos bíblicos.

En la actualidad, aquellos que defienden el hablar en lenguas señalan a 1 Corintios 13:1, donde Pablo, hablando hipotéticamente, dice que aun si hablase una lengua angélica, pero sin amor, no le sería nada para él. Buscando desesperadamente un texto, los maestros carismáticos toman estas palabras de Pablo como justificación de las lenguas extáticas y no lingüísticas, pero está claro para cualquier persona racional que esto es un grave abuso de este versículo.

Al describir lenguas literales, la Biblia efectivamente nos advierte que estos dones han sido quitados. Simplemente no han vuelto a ocurrir en ningún momento de la historia, en ningún lugar del mundo, desde los días iniciales de la iglesia. Lo que ocurre hoy es que algunas personas (que pueden ser cristianos sinceros), en su deseo de hacer lo que sus líderes insisten que es lo correcto, buscan expresarse fuera de las reglas del lenguaje. Sin embargo, ellos no hablan lenguas reales y ni siquiera entienden lo que están diciendo.

El cesacionismo está claramente enseñando en la Escritura, en virtud del hecho de que la misma precisa descripción de las lenguas reales dadas en la Escritura no puede ser aplicada a nada que haya tenido lugar desde entonces.

Desde los tiempos de la Biblia hemos tenido acontecimientos gloriosos de Reforma y poderosos avivamientos, cuando el Espíritu de Dios ha tenido a bien obrar con un poder excepcional. Sin embargo, no tenemos ningún otro registro de alguien que haya hablado una lengua que no haya antes aprendido. Esta es una prueba cierta de que el don de las lenguas bíblicas ha cesado.

4. No más instrucciones para designar profetas

La cuarta prueba del cesacionismo es esta: en el Nuevo Testamento no hay instrucciones acerca de la designación de apóstoles, profetas, sanadores o algo por el estilo. Esto es un asunto de una tremenda importancia, puesto que Dios ha dado un patrón detallado para la iglesia en el Nuevo Testamento. Es cierto que algunos cristianos no creen que la Biblia provea un modelo para la iglesia, pero la mayor parte de la gente que son bautistas y creyentes bíblicos lo hacen.

El apóstol Pablo nos ordena repetidamente que seamos sumamente imitadores de él en nuestra forma de gobierno y conducta eclesial, y las epístolas pastorales presentan cómo deberíamos comportarnos y funcionar en la iglesia de Dios. Se nos da el patrón preciso para la iglesia de todos los tiempos.

Desobedecemos a Dios si hacemos nombramientos en la iglesia que Él no ha prescrito u ordenado.

Tenemos instrucciones que presentan muy cuidadosamente cómo seleccionar a los ancianos docentes y gobernantes y diáconos, pero no instrucciones acerca del nombramiento de apóstoles (porque ellos no habían de ser perpetuados) o sobre cómo reconocer o acreditar a un profeta (porque los dones de revelación se acabaron cuando se completó la Biblia). Ni tampoco hay instrucciones sobre cómo nombrar sanadores.

Esto no es meramente un argumento a partir del silencio, sino una prueba de que estos oficios y funciones no habían de continuar. Las instrucciones para todos los asuntos de la organización de la iglesia están completas, son detalladas y completamente suficientes para la iglesia hasta que Cristo regrese. Desobedecemos el patrón perfecto de Dios si hacemos nombramientos en la iglesia que él no ha prescrito y ordenado. Desobedecemos la Escritura.

¿Cómo puede decirse que no hay una prueba segura de la Escritura de que los dones hayan cesado, cuando el patrón para la iglesia no da instrucciones para la continuación de portavoces inspirados y hacedores de señales? Esto es una prueba conclusiva del cesacionismo –a no ser que no mantengamos la suficiencia de la Escritura y no creamos que Dios ha dado un patrón para su iglesia.

5. La revelación está ahora completa

La quinta prueba del cesacionismo es que la Biblia enseña claramente que la revelación está ahora completa. No puede haber nueva revelación después del tiempo de los apóstoles. Ya hemos notado que en Juan 14:26 y en Juan 16:13 el Señor Jesús dice dos veces a los discípulos que el Espíritu Santo, cuando venga, los guiará a toda Verdad.

Ellos serían los autores de los libros del Nuevo Testamento y los que autentificaban los libros inspirados del Nuevo Testamento que no provenían de sus plumas. Pronto toda la Verdad sería revelada y después de la era apostólica no habría más revelación de la Escritura. La Palabra sería completa.

¡Qué contentos estamos de esto! ¡En qué estado nos encontraríamos si la gente pudiera aparecer aquí, allá y por todas partes (como hacen en el mundo carismático) dándonos nuevas revelaciones! ¿Quién podría saber lo que es correcto y lo que es verdadero? Pero la Escritura es la regla final para todo, al ser completa y perfecta, suficiente y fidedigna.

Judas pudo hablar de la fe que fue “una vez dada a los santos”. Su epístola fue escrita posiblemente veinticinco años antes del libro final de la Biblia, pero era tiempo suficiente para que las doctrinas principales y las instrucciones de la iglesia hubieran sido reveladas. En esta última etapa de la revelación, él habla de la fe una vez dada, o mejor aún, dada una vez y para siempre. Virtualmente, está completa; pronto (desde el punto de vista de Judas) no habría más revelación.

Los versículos finales de la Biblia advierten que nada ha de añadirse o sustraerse de las palabras del libro del Apocalipsis, pero esto se aplica claramente a toda la Biblia y no sólo al último libro. Sabemos esto porque esta advertencia repite aquella que fue dada por Moisés en el primer libro de la Biblia (los cinco primeros fueron originalmente un libro), a saber, Deuteronomio 4:2: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordene” (palabras repetidas por Moisés en Deuteronomio 12:32).

Que la revelación está completa también se prueba por el hecho de que los apóstoles y profetas son descritos como el fundamento de la iglesia.

En Efesios 2:20 la iglesia está descrita como siendo edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas [es decir, los profetas del Nuevo Testamento], siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. El fundamento es algo completo y estable, mientras que el edificio sigue siendo construido.

¿Y qué decir acerca de la profecía de Joel, citada por Pedro en el día de Pentecostés, que decía que cuando el Espíritu fuera derramado, todos los creyentes –hombre, mujer, ancianos y jóvenes– profetizarán? ¿No implica esto que la profecía continuaría literalmente hasta el regreso del Señor? No, porque nuestro entendimiento de esta profecía debe concordar con la irrefutable enseñanza de la Biblia de que la revelación pronto sería completa y que luego cesaría.
Esta revelación completa (especialmente el Evangelio) será el testimonio de los creyentes de todas las épocas, hombre y mujer, a través de todo el mundo, hasta el fin. Los creyentes continuarán a ver visiones y soñar sueños en el sentido de que abrazan, meditan y proclaman las “visiones y sueños” infalibles que se les da en la Biblia. Ellos no “profetizarán” en el sentido de recibir una nueva revelación. Ellos también soñarán los sueños de los planes y conquistas del Evangelio. En este sentido, la profecía de Joel todavía está siendo cumplida.

Las manifestaciones extraordinarias como las lenguas claramente habían desaparecido en el tiempo en el que Pedro escribió sus dos epístolas, puesto que él no da indicación alguna de que estos rasgos distintivos de los tiempos primitivos estén todavía en acción.

Como la revelación se completó en el tiempo de los apóstoles, vemos que la tarea de los apóstoles y profetas ya ha concluido. Y si los dones de la revelación se han acabado, entonces lo mismo ocurre con las señales que autentificaban a los escritores inspirados. Recordamos cómo Pablo dijo “las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”.

¿Cómo se puede decir que no hay pruebas bíblicas para el cesacionismo cuando la Escritura dice rotundamente que toda la revelación se ha completado al principio de la era de la iglesia, hablando de ella como un fundamento?

6. La Escritura da testimonio del final de los dones

La sexta prueba del cesacionismo es que la Escritura muestra que los dones estaban en proceso de ser retirados en aquel mismo tiempo. Pablo, por ejemplo, quien poseía el poder apostólico para hacer señales y maravillas y milagros, no pudo, más adelante, sanar a Timoteo, o a Trófimo, o a Epafrodito.

También vemos la retirada de los dones de sanidades en Santiago 5, donde Santiago da instrucciones acerca de orar por los enfermos y de cómo los ancianos debían imponer las manos a los que estaban postrados en cama. Es evidente en este pasaje que ya no está más presente allí nadie que tenga el don de sanidades, sólo ancianos que oran.

Se menciona la unción, pero no se usa la palabra griega friccionar con aceite, más bien como remedio para los que tienen úlceras por estar postrados en cama. Santiago, en realidad, está diciendo: “No seáis tan celestiales que no hagáis uso de los medios terrenales, sino tomad algún alivio físico para la persona que sufre”.
Lo que más importa es la oración. Es evidente que en las instrucciones de Santiago no se da ningún mandamiento a alguien que tenga el don de sanidad de que sane o que dé un toque sanador al enfermo. La imposición de manos de los ancianos ordinarios es un acto simbólico, que comunica el amor, el cuidado y la responsabilidad de la iglesia.

El pasaje de Santiago contiene cuatro exhortaciones a orar, y prosigue su enseñanza de que debiéramos decir “si el Señor quiere, viviremos, y haremos esto, o lo otro”. Podemos y debemos orar por sanidad, pero puede ser la voluntad de Dios que el que sufre dé testimonio de la gracia de Dios en la enfermedad.

El punto principal para nosotros en este artículo es que no hay quien tenga un poder personal para sanar en Santiago 5. La sanidad es de Dios en respuesta a la oración. La actitud continua de la iglesia se ve cuando ora por sanidad, recordando que algunos son llamados a vivir como ejemplo de aflicción y de paciencia” (Santiago 5:10).

El hecho de que Santiago no mencione los dones de sanidad muestra inequívocamente que la posesión del poder de sanación fue retirada bien temprano a lo largo de la era apostólica.

¿Podría un lector neutral dar por sentado que los dones de la Biblia fueron para todas las épocas?

Se ha sugerido a veces que si a un nuevo convertido sin experiencia en la vida de iglesia se le encerrara en una habitación con una Biblia, nunca se le ocurriría que los dones carismáticos han cesado. Lo opuesto es verdad. Hay mucha gente (conocemos a algunos) que provienen de otras religiones y se han convertido a Cristo por la lectura en privado de la Biblia, y posteriormente se han integrado en una iglesia. Solamente a partir de la Biblia ellos no recibieron ninguna expectativa de que fueran a tener un escenario de dones carismáticos. Mucho más a menudo –de manera creciente a medida que el tiempo pasa– los creyentes abandonan las iglesias carismáticas al darse cuenta de que lo que ocurre allí no lo encuentran en la Biblia.

Al leer Hechos cuidadosamente, descubren que tan sólo el grupo apostólico sanó y sienten que han sido engañados por la noción carismático-pentecostal de que lo hacía mucha gente.

Algunos se preguntan sobre cuál fue el significado o propósito original de las lenguas, y cuando conocen por parte de Pablo que ellas fueron dadas específicamente para los judíos, entonces de nuevo se sienten engañados por sus maestros.

También sienten que han recibido una enseñanza falsa cuando se ve de manera evidente que las lenguas eran lenguas reales, lo cual es mucho más sobrenatural que el emitir sonidos incomprensibles.

Entonces, tan pronto como estos creyentes aprecian la importancia del patrón de la Escritura acerca de la iglesia, surge en sus mentes la pregunta: “¿Dónde están las instrucciones bíblicas para designar apóstoles, profetas y sanadores en la actualidad?” Ellos no ven instrucción alguna, y entonces se vuelven todavía más críticos con la enseñanza que han recibido.

Es entonces cuando se plantea la cuestión de la autoridad y suficiencia de la Escritura, y piensan: “¿No está la revelación completa? ¿Cómo, pues, pueden las profecías modernas ser válidas e inspiradas?” Se hace evidente que todas las profecías “autoritativas” que han oído son un gran error y un engaño.

Muchos creyentes razonables ven por sí mismos que, para los carismáticos, la Escritura es de importancia secundaria y está subordinada a la imaginación humana y a las experiencias misteriosas.

Finalmente, cuanto más estos amigos estudian la Palabra, tanto más ven la evidencia de que las señales desaparecieron poco tiempo después de su espectacular aparición inicial.

Todo lo anteriormente dicho no significa que el Señor no mueva a su pueblo a recordar deberes o verdades, o que no los inste a hacer algunas cosas, o que no los advierta de peligros inminentes. Estas cosas son indicaciones divinas, pero no revelaciones o dones.

Hay casos registrados en la historia de la iglesia de gente que tiene una indicación de parte de Dios acerca de una persona o de un acontecimiento peligroso, pero estas cosas nunca son revelaciones de doctrina. Encontramos tales cosas en tiempos de severa persecución. Por ejemplo, antes del tiempo de la perestroika en Rusia, oímos de casos muy verídicos en los que siervos de Dios muy importantes fueron liberados de manera maravillosa de ser detenidos porque Dios le dio la impresión a alguien de que no fueran a un lugar en particular. Después se supo que en aquel lugar había una emboscada de la policía de la KGB que los estaba esperando. Sin embargo, nadie de los que recibieron estas indicaciones había recibido un don regular, y ciertamente no recibieron una revelación autoritativa acerca de una verdad doctrinal. Dios puede hacer todo tipo de cosas para liberar y bendecir a su pueblo, pero esto en ninguna manera significa que los dones apostólicos o proféticos reaparezcan de nuevo en las personas.

El daño de la enseñanza carismática

Muchos carismáticos llegan a ver la enorme diferencia entre la Biblia y lo que les han enseñado. A menudo, estas personas que tienen dudas tienen problemas por el hecho de que un gran número de católicos-romanos, que confían en María, la misa y las obras para salvación, también sean capaces de hablar en lenguas y profetizar. Muchos también dan culto exactamente de la misma manera que los carismáticos protestantes.

Los carismáticos que tienen dudas pueden asimismo oír que hay sectas no cristianas que también hablan en lenguas. No necesitas ser un cristiano salvo para hablar en las lenguas del estilo carismático, porque no es un verdadero don del Espíritu.

Hay muchos cristianos sinceros en el movimiento carismático, pero creemos que el intento de hacer revivir los dones de revelación y de señales es un error muy dañino. Podemos ver el daño en la aparición de amplios sectores del movimiento carismático en los que el Evangelio virtualmente ha desaparecido, sepultado bajo extravagancias antibíblicas.

Hay amplios grupos carismáticos que ahora niegan la sustitución penal de Cristo y algunos incluso niegan la Trinidad. (Uno de los predicadores y escritores carismáticos más famosos del mundo niega la doctrina de la Trinidad).

El estilo de música de entretenimiento del mundo domina en las iglesias carismáticas, incluso música del tipo más extremo y profana. La pantomima teatral de los líderes carismáticos ávidos de dinero se puede contemplar a cualquier hora en canales de televisión religiosos y la herejía del evangelio de la prosperidad se encuentra al parecer por todas partes.

Numerosos charlatanes y pícaros han conseguido muchos seguidores, realizando sus supuestas “sanidades” en grandes lugares de reunión en todo el mundo. Incluso las técnicas de música de variedades y de adivinación se presentan como poderes espirituales en iglesias que antiguamente fueron respetadas.

La poderosa corriente que continuamente impulsa al movimiento carismático cada vez más y más lejos de la Biblia evidencia un error grave y fundamental, a saber, la idea de que los dones de revelación y de señales son para todas las épocas. Experimentarlos comporta un doble error: primero, el de rebajar los dones a algo no milagroso (por ejemplo, al convertir lenguas reales en sonidos no lingüísticos); y segundo, el de rebajar la Escritura, que se ha de inclinar ante experiencias imaginarias de sueños, visiones, “palabras del Señor” y revelaciones similares. También está el daño hecho a los cristianos en particular, cuya fe está desviada en gran manera del Señor y su Palabra a los fenómenos y las sensaciones.

Oramos sinceramente para que Dios libre a aquellos que son sus verdaderos hijos del daño creciente de este salvajemente equivocado alejamiento de la Escritura. Es perfectamente posible probar que el cesacionismo es la verdad bíblica.




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Martín Lutero - Castillo Fuerte

Lo relacionamos con las 95 tesis que en 1517 comenzaron una transformación de dimensiones históricas. Lo relacionamos con la traducción que permitió al pueblo alemán leer la Palabra de Dios en su propio idioma. Lo relacionamos con el monje agustino que enfrentó el poder del papado como ningún otro en Europa. Con lo que no se hace justicia es con el aporte que hizo Martín Lutero al pueblo de Dios con sus himnos. Su música se convirtió en una verdadera fuerza para la reforma. La letra de sus himnos le abrió las puertas a muchas de sus enseñanzas en los corazones de los hombres. Ya no era únicamente el coro; ahora toda la congregación, incluyendo a las mujeres, podía cantar a su Señor. Uno de sus opositores llegó a expresar que los himnos de Lutero mataron más almas que sus sermones.

Martín Lutero nació en Eisleben, en Sajonia, en 1483. A los trece años fue a Eisenach a estudiar, y para poder pagar la escuela llegó a cantar en las calles de Eisenach, para lo cual iba de casa en casa ofreciendo sus canciones. Fue así que Ursula Cotta y su esposo, al ver su amor por la música, le invitan a vivir con ellos durante la duración de sus estudios. Ella le enseñó a tocar el laúd y la flauta, lo cual incrementó su pasión por el canto y la música.

Luego pasó a estudiar leyes, y cierto día que caminaba junto a un compañero de estudios, un rayo fulminó a su amigo. En medio de la tormenta, Lutero prometió a Dios servirle si preservaba su vida. Fue así que unas semanas más tarde intró a un monasterio en Erfurt. Pero en lugar de encontrar la paz con Dios, se veía a sí mismo cada vez más miserable y lejos de Dios. Comenzó a estudiar la Biblia diligentemente, llegando a aprender hebreo y griego para leerla en sus idiomas originales. Pasaron diez años desde que comenzó a leer la Biblia hasta que dio los primeros pasos para reformar la iglesia; sólo después de comprender que Dios justifica al impío solamente por medio de la fe en el Señor Jesucristo.

Lutero se opuso a la venta de indulgencias con que el papado quería obtener recursos para sus proyectos en Roma, llegando al punto de clavar sus 95 tesis en las puertas de la iglesia en Wittenberg. Para él, el papa no tenía ninguna autoridad para perdonar pecados, y por lo tanto no debía involucrarse en la venta de indulgencias. Ahí comenzó la gran batalla. No era una lucha entre Lutero y la iglesia católica, sino entre la Palabra de Dios y la tradición.

Fue llamado a dar cuenta de sus escritos ante las autoridades católicas y el Emperador Carlos V en la dieta de Worms. Asistió valientemente, y como buen cristiano permaneció inconmovible del lado de las Escrituras, sin retractarse de las verdades salvadoras que halló en ellas. Durante su regreso a Wittenberg, el Duque de Sajonia lo “secuestró” hasta su Castillo en Wartburg para ponerle lejos del alcance de sus enemigos. Vivió allí por un año; y siendo que él encontró la paz de Dios en las Escrituras, su deseo ahora era que sus compatriotas pudieran hacer lo mismo leyendo la Biblia en su propia lengua, por lo cual se dedicó a su traducción al alemán. Terminó esa labor con la asistencia de Melanchton en 1522.

Tres años después de la Dieta de Worms, Lutero dejó sus hábitos religiosos, y se casó con Catalina von Bora, una monja que había dejado su convento. Continuó su obra de servicio a Dios escribiendo, predicando y guiando al pueblo de Dios. Lo cual pudo hacer en relativa paz en Wittenberg hasta su muerte en 1546.

Una de las cosas que habían estado fuera del alcance del pueblo desde el siglo VI era el cántico congregacional. Para Lutero cada creyente era un sacerdote con pleno acceso a la presencia de Dios, y capaz por ende de ofrecer cánticos y oraciones directamente a su Señor. Procuró poner algunos salmos en un lenguaje que fuera de fácil comprensión para los creyentes cantar. Era una forma de mantener viva la Palabra en el corazón de los hermanos. Lutero llegó a expresar: “El diablo aborrece la música porque no puede soportar la alegría. Satanás puede sonreír, pero no puede reír; puede mostrar una risa de desprecio, pero no puede cantar.”

“A Lutero pertenece el extraordinario mérito de haber dado la Biblia al pueblo alemán en su propio idioma (una obra maestra de traducción), el catecismo y el himnario, de modo que Dios pudiera hablarles directamente en su Palabra, y ellos pudieran responderle directamente con sus canciones” (Philip Schaff).

Su himno mejor conocido es Castillo Fuerte, una paráfrasis del Salmo 46, llamado “la Marsellesa de la Reforma”.

¿Cuánto fue escrito? “Probablemente Martín Lutero lo escribió para el tiempo cuando los líderes evangélicos estaban entregando su protesta contra el ataque hacia sus libertades en la Dieta de Speyer. E incidentalmente, el significado de la palabra protestante se derivó sin dudas de ese encuentro en el que estos líderes entregaron su protesta” (William & Ardythe Petersen, The Complete Book of Hymns, p. 370). Querían mantenerse inconmovibles de la postura de servir a Dios conforme a su Palabra y no conforme a las tradiciones de los hombres, y con tanta oposición, esto sólo podía llevarse a cabo amparados bajo la sombra del Omnipotente.

Recibió muchas amenazas y libró intensas batallas espirituales por la causa de Jesucristo. Y para esto, su amparo no fue ningún otro que el Castillo Fuerte de su Dios.

“El eterno Dios es tu refugio” (Deut. 33:27).

“Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste” (2 Sam. 22:2-3).

“Éstos confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria (Sal. 20:7).

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza” (Sal. 46:1-3).

“La verdad es que el genio de este hombre, con la ayuda de Dios, había forjado una nueva y poderosa arma de la Fe, y las conquistas obtenidas por ella fueron incalculables. Grandes masas de personas, con los himnos y las melodías de Lutero en sus labios, se introdujeron por medio del canto en el creo de la reforma prostestante” (Elsie Houghton, Classic Christian Hymn-Writers, p.29).

Sin lugar a dudas, Martín Lutero hizo una contribución formidable para volver a colocar el cántico congregacional en su justo lugar en la adoración. Muchos otros siguieron luego sus pasos, inspirados en la obra de este gran reformador. ¡Gracias, Señor, por el aporte que tu siervo Lutero hizo a tu pueblo.
Soli Deo Gloria



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Calvinismo y Arminianismo

Introducción

Debido a un resurgimiento agresivo del calvinismo en el siglo 20, muchos cristianos en los Estados Unidos están aprendiendo la palabra "calvinismo" por primera vez. Son vagamente conscientes de que hay una batalla teológica entre el calvinismo y el arminianismo hoy.

Es obvio que la batalla va a calentarse mientras el calvinismo está ganando fuerza entre los cristianos de mentalidad seria que desean ser exegéticos en su acercamiento a la Escritura y están cansados de los sermones poco profundos del pastor evangélico típico arminiano.

También hay un resurgimiento del interés por la Reforma y su teología, porque aquí es donde comenzó la Iglesia protestante. Tales líderes modernos como Francis Schaeffer, JI Packer, Jay Adams, Gordon Clark, RC Sproul, James Boice y James Kennedy son abiertamente calvinistas en su teología. Un nuevo día parece estar amaneciendo para la fe reformada mientras la gente está descubriendo que sus raíces se encuentran en la teología de la Reforma.

Es importante para el cristiano moderno entender que la actual batalla entre el Calvinismo y el Arminianismo no es un desarrollo nuevo o reciente. Los temas que se están disputando han sido puntos de controversia desde hace dos mil años. Por tanto, es indispensable colocar la presente controversia en el contexto de dos mil años de investigación y conclusiones cristianas.

Primera Parte

I. El “Calvinismo” es una etiqueta que se coloca en los que, básicamente, están de acuerdo con la teología de Juan Calvino (1509-1564). Calvino fue el más grande teólogo de la Reforma en que él fue quien primero desarrolló una teología protestante sistemática. Lo que enseñó acerca de la naturaleza de la salvación y la naturaleza del hombre estaba en unión con lo que los otros reformadores enseñaron. Incluso su doctrina de la predestinación y de su negación de la doctrina católica del “libre albedrío,” era la posición protestante aceptada. Por ejemplo, véase el libro de Lutero La Esclavitud de la Voluntad, donde Lutero dio todo su peso a lo que se llama apropiadamente “las doctrinas de la gracia.”

La Posición de Calvino sobre la salvación fue aceptada oficialmente por representantes de todas las Iglesias protestantes en el Sínodo de Dort en 1619. Que no haya error en este punto. La teología protestante de la Reforma era lo que ahora llamamos calvinismo.

II. El Arminianismo es una etiqueta que se puso en los que siguieron la teología de James Hermann (L560-L609), cuyo nombre latino era Jacob Arminius. Aunque fue criado en la Iglesia Reformada de Holanda, a través de la lectura de las obras del culto Sociniano, cuyo miembro más famoso fue Servet, llegó a abrazar su tipo de pelagianismo.

Sus seguidores se enfrentaron en una batalla para cambiar los credos de la Iglesia para reflejar sus puntos de vista en lugar de mantener la teología de la Reforma como la posición oficial de la Iglesia. Esta controversia alcanzó su punto culminante en el Sínodo de Dort, cuando los temas fueron debatidos por representantes de todo el Protestantismo.

Los puntos de vista de Arminius fueron condenados como herejía y como un velado intento de volver al catolicismo romano. También se señaló que Arminius sólo revivía la doctrina del semi-pelagianismo que ya había sido condenado como herejía por el Concilio de Orange en el año 529.

Los temas que Arminius ahora estaba planteando eran los mismos temas que estuvieron involucrados en la controversia entre Agustín y Pelagio en la iglesia primitiva.

III. El Agustinismo es una etiqueta colocada en los que siguen la teología de San Agustín (AD 354, 430), que fue el más grande teólogo de los Primeros Padres. Su posición sobre la naturaleza de la salvación y la naturaleza del hombre reflejan, en su mayor parte, las opiniones de los Padres ortodoxos antes que él.

Él era el que fue llamado a refutar las enseñanzas del monje Pelagio. Agustín creía que la salvación era por gracia y que el hombre no aporta nada a su propia salvación. Él enseñó que el hombre es totalmente incapaz de buscar a Dios o hacer buenas obras que podrían merecer la salvación.

Todos los hombres nacen con la culpa y la depravación de Adán sobre ellos y, por naturaleza, están espiritualmente muertos e incapaces de salvarse a sí mismos. Por lo tanto Dios debe iniciar la salvación, la fe y el arrepentimiento, que son los buenos dones de Dios. Sus opiniones fueron aceptadas como la posición oficial de la Iglesia Cristiana y ratificado como tal por los distintos concilios.

Después de varios siglos, la Iglesia Romana abrazó una perspectiva semi-pelagiana que promovía buenas obras para la salvación, y la necesidad de ganar méritos para la salvación.

En el momento de la Reforma, los reformadores fueron simplemente reviviendo el agustinismo. Proclamaron que la salvación era por gracia. La justificación fue solo por gracia, mediante la fe, en Cristo solamente. La Iglesia Romana condenó oficialmente las “doctrinas de gracia” en el Concilio de Trento. La Iglesia Romana misma hoy muestra como herejía enseñar lo que fue condenado por los concilios de la iglesia primitiva.

IV. El Pelagianismo es una etiqueta colocada en aquellos que siguen las enseñanzas del monje Pelagio (411-431 dC). Siguiendo las enseñanzas de la herejía de Orígenes, que trató de combinar el cristianismo y la filosofía griega, Pelagio llegó a creer que cada alma humana fue colocada en el bebé por un acto creador de Dios. Cada alma era, por tanto, perfecta y sin pecado en el nacimiento de la misma manera que Adán y Eva se encontraban en la creación original. Así, la caída de Adán y Eva no afecta de ninguna manera a sus hijos. Tenemos libre albedrío perfecto y podemos estar sin pecado si así lo decidimos. La salvación no es por gracia, porque somos perfectamente capaces de ser salvados por un acto de nuestra propia voluntad libre. La fe y el arrepentimiento no son los dones de Dios. El hombre puede iniciar su propia salvación. Somos libres para ser libre pecado o pecaminosos. No estamos indefensos. No necesitamos a Dios que intervenga para la salvación.

Las enseñanzas de Pelagio fueron descubiertas por primera vez a través de su discípulo Coelestius, que predicó esto con valentía en Cartago. Después de mucho debate, las doctrinas de Pelagio fueron condenadas como herejía por la Iglesia de Cartago en el año 412. Más tarde, más iglesias se involucraron en condenar el pelagianismo en el Sínodo de Mileum en el año 416. Llegó a su punto culminante en el año 431 dC, cuando el Concilio Ecuménico de Éfeso condenó el pelagianismo como una herejía. Había siete de esos Concilios Ecuménicos donde los representantes de todas las iglesias de la cristiandad se reunieron para decidir estas cuestiones.

Con el triunfo del agustinismo en el Concilio de Éfeso, los seguidores de Pelagio modificaron sus puntos de vista en ciertos puntos y manifestaron lo que se llamó semi-pelagianismo. Esta fue condenada por el Concilio de Orange en el año 529. Veinticinco artículos fueron desarrollados contra el semi-pelagianismo. Algunos de estos artículos son los siguientes:

1.    Condenamos los que sostienen que el pecado de Adán ha afectado sólo el cuerpo del hombre haciéndole mortal y no ha afectado el alma también.

2.    Condenamos los que sostienen que el pecado de Adán ha herido sólo a él mismo o que la muerte del cuerpo es el único efecto de su transgresión, que ha descendido a su posteridad.

3.    Condenamos los que enseñan que la gracia se da en respuesta a la oración del hombre y que niega que es a través de la gracia que es llevado a orar en absoluto.

4.    Condenamos los que enseñan que Dios espera nuestra voluntad ante nosotros la purificación del pecado y que no es por Su Espíritu que nos del deseo de ser purificado.

5.    Condenamos a los que sostienen que el acto de fe, por el que creemos en Aquel que justifica, no es obra de la gracia, sino que somos capaces de hacerlo nosotros mismos.

6.    Condenamos a los que sostienen que el hombre puede pensar o hacer algo bueno, en lo que se refiere a su salvación, sin la gracia.

La Situación Actual

El Pelagianismo apela al hombre no regenerado, ya que exalta al hombre y rebaja la necesidad de la gracia divina. Con el tiempo, suplantó agustinismo en la Iglesia romana en la época de la Reforma. Las iglesias protestantes revivieron el agustinismo y proclamaron las doctrinas de la gracia. Arminio fue el primero en desear oficialmente el regreso al semi-pelagianismo de la Iglesia Romana. Era de esperar que el Sínodo de Dort fuera capaz de detener la propagación de esta antigua herejía, pero dentro de dos siglos, el Arminianismo había suplantado el Calvinismo en las iglesias principales.

Se ha llegado al punto de partida, una vez más. Hay quienes exaltan el hombre y su supuesto libre albedrío y que mantienen que el hombre tiene todo lo que necesita en sus propios poderes para adquirir la salvación. No se necesita la gracia divina para arrepentirse o creer. Ellos hablan de los niños como “inocentes” y han inventado el concepto bíblico de una “edad de responsabilidad.” Cualquier intento de ver al hombre como un pecador desamparado se resistió. Dios es visto como la respuesta a lo que hacemos. Él nos elige si lo elegimos. El hombre es el árbitro final de su salvación. Las necesidades del hombre y no la gloria de Dios es la meta de la salvación.

Hoy en día, hay un resurgimiento de lo que se llama el calvinismo, Teología Protestante, Teología Reformada o Agustinismo. Hay un principio Nueva Reforma en el que las antiguas doctrinas de la gracia se proclaman con audacia por primera vez en mucho tiempo. La gente siente que ha llegado el momento de exaltar a Dios como el Señor de toda la vida y derribar la autonomía pretendida de los hombres que se ven a sí mismos como el centro del universo.

Las iglesias deben reformarse de acuerdo a la Palabra de Dios. Durante demasiado tiempo, Dios ha sido representado como un anciano indefenso o como una marioneta a la que el hombre controla. Dios es tratado como un sirviente que espera en los mandamientos de los hombres.

Los cristianos serios ya no pueden soportar la degradación de Dios y la exaltación del hombre. Dios es soberano y su salvación es sólo por gracia de principio a fin. Somos pecadores indefensos que necesitan de Dios para intervenir en nuestras vidas para llevarnos a Sí mismo.

Esta es la única respuesta a las enseñanzas del humanismo secular y religiosa. La razón de que los fundamentalistas no pueden responder al humanismo es que su Arminianismo es en sí mismo una forma de humanismo. Es por eso que deben depender de los calvinistas como Francis Schaeffer.

Así como el humanismo encuentra su clímax lógico en el ateísmo, aun así el teísmo encuentra su clímax lógico en el calvinismo. Es la única que da a Dios toda la gloria y llama a los pecadores a caer y servirle quien es su Creador y Redentor.

Segunda parte
25 Preguntas Cruciales
1.    ¿Cuál es la condición espiritual original del hombre en su creación? ¿Tenía una voluntad libre? ¿En qué sentido?
2.    ¿Qué le pasó a Adán y Eva cuando pecaron contra Dios? ¿Qué efecto tuvo el pecado de tener en su mente, emociones y voluntad?
3.    ¿El pecado de Adán afecta a su posteridad? ¿En qué sentido?
4.    ¿Cuándo y cómo las personas reciben su alma?
5.    ¿Cuál es la condición espiritual y la posición del hombre en la concepción? ¿Acaso Adán transmitió su culpabilidad y depravación a toda su descendencia?
6.    ¿Es la naturaleza humana perfectible por sus propias capacidades? ¿Es posible ser sin pecado en esta vida?
7.    ¿Somos capaces de agradar a Dios con nuestras propias acciones, palabras o acciones?
8.    ¿Tenemos la capacidad de producir buenas obras, y nuestra propia justicia ante Dios que merece nuestra salvación?
9.    ¿El hombre necesita a Dios para que intervenga en la gracia de salvarlo o solo el hombre necesita otra oportunidad?
10. ¿Qué es la gracia y por qué la Biblia hace referencia tanto?
11. ¿Fue la vida y la muerte de Cristo necesarios para nuestra salvación o había un número infinito de formas en que la salvación se podría dar?
12. ¿Es la obra del Espíritu Santo necesaria para la salvación? ¿Él interfiere con el corazón y la voluntad de los pecadores para hacer que se vuelvan a Dios?
13. ¿Son la fe y el arrepentimiento los dones de Dios a pecadores desamparados o regalos del hombre a Dios?
14. ¿Podemos decir que los hombres tienen libre albedrío? ¿En qué sentido?
15. ¿Quién inicia la salvación? ¿Dios o el hombre?
16. ¿Es el objetivo del plan de salvación la gloria de Dios o las necesidades del hombre?
17. ¿Quién completa el proceso de la salvación? ¿Dios o el hombre?
18. ¿Es la salvación un acuerdo de 50/50 entre Dios y el hombre con cada uno haciendo sus partes, o es la salvación enteramente de la gracia de Dios o de la obra del hombre?
19. ¿Cuál es la base de la justificación?
20. ¿Estaba la obediencia activa de Cristo en la vida vicaria en naturaleza, es decir, en nuestro lugar?
21. ¿Es la elección y la predestinación divina basada en cualquier cosa que hemos de hacer o hemos hecho? ¿Dios nos eligió porque lo elegimos o lo elegimos porque El primero nos escogió?
22. ¿Vino Cristo solo para hacer posible la salvación o vino a asegurar la salvación real de los pecadores? ¿Fue la expiación sólo hipotética o fue en realidad vicaria en naturaleza? ¿Cristo murió solamente en lugar de los elegidos, asegurando su salvación eterna? O bien, fue Su muerte una situación hipotética en la que Él no llegó a morir por nadie en absoluto? Por tanto ¿él realmente murió en el lugar de todos los hombres o de los elegidos? ¿Hizo Él posible la salvación sólo si los hombres usan su libre albedrío para buscarlo?
23. ¿La regeneración (es decir, el nuevo nacimiento) precede o sigue al acto de fe?
24. ¿El hombre es totalmente pasivo en la regeneración? ¿Puede el hombre regenerarse a sí mismo por un acto de su propia voluntad?
25. ¿Cuál es la verdadera condición espiritual del hombre y posición delante de Dios?

Estas cuestiones deben ser tratadas con honestidad, porque implican la esencia del Evangelio de la gracia inmerecida de Dios. La Iglesia Cristiana fue fundada en las doctrinas de la gracia y tuvo su mayor crecimiento en ese período. Ella siempre ha triunfado sobre el paganismo y el humanismo cuando estas mismas doctrinas se predican. Estas maravillosas doctrinas de la gracia regresaron a Europa en la Reforma. Ellos fueron restablecidos en América por el Gran Avivamiento bajo el gran calvinista Jonathan Edwards. Ellos formaron la base de los avivamientos evangélicos bajo Whitefield y fueron la fuerza conductora detrás de los grandes esfuerzos misioneros de Carey y Judson.

La Iglesia ha tenido sus horas más oscuras cuando se volvió hacia el pelagianismo y sus diversas formulaciones. La Iglesia de hoy está sumida en la ignorancia y la pobreza extrema espiritual. La predicación centrada en el hombre abunda en todas las manos. El humanismo secular está triunfando en nuestra cultura porque el humanismo religioso ha sido la norma en nuestras iglesias durante generaciones. Estamos de vuelta al “encerrarnos” con la mayoría de las personas “religiosas” creyendo que van al cielo sobre la base de la buena vida que están tratando de llevar. ¡Es como si la Reforma nunca hubiera sucedido!

Acerquémonos pues y entendemos la gracia de Dios y el poder que tiene para salvar a los pecadores desvalidos. Limpiémonos de los errores del pelagianismo y el Arminianismo, su expresión moderna. Y vamos a audazmente proclamar que la salvación es totalmente por la gracia soberana, inmerecida de Dios Todopoderoso (Ef. 2:8-10).

El Fundamento del Calvinismo

La base del calvinismo es su compromiso con la supremacía absoluta de la Escritura por encima de todas las demás cosas. Los reformadores rechazaron el humanismo del Renacimiento que enseñó que el hombre era el origen y la base de todas las cosas, incluyendo la verdad religiosa. El humanismo siempre ha deificado algún aspecto de la naturaleza humana y lo convierte en el origen de la verdad, la moral, la justicia y la belleza. Tres puntos de vista filosóficos generales se han desarrollado desde el compromiso del humanismo a la idea de que “el hombre es la medida de todas las cosas.”

1.    Los racionalistas afirman que la razón humana es la base y el juez de la verdad.

2. Los empiristas apuntan a la experiencia humana como la fuente de todo conocimiento.

3.  Los místicos ven dentro de sí mismos y afirman que sus emociones pueden decirles el bien y el mal, la verdad del error.

Las objeciones que escuchamos hoy en contra de las doctrinas de la gracia soberana de Dios suelen surgir del compromiso de alguien al Racionalismo, Empirismo o el Misticismo. Las doctrinas de la gracia son rechazadas antes de que la Biblia esté aún abierta. El calvinista por lo general no se le da el beneficio de la duda y no se permitirá hacer valer sus derechos debido a un compromiso anterior al pensamiento humanista.

El Racionalista: “No es razonable creer en la soberanía de Dios. Como yo lo veo, la razón exige que el hombre tenga un libre albedrío. En cuanto a la expiación limitada, ¡es impensable! ¿Quién puede conciliar la libre oferta del evangelio con la elección? Si no puedo entenderlo, lo rechazo. Nuestras creencias deben justificarse ante el tribunal de la Razón. ¿Por qué perder el tiempo buscando en la Biblia para ver si esas ideas irracionales como el calvinismo son ciertas?”

El calvinista: “Yo no pretendo entender todo. Admito que no sé cómo reconciliar la soberanía de Dios y la responsabilidad humana. Pero, eso no es algo que me moleste en lo más mínimo. La cuestión es, ¿qué enseña la Biblia? Rechazo la razón humana como la corte final de apelación. Las Escrituras solos deciden lo que creo y cómo vivo. No entiendo la Trinidad, pero yo no la rechazo porque yo no lo entiendo. La fe nada cuando la razón ya no puede tocar el fondo.”

El empirista: “Creo que el Arminianismo es cierto, puesto que funciona. ¡Mira todo el dinero que tienen! ¡Mira sus grandes iglesias! Hey, no puedes discutir con el éxito. Si funciona, no lo descarte. No necesito mirar en la Biblia cuando veo la respuesta frente a mí.”

El calvinista: “La experiencia humana no debe ser visto como el origen de la verdad y la moral. Debemos interpretar nuestra experiencia de acuerdo a las Escrituras, y no al revés. Las Escrituras enseñan claramente que sólo porque algo funciona, esto no significa que sea cierto. El fin no justifica los medios. No me importa el éxito que algún evangelista o pastor ha tenido. La única pregunta que me interesa es si su mensaje y sus métodos provienen de las Escrituras.”

El místico: “No me gusta esa horrible doctrina de la elección. ¡Me hace volver loco! ¡Es totalmente cruel y falto de amor! Oré al respecto y el Señor me dijo en mi corazón que no puede ser verdad. Yo sé lo que me dijo porque lo siento muy dentro de mí. Bueno, de todos modos, mis sentimientos me dicen que la elección no es cierta. Eso es lo que siento por ella. Tú me puedes mostrar todos los versículos de la Biblia hasta que se te vuelva azul la cara, pero yo sé lo que siento.”

El calvinista: “Nuestras emociones no debe ser puestas en el lugar de la Palabra de Dios. En lugar de mirar dentro de ti mismo en tus sentimientos, debes buscar fuera de ti mismo a las Escrituras. Los sentimientos no pueden determinar la verdad. Solo la Escritura es el origen y el juez de la verdad.”

Casi todas las objeciones al calvinismo que hemos leído u oído se reducen a tres argumentos básicos:

Racionalismo: “No es razonable.”
Empirismo: “No va a funcionar.”
Misticismo: “Mis sentimientos lo rechazan.”

El calvinista conoce de la Escritura que no puede confiar en la razón humana, la experiencia o los sentimientos (Prov. 3:5-7). Entonces, ¿en qué es lo que confía? Él confía en la mente infinita de Dios revelada en la Escritura. El calvinista está dispuesto a inclinarse humildemente ante la infinita sabiduría de Dios que trasciende la mente limitada y pecaminosa del hombre (Romanos 11:33-36.; Efesios 3:9 , 19; Filip 4:7). Él sabe que no está bajo ninguna restricción bíblica para justificar la Verdad Revelada ante la razón, la experiencia o los sentimientos del hombre. Hacer ello sería pecaminoso.

El calvinista encuentra en la orilla de la sabiduría infinita de Dios y sabe que nunca va a sondear sus profundidades, escalar sus alturas o buscar todas sus riquezas. Él se contenta con creer en las verdades reveladas, aunque parezcan ser contradictorias. Mientras que su razón no puede entenderlo, él sabe que no hay ningún conflicto en la mente de Dios sobre tales cosas (Isaías 55:8, 9).

La experiencia o sentimientos no ponen nervioso al calvinista. La Escritura debe interpretarlos. ¿Qué pasa si algún pecador no le gusta la soberanía de Dios? ¿Y si él se opone a los decretos de Dios? Tanto el AT y el NT reprender esas actitudes y objeciones como rebelión contra Dios (Sal. 2; Rom 9:10-23; Ezequiel 18:25, 29).

¿Qué pasaría si todos los hombres se levantaran y condenarán a una determinada enseñanza de la Escritura como “malvada,”, “irracional,” “falto de amor,” “inútil,” o “desagradable?” El calvinista respondería en las palabras del apóstol Pablo: “Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:4).

Lo que el hombre piensa o siente acerca de la Verdad Revelada no tiene ninguna incidencia sobre la Verdad. Debemos inclinarnos humildemente ante la mente infinita de Dios y aceptar lo que Él ha revelado y dejar los consejos secretos de Dios en paz (1 Cor 4:6.; Isa 8:20; Deuteronomio 29:29). Cualquier religión que es completamente comprendida por el hombre es de origen humano y no de la verdadera religión. La religión que viene de la mente infinita que creó el universo va a superar la mente débil del hombre. Sus misterios prueban su origen divino.

Ya que la Escritura revela la mente infinita de Dios, el calvinista espera encontrar ideas en él que sobrepasan todo entendimiento. Por lo tanto él no es "sacudido" cuando se topa con cosas que no puede entender. Sus creencias no descansan en su capacidad de entender, sino en la fidelidad de Dios para revelar. Como dijo Agustín: “No entiendo para creer. Creo para entender.”

Una vez que alguien decide que la Biblia es realmente digna de confianza y que él va a creer lo que enseña, independientemente del hecho de que él no puede entenderla o reconciliarla o que sus sentimientos se rebelan en contra de ella, se convertirá en un calvinista al final. Por lo tanto, el número de calvinistas en cualquier generación está directamente relacionado con el número de aquellos que realmente aceptan la Biblia como la autoridad final en todas las cuestiones de doctrina y de vida.

Conclusión

El Calvinismo era la religión de nuestros padres puritanos y peregrinos que iniciaron este país. Ellos estaban comprometidos con la autoridad absoluta de la Escritura sobre la totalidad de la vida. Cuando el liberalismo surgió en Nueva Inglaterra, la autoridad de la Biblia fue rechazada y el calvinismo cayó en tiempos difíciles. Durante los últimos cincuenta años, han sucedido dos cosas. La plena autoridad de la Escritura ha revivido y el calvinismo ha comenzado a florecer una vez más. Los dos están relacionados entre sí y mantienen o caen juntos. No se puede tener una Biblia totalmente inspirada y libre de error a menos que Dios sea soberano sobre todas las cosas, incluyendo la voluntad del hombre.

Dr. Robert A. Morey
Soli Deo Gloria