martes, 12 de junio de 2018

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Depravación Total

El tema de la “depravación total” no es aquel tipo de asunto que es generalmente conocido o confesado dentro del mundo de la iglesia de nuestros  días.   Por  el  contrario,  están  a menudo   repetida   expresión   que   es   aún   más popular; “hay algo de malo en los mejores de nosotros y algo de bueno en los más malos de nosotros.”   Este dicho bien conocido señala como la doctrina de la “depravación total” es simplemente rechazada.    Por   lo   tanto,   es   importante   que nosotros entendamos lo que ésta verdad que concierne a la depravación total implica.  La iglesia y el Cristiano que ama la Palabra de Dios, deberá sujetarse a esta importante enseñanza de la Escritura.

¿QUÉ ES LO QUE DEBEMOS ENTENDER POR “DEPRAVACIÓN TOTAL?”

La frase está compuesta por dos palabras cuyos significados son de por sí evidentes. “Depravación” significa maldad; corrupción; la perversidad propia del  hombre  degenerado.   El  agregar  la  palabra “total” a la depravación, es enfatizar sin ninguna sombra de duda la verdad de que no hay bien en lo que fuere en el hombre natural – en el hombre que es  nacido  del  malvado  Adán.   La  frase “depravación total” recalca de la manera más fuerte posible la verdad de la Escritura de que no hay nada bueno en el hombre natural para nada.

Esta     es     la     sencilla     enseñanza     de     la Escritura.  Abran sus Biblias y primeramente vamos a Génesis 8:21.  Allí leemos, Y dijo Jehová en su corazón.  No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud.”  Usted notará  en  este  pasaje  que  lo  malo  es  desde nuestra juventud.  Y Dios declara esto inmediatamente después de la inundación, cuando la  única  gente  en  esta  tierra  fueron  Noé  y  su familia.

Un segundo pasaje es el Salmo 51:5, donde David confiesa, “He aquí, en maldad, he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”  Usted probablemente ha escuchado a la gente hablar de bebés inocentes – pero el salmista insiste en que él fue   formado   en   iniquidad   y   concebido    en pecado.  Él no se consideró a sí mismo inocente al nacer – sino ya depravado.

Otra vez, leemos en Jeremías 17:9 “engañoso es el corazón  más  que  todas  las  cosas  y  perverso; ¿Quién lo conocerá?”

Veamos ahora en el Nuevo Testamento y primero en Romanos 3:10 – 18 (el cual es una cita del Salmo 14), donde leemos “Como está escrito: No hay justo, ni aún uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.  Todos se desviaron, a una  se  hicieron  inútiles;  no  hay  quien  haga  lo bueno, no hay ni siquiera uno.  Sepulcro abierto es su garganta con su lengua engaña veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena  de maldición  y  de amargura.   Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz.  No hay temor de Dios delante de sus ojos.” Y el mismo pensamiento está expresado poco después en Romanos 7:18“y yo sé que en mí, (esto es, en mi carne), no mora el bien.”

Estos son algunos de los muchos pasajes Escriturales, los cuales insisten acerca de la verdad de    que    el    hombre    natural    es    totalmente corrupto.  El hombre natural es incapaz de hacer ningún bien de cualquier forma.  Él no puede complacer a Dios.  El no obedecerá la Santa ley de Dios. El no desea entrar a la gloria eterna.

Sobre las bases de las claras enseñanzas de la Escritura,  las  antiguas  confesiones  de  la  Iglesia han insistido sobre esta misma verdad.  Breve pero claramente, el Catecismo de Heidelberg enseña en la pregunta y respuesta 8.  “¿Somos entonces tan corruptos,  que  somos  totalmente  incapaces  de hacer ningún bien e inclinados a toda maldad? Verdaderamente, lo somos; excepto que seamos regenerados por el Espíritu de Dios.”

La Confesión  Belga  declara en  el Art.  14.  “...  y habiéndose hecho impío, perverso y corrupto en todos sus caminos, ha perdido todos los excelentes dones que había recibido de Dios, no quedándole de ellos más que pequeños restos, los cuales son suficientes para privar al hombre de toda excusa; ya que toda la luz que hay en nosotros se ha cambiado en tinieblas como nos enseñan las Escrituras, diciendo: La luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no prevalecieron contra ella; aquí San Juan llama tinieblas a los hombres...”

Y todo esto es una prueba suficiente de que la Escritura y las antiguas confesiones de la Iglesia de Cristo enseñan que el hombre por naturaleza es totalmente depravado – esto es, él es incapaz de hacer ningún bien en absoluto.

Sin embargo, a pesar de estas claras enseñanzas de  la  Escritura,  muchos  tratan  de  evadir  y  aún negar esta verdad evidente por sí misma.  Se ha enseñado que el hombre es totalmente depravado, pero no que es absolutamente depravado.  A pesar de que la frase “total depravación” no debería permitir ninguna sombra de duda concerniente al estado corrupto del hombre; algunos aún insisten que hay algo de bueno en el hombre natural.  Por lo tanto, ellos insisten que el hombre no es absolutamente depravado.  Se utiliza la ilustración de una fanega de manzanas podridas.  Esa fanega podría  ser  descrita  como  totalmente  podrida,  si cada manzana tuviera alguna parte podrida – sin embargo quizás también tiene algunas partes buenas.  La fanega de manzanas será absolutamente podrida   si   cada   manzana   fuera totalmente podrida.  Así, se dice que cada parte del ser humano es tocada por la podredumbre del pecado – pero cada parte no es necesariamente completamente corrupta.  Toda esta idea es una intención  de  negar  la  total  depravación  y  aún retener la expresión. El hombre es un depravado, y esto es, completo – o él no es depravado.

Otras   consideraciones   falsas   con   respecto   al estado natural del hombre se han levantado en la historia   de   la   Iglesia.    Hubo   la   opinión   del Pelagianismo,   el   cual   surgió   acerca   de   400 años después de la ascensión de Cristo.  Pelagio, el que dio origen a esta opinión dijo que cuando Adán pecó, él se lastimó solo a sí mismo, su posterioridad no fue afectada.  Posteriormente, el sugirió que cada bebé que nace en el mundo nace en el mismo estado y condición que Adán tenía antes de su caída. Cada bebé nace en esta tierra perfecta y sin pecado.  ¿Cómo entonces, explicó Pelagio la existencia del pecado en todos los hombres?  El insistió que nosotros nos volvemos pecadores  cuando  imitamos  a  alguna  otra persona.  Tan pronto como los bebés comienzan a imitar a sus padres o a otros que ellos observen, ellos se vuelven pecadores y el camino de cambiar a los pecadores otra vez en Santos es persuadiéndoles a ellos a imitar aquello que es bueno.   Está  dentro  de  la  capacidad  de  cada hombre, dice Pelagio, el imitar el bien y merecer la vida eterna.

La  idea  del  Pelagianismo  no  es  extraña  a  las iglesias hoy en día tampoco.  De hecho, es la base del “evangelio social” de nuestros días.  Dentro de las iglesias hay una fuerte campaña para cambiar las condiciones sociales de nuestros días.  Las iglesias supuestamente están para ver que haya mejor vivienda para los pobres y para los grupos raciales de la minoría; ellos deberán ver que todos los hombres tengan cuidado médico adecuado y una educación conveniente; ellos deberán estar en la delantera del manejo por la integración.

Entonces, de acuerdo a esta teoría, si es que llevamos a cabo nuestras metas en todas estas áreas, no deberíamos estar tan preocupados con el pecado, la maldad, y todas las formas de la corrupción.  Posiblemente no necesitaríamos más cárceles.    El   número   de   policías   podría   ser reducido.  No estaríamos más preocupados con la delincuencia juvenil y adulta. Gradualmente, este mundo se volvería cierta clase de utopía.  Más esto está basado en la vieja herejía de Pelagio de que si las personas viven en buenos ambientes, si ellos pueden imitar buenos ejemplos, entonces los hombres serían buenos.  Toda esta opinión niega la verdad Escritural de la depravación total.

Otro error es la vista del Arminianismo.  El Arminianismo, o libre albedrío, esencialmente por lo  general  negará  la  verdad  de  la  depravación total.

El Arminianismo enseña que el hombre era verdaderamente totalmente depravado después de la caída; pero inmediatamente después de la caída, Dios intervino por su gracia.

La operación de esta gracia de Dios sobre todos los  hombres implica  dos  operaciones,  las  cuales mitigan la depravación.  Primero, el Arminianismo sostiene que, a pesar de que el hombre por sí mismo es incapaz de hacer ningún bien, sin embargo, por una operación general de la gracia de Dios sobre el, ahora él puede hacer una cierta medida de bien.

Pero el Arminianismo enseña más.  Sugiere que el hombre natural,  aunque originalmente totalmente depravado  es  ahora  capaz  de  aceptar  a  Cristo como su Salvador personal.  El hombre a través del ejercicio de su propia voluntad puede rechazar o recibir al Salvador.  El Arminianismo sugiere que el hombre puede recibir a Cristo solo por gracia  – pero que cada individuo tiene la suficiente gracia dada a él por Dios para facilitar el aceptar a Cristo.

La  diferencia  entre  un  hombre  salvo  y  otro  no salvo, de acuerdo al Arminianismo, no se lo va a encontrar en que uno reciba la gracia de Dios y el otro no lo hace, sino más bien en la voluntad del hombre  mismo.   Esta  opinión  falsa  del Arminianismo niega tanto la verdad Escritural, la cual enseña que el hombre por naturaleza está tan muerto en el pecado, que el nunca podrá “recibir a Cristo como a su Salvador personal.”

Insistimos,  en  las  bases  de  los  pasajes Escriturales, que fue citado anteriormente, de que el hombre está por naturaleza completamente muerto  en  el  pecado.   Separado  de  Cristo  el hombre  no  puede  hacer  ninguna  cosa  buena delante de Dios.  El hombre no puede hacer ningún bien “natural” o “cortés” en esta tierra.  Tampoco puede ningún hombre ejercitar su voluntad para “aceptar” a Cristo – porque también su voluntad está limitada por el pecado y la muerte.

Algunos han propuesto que los hombres de este mundo, aquellos que están fuera de la iglesia, también   efectúan   muchos   buenos   actos.    El hombre, aparentemente, no es siempre completamente depravado.  Un cierto hombre rico puede  dar  un  millón  de  dólares  para  construir y mantener un hospital para ayudar a la pobre y sufriente  humanidad.   ¿Es  esto  pecado?   ¿O  es esto bueno?  Puede que su vecino no vaya a la iglesia o que ore – pero él tiene una maravillosa relación  con  su  familia.  ¿Es  esto  bueno  o  es malo?  Un hombre salva a un prójimo de ahogarse a riesgo de perder su propia vida. ¿Es esto bueno – o malo?  Estas preguntas surgen, y con ellas la pregunta: ¿es el pecador de hecho realmente depravado?

A la luz de la Escritura debemos aún mantener que cualquier hombre fuera de Cristo peca en cualquier cosa que el haga.  Debemos ser bien cuidadosos de no equivocarnos, que es lo que nosotros pensamos que es bueno como es bueno en la opinión de Dios.

El hombre ya sea que ama y sirve a Dios o no lo hace.   O  él  está  con  Cristo  o  en  contra  de  Él. Puede que él haga algo en verdadera fe y para la gloria  de  Dios,  o  él  lo  hace  en  el  servicio  del hombre y para su gloria.  No hay entre medio.  No hace ninguna diferencia si el hombre da un millón de dólares para fundar un hospital o ya sea que él tenga una buena vida familiar, o que el salve a individuos que se estén ahogando – en todo esto, el hombre natural camina no por fe sino en pecado y corrupción.  Dios, por lo tanto, juzga cada una de sus acciones como pecaminosas.

Si bien todos los hombres son totalmente depravados, a pesar de que todas sus acciones efectuadas por naturaleza son pecaminosas – aún hay obviamente, variaciones que se ven en los hombres.  Todos  los  hombres  no  pecan  en  el mismo grado o de la misma manera.

En primer lugar, el tipo y grado del pecado de un hombre está determinado por la época en la cual vive.  Obviamente, hoy en día con nuestras radios, televisión y automóviles el hombre puede pecar de muchas más maneras que sus antepasados no podían.  En segundo lugar, el pecado está limitado en gran cantidad por el ambiente y las circunstancias.

Un hombre rico tiene los medios para pecar en muchas y más diferentes maneras que un hombre pobre. Pero ambos pecan en todo lo que ellos hacen.  En tercer lugar, el grado de pecado está determinado por la edad de la persona.  Un niño pequeño  no  peca  de  muchas  maneras  como  lo hace el adulto.

Finalmente,  el  grado  y  tipo  de  pecado  en  un hombre está muchas veces regulado por su propio respeto  de  sí  mismo  –su  propio  y  egoísta orgullo.  ¿Por qué un hombre malvado vive en una agradable y pacífica relación con su familia?  No es porque la ley de Dios así lo requiere, sino porque el comprende que es para su propio beneficio, porque de esta manera, él vive en una relación decente con su prójimo.

¿Pero porqué es tan importante el que la iglesia enfatice esta verdad de la total depravación? ¿Porqué enfatizar la terrible corrupción del hombre?

Si uno no enfatiza esto, el eventualmente perderá todas las otras doctrinas significantes de la Escritura.  Uno no puede entender la expiación de la cruz acertadamente, si es que el no comprende correctamente la enseñanza Escritural de la depravación.  Aquel que no comprende correctamente la enseñanza Escritural de la depravación, aquel  que no entiende propiamente la depravación, seguramente que no podrá comprender correctamente la Soberanía de Dios, quien hace todas las cosas en armonía con su propia voluntad.

Por lo tanto el cristiano deberá entender esta verdad y enseñarla a sus hijos.
Y cada hijo de Dios deberá vivir y caminar en la conciencia de la depravación del hombre natural.

No comiencen a admirar lo que el mundo es y lo que el mundo produce.  No comiencen a imitar y a envidiar al mundo.  Reconozcan que todos los hombres, incluidos nosotros, por naturaleza, estamos muertos en el pecado.  En mi carne, dijo Pablo no hay nada bueno.  Pero entonces comprendan que el  creyente fue en  otro tiempo liberado de tal depravación, porque él ha sido redimido sólo y totalmente a través de la sangre del Cordero.
Por Gise J. Van Baren

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