"El que no está conmigo, contra mí está; y el que conmigo no recoge, desparrama." Lucas 11:23
Recibir
a Cristo es una decisión ineludible que debes tomar hoy
Mientras el Señor enseñaba
durante su ministerio terrenal, continúa probando sin ninguna duda su verdadera
identidad. Nos muestra una y otra vez que Él es el único Hijo de Dios, que Él
es verdaderamente Dios encarnado. Nadie podría hacer las señales, maravillas y
milagros que realizó a menos que fueran Dios. Además, demostró que era el
Mesías prometido, el Salvador que Dios prometió pasar por el linaje de Israel.
Él ha traído el reino a la tierra en su primera venida.
"...Jesús vino a Galilea proclamando el evangelio de Dios, y diciendo: El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio." Marcos 1:14-15
En medio de eso, hace la
siguiente declaración: "El que no está
conmigo está contra mí". Observe la línea divisoria: está
conmigo o contra mí. Por lo tanto, cada uno de ustedes hoy está repentinamente,
de manera penetrante, inevitablemente forzado a una elección solemne. Puedes
rechazar a Cristo como un lunático mentiroso, falso o loco en plena pandemia; o
puede inclinarse ante Él, recibirlo como Salvador y prometer humildemente
devoción a Él como su único y absoluto Señor. Pero esa es la decisión que debes
tomar. Es ineludible. No puedes evitarlo.
No
es posible posponerlo
No hay compromiso a medias
permitido. No te enfrentes cara a cara con el Señor Dios y contemplas si crees
que es sabio someterse a Él ahora. La inconmensurable dignidad y valor de este
Dios no permite que todo sea vacilante y equívoco. O caes ante Él en honor y
obediencia, o asombrosamente miras a los ojos del Dios omnisciente,
omnipresente y omnipotente y le dices que puedo hacerlo mejor que servirte. Y
para aquellos necios que hacen una elección tan blasfema, los fuegos furiosos
del tormento eterno son el único resultado justo. Y eso es exactamente lo que
heredarás si lo rechazas.
¿Usted ve, la neutralidad
cuando se trata de Cristo como hostil? No hay terreno neutral ante Él. Es, en
efecto, ponerse del lado del enemigo. La indiferencia hacia Él no es más que
una máscara para la enemistad hacia Él. Es mejor que seas un enemigo abierto
que un amigo falso cuando se trata de Jesucristo.
Algunos creyentes de buena
fe se preguntan en ocasiones, sin expresarlo verbalmente por qué haría el
Creador estructuras moleculares tan dañinas como los virus, capaces de acabar
con la vida humana. Otros, desde su escepticismo antirreligioso, pretenden
burlarse o ridiculizar al cristianismo formulando preguntas como: ¿por qué
un Dios bondadoso y omnipotente permite que el COVID-19 mate a tantas personas?
¿Es acaso malvado en vez de misericordioso o, simplemente, no existe? ¿Cómo
pudo un Diseñador bueno hacer algo tan malo como este virus? Veamos, en
primer lugar, qué es un virus, cómo actúan y por qué este coronavirus puede
hacer lo que hace.
Las Sagradas Escrituras
enseñan que Dios no fue el autor del mal en el mundo, sino que éste surgió como
consecuencia del orgullo, la soberbia y la desobediencia humana. Es lo que en
la Biblia se llama pecado y que tuvo consecuencias distorsionadoras para toda
la creación. De manera que los virus peligrosos como el COVID-19 y todo aquello
que produce sufrimiento, dolor y muerte, no son más que la consecuencia de
nuestro propio pecado. Fuimos creados en libertad, pero no supimos elegir
bien y nos engrandecemos por el mal, abriendo así la caja de Pandora de
dolencias tan graves como la de este virus.
Ante esta triste realidad en
la que nos encontramos hoy, tenemos que ser humildes y responsables para
adoptar aquellas medidas necesarias para mantener la salud de la mayor parte de
la población mundial. El pánico, la histeria colectiva, el acopio innecesario
de provisiones, la ansiedad, el egoísmo, la creación de hipótesis
conspiratorias, etc., no mejoran la situación. Más bien la empeoran. Los
cristianos debemos seguir confiando en el Creador del cosmos, que es también el
de todos los virus, moléculas y átomos que hay en el mismo. Tenemos que ser
sabios, pacientes y no perder la esperanza en su inmenso amor hacia el ser
humano. Nuestra vida no depende de ningún virus maligno sino únicamente de
Dios. Tal como escribió el profeta Isaías:
“No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración; ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. Al Señor todopoderoso, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.” (Is. 8:12-13).
Recursos adicionales:
Soli Deo Gloria