Estoy predicando a través
del libro de Salmos de manera expositiva y mientras estudiaba, me encontré con
el Salmo 5: 5, "tú aborreces a
todos los que hacen iniquidad". Mientras meditaba sobre este
versículo, me pregunté por qué Dios odia tanto el pecado. Y de ahí esta
reflexión.
Dice Charles H. Spurgeon:.
No se trata de un desagrado leve sino de un aborrecimiento a fondo el que Dios
tiene hacia todos los que hacen iniquidad. El ser aborrecido por Dios es una
cosa terrible. Seamos fieles advirtiendo a los malos que nos rodean, porque sería
una cosa terrible para ellos el caer en las manos de un Dios airado.
Entonces…
1) El
pecado es contraria a su santidad. Dios odia
tanto el pecado porque Él es santo. El pecado es tan contrario a la santidad de
Dios, Él lo detesta.
2)
El pecado se opone a su ser y su voluntad. Nuevamente vemos
la santidad de Dios a la vista. El pecado se opone a quién es Dios. El pecado
también es contrario a la voluntad de Dios. Dios ha delineado los parámetros de
cómo deberían vivir los hombres. Cuando los hombres caminan en contra del
designio de Dios, en esencia están expresando rebelión contra Él y su camino.
3)
Por sus efectos o juicio. Dios no se regocija en la muerte de
los malvados. Piensa en esto, el pecado cuando se termina produce la muerte.
Una razón por la cual Dios odia el pecado es por el resultado final. Dios ve el
efecto horrible que tendrá en la creación, las relaciones, los cuerpos y las
vidas.
La fuerza del aborrecimiento
de Dios es hacia el pecado, y por ello nosotros también deberíamos aborrecer al
pecado, y aborrecerlo con toda nuestra fuerza; es una abominación para Dios,
por lo que debería serlo para nosotros.
A menudo, no pensamos en
el pecado desde la perspectiva de Dios. Sin embargo, debemos considerar todas
las cosas desde la perspectiva de Dios. Si Dios odia el pecado y a los que
obran iniquidad, y nosotros deberíamos hacerlo también. Solo una nota, los que
cometen iniquidad son aquellos que han elegido pecar, sabiendo que están
tomando la decisión de rebelarse.
Soli
Deo Gloria