El Principio Regulador de la Iglesia (CBL 1689)
Prefacio
El
tema anunciado para la conferencia de
hoy es: Las Implicaciones de la Fe Reformada para la
Vida de la Iglesia. ¡Obviamente este tema es muy
amplio! Sin embargo, ha sido necesario seleccionar el
tema de una manera mucho más
específica, para presentárselo ahora. No obstante, al
seleccionar el tema en forma más específica, no fue
necesario llegar a ser simplista o desequilibrado en mi tratamiento
del asunto, porque este es un punto en el cual la Fe Reformada ha
hecho una contribución única a la eclesiología. Esta
perspectiva distinta de la Fe Reformada es conocida como "El
Principio Regulador de la Adoración".
Entonces, mi propósito es hablarle
acerca del principio regulador, pero me estoy tomando la libertad de ampliar el
tema de estas lecturas, a lo que yo
he llamado "el principio regulador de la
adoración", Pero he ampliado mi tema de
esta manera, debido a que creo que el principio regulador de la adoración, es
tan solo una importante dimensión de lo que puede ser más apropiadamente,
comprensiblernente, y bíblicamente entendido como "El Principio
Regulador de la Iglesia".
La justificación de
este título deberá esperar hasta
su exposición bíblica. Pero, espero que sea
obvio para usted, aún
ahora que, bíblicamente hablando, la adoración y la
iglesia están relacionadas inseparablemente. Espero mostrarle
que la iglesia es el templo de Dios; y que es
este hecho el que trae ambos, su adoración y
su organización, bajo la especial regulación de la
Palabra de Dios. Si no somos capaces de ver
esta conexión, perderemos mucho de las grandes
implicaciones del principio regulador de la iglesia
hoy en día.
Es mi intención exponer El Principio
Regulador de la Iglesia bajo los siguientes cinco encabezados
principales:
1. Su
Significado Histórico
2. Su Marco Teológico
3. Su Soporte Bíblico
4. Su Necesaria Clarificación
5. Su Aplicación Práctica
1. Su Significado
Histórico
Este principio emergió primero en las
controversias entre los Reformados y los Luteranos en Europa,
pero le fue dado un agudo enfoque
en los debates entre los Puritanos y los Anglicanos a finales del siglo
XVI y XVII en Inglaterra.
Por lo tanto, el principio
regulador tomó su forma clásica y definitiva en las confesiones
Reformadas formuladas en el siglo XVII. Este principio es declarado
con idéntico lenguaje el capítulo 21, párrafo 1 de
la Confesión de Westminster y en el capítulo
22, párrafo 1 en la Confesión Bautista de
Londres de 1689.
"La luz de la naturaleza muestra
que hay un Dios que tiene señorío y soberanía sobre todo, es justo, bueno y
hace bien a todos, y que, por tanto, debe ser temido, amado, alabado, invocado,
creído, y servido con toda el alma, con todo el corazón y
con todas las fuerzas. Pero el modo aceptable de adorar al verdadero Dios es
instituido por él mismo, y está tan limitado por su propia
voluntad revelada, que no se debe adorar a Dios conforme a las
imaginaciones e invenciones de los hombres o a las
sugerencias de
Satanás, bajo ninguna representación visible o
en ningún otro modo no prescrito en las Santas Escrituras".
Esta declaración puritana puede ser
mejor encendida, a través de contrastarla con la declaración de la
Iglesia de Inglaterra, que se encuentra en los 39 Artículos. El
artículo 20 de la declaración de los 39 Artículos de la Iglesia de
Inglaterra dice: "La Iglesia tiene el poder para decretar ritos y
ceremonias y autoridad en las controversias de fe.
No obstante, no es legal para la Iglesia
ordenar ninguna cosa contraria a la Palabra escrita de
Dios".
G.I. Williamson utilizó y popularizó el
principio puritano ejemplificado en las siguientes palabras: “Lo que es mandado
es correcto, y lo que no es mandado es incorrecto". James
Bannerman proveyó el siguiente contraste entre la
doctrina Puritana sobre este asunto (contenida en nuestra confesión)
y la doctrina anglicana.
"En el caso de la Iglesia de
Inglaterra, su doctrina con respecto al poder de la Iglesia en la
adoración de Dios es, que ella tiene el derecho de decretar todo,
excepto aquello que es prohibido por la Palabra de Dios. En el caso de nuestra
propia iglesia, su doctrina con referencia al poder de la Iglesia en la
adoración de Dios es que, ella no tiene el derecho de decretar
nada, excepto aquello que expresamente o que implícitamente es
mandado por la Palabra de Dios".
G.I. Williamson ayudó ilustrando la
diferencia entre la comprensión Puritana y Anglicana del
principio regulador, a través del siguiente diagrama:
EL PRINCIPIO REGULADOR
La diferencia entre Puritanos y
Anglicanos puede ser completamente ilustrada por medio
de dos constructores
intentando edificar el templo de Dios. El
Sr. Anglicano debe usar los materiales de la Palabra de
Dios, pero no tiene un anteproyecto y
puede usar otros materiales. El Sr. Puritano debe usar
solo los materiales de la Palabra de Dios y
tiene un anteproyecto. No se necesita un genio
especial para discernir que, los dos edificios terminados diferirán
drásticamente, o para discernir cuál de los dos será más agradable a
Dios.
2. Su Marco Teológico
Introducción
Me parece
que uno de los mayores obstáculos intelectuales
con los cuales
los hombres son impedidos de
abrazar el principio regulador, es que éste
involucra la idea de que la iglesia y su adoración son ordenadas y
reguladas en una manera diferente del resto de la vida. Para el
resto de la vida Dios da grandes preceptos y principios generales de Su
Palabra, y dentro de ciertos límites de estas direcciones, les permite ordenar
sus vidas como mejor les parece a ellos. El no les da direcciones a cada
instante acerca de cómo ellos edificarán sus casas o cómo seguirán sus
vocaciones seculares.
Por otro lado, el
principio regulador implica una limitación a la
iniciativa humana y la libertad que no caracteriza el resto de la
vida. El principio regulador claramente asume que hay una distinción entre la
iglesia, la adoración que le ha sido ordenada, y el
resto de la sociedad humana y la conducta que
le caracteriza. De este modo, el principio regulador está sujeto a
ser rechazado por los hombres, como si fuera opresivo,
extraño y por lo tanto, sospechoso de estar en desacuerdo con los
tratos de Dios con la raza humana en el resto de la vida.
Esta característica del principio
regulador, hace que sea absolutamente necesario comenzar nuestro
estudio de su fundamento bíblico, mostrando su marco teológico. En
otras palabras, debemos comenzar por
afirmar terminantemente que hay una realidad única para la iglesia y
su adoración, la cual demanda que ésta sea especialmente
ordenada, en la manera como el principio regulador asume. Esta realidad única
de la iglesia, es que la iglesia es el lugar de la presencia especial de Dios y
ella es, por lo tanto, la casa o el templo de Dios. Una vez que
hemos comprendido la peculiar cercanía de la iglesia a
Dios, su santidad especial comparada con el resto de la sociedad humana; entonces
no estaremos sorprendidos por el hecho que ella sea regulada especialmente por
Dios. Antes bien, parecerá eminentemente apropiado que la
iglesia corno la propia casa de Dios, debería ser regulada por la inmediata
dirección de Dios. Parecerá más adecuado que la iglesia
como el templo santo de Dios, debería ser
objeto de una especial y detallada regulación por Su Palabra.
Mi intención bajo este
segundo encabezado es mostrar el
marco teológico del principio regulador de la iglesia, bajo
dos puntos específicos:
A. El
carácter especial de la Iglesia de Dios como el lugar de su
presencia especial. (Mat.18:20)
B. La regulación
distintiva de la Iglesia de Dios como el lugar de su presencia
especial. (lTim.3:15).
A. El carácter especial de la Iglesia
de Dios como el lugar de su presencia especial
Mateo 18:20 "Porque
donde están dos
o tres congregados en
mi nombre, allí estoy en medio de ellos".
Mateo 18:15-20 es
uno de los primeros pasajes en el Nuevo Testamento
donde el término iglesia es usado; y
este pasaje contiene la primera mención explícita de
la iglesia local en el Nuevo Testamento. Culmina en la gran
promesa del versículo 20. Es muy evidente que ésta es una promesa de la
presencia especial de Cristo. Por favor, note tres cosas
acerca de esta promesa.
l. Su Limitación Específica
La promesa del versículo 20 viene unida
a una clara condición o
limitación, "Porque donde están dos o
tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de
ellos." La limitación establecida que se
encuentra en estas palabras es la asamblea de la iglesia
local, la reunión formal o pública del pueblo de Dios.
¿Sobre qué bases afirmo que estas palabras
especifican la asamblea de una iglesia local? Permítame señalarle
tres razones de esta afirmación.
La primera es el contexto asumido en el
versículo 20. El pasaje desde el versículo 17 está tratando con la iglesia
local. Mateo 18: 17-19 "Y si no oyere a ellos, dilo a la
iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por étnico y
publicano. De cierto os digo que todo lo que ligareis en la tierra,
será ligado en el cielo; y todo Lo que desatareis en la tierra, será desatado
en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se
convinieren en la tierra, de toda cosa que pidieren, les será hecho por mi
Padre que está en los cielos".
El "dos o tres" mencionado en
el versículo 20, es una manera gráfica de enfatizar
que, aún la más pequeña iglesia
local que pudiera concebirse, posee esta gran
promesa de Cristo.
La segunda es el verbo usado en el versículo 20. Las
palabras "están congregados" (reunidos en
asamblea), son una traducción de la raíz verbal de
donde se deriva, en el inglés y en
el griego, la palabra sinagoga. La
iglesia cristiana es, en efecto, llamada sinagoga en
Stg. 2:2, donde la misma raíz verbal es usada:
“Porque si en vuestra congregación (o sinagoga) entra... ''.
La tercera razón por la cual afirmo que las palabras del
versículo 20 señalan la asamblea formal de una iglesia local, es la
calificación que se le da en el versículo 20. Me
estoy refiriendo a las
palabras "en mi nombre". Mateo
10:41 nos provee un uso paralelo de esta frase: “El que recibe
profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá;
y el que recibe justo en nombre de justo, merced de
justo recibirá".
Recibir a un profeta en el
nombre de profeta, significa recibirle en su carácter oficial de
profeta, recibirle a causa de que es un profeta. No es por lo tanto, cualquier
asamblea de personas, o cualquier reunión de creyentes la que cumple
la condición específica de esta promesa, sino la
reunión en el nombre de Cristo. Entonces, esta frase tiene
referencia a la reunión del pueblo de Dios en su carácter oficial, como
Su iglesia y bajo Su autoridad. Esta frase designa la asamblea como una que es
oficialmente, formalmente e intencionalmente reunida como pueblo de
Cristo y bajo Su autoridad. Un comentarista tuvo claramente visto el
significado de esta frase cuando dijo que reunirse en el nombre de
Cristo "es un sinónimo para la nueva sociedad. La iglesia es un
cuerpo de hombres reunidos por una
común relación hacia el nombre de Cristo; es
una sinagoga cristiana'' (A.B. Bruce, Los Evangelios
Sinópticos, pág. 241).
Permítame ilustrar el
significado de esta frase. Hace varios años trabajaba en un gran almacén, junto
con otros creyentes. El almacén era propiedad y operado por la
empresa Amway. A menudo nos reuníamos y comíamos juntos a
la hora del lonche, comenzábamos este tiempo con oración,
y ocupábamos el resto del tiempo hablando acerca de asuntos bíblicos.
Había más de dos o tres entre nosotros. Sin
embargo, aquella reunión a la hora del lonche, no era en el nombre
de Cristo, en el significado del texto que estamos viendo. Ciertamente, aquella
era una verdadera reunión de creyentes, pero
era una reunión de creyentes en el nombre de la empresa Amway y con motivo de
estar hambrientos, pero no era una reunión en el
nombre de Cristo. Nosotros nos habíamos reunido como
empleados de la empresa Amway y no como el pueblo oficial de Cristo.
No podríamos por ningún derecho bíblico reclamar la
promesa de Mat.18:20. La limitación especificada de esta promesa, es
la reunión de una iglesia local oficialmente en el
nombre de Cristo, debido a que ellos son una
iglesia, y en su carácter como una
iglesia. Esto, y solo esto, es la condición la cual debe ser
encontrada para reclamar esta promesa.
II. Su Clara Implicación
La clara implicación de esta
promesa es que el Señor Jesucristo en su identidad como el eterno Hijo de Dios,
está prometiendo la presencia especial de Dios a la iglesia. Esta es la
implicación de la promesa misma. ¿Quién sino Dios mismo
podría guardar una promesa corno ésta? ¿Quién sino Dios podría decir,
"Donde quiera, a través de todo el ancho mundo, mis discípulos
podrán reunirse hasta el fin del siglo, y allí estaré Yo presente"?
Esta es la implicación a que
aluden los tipos y promesas del Antiguo Testamento. Recordemos pasajes
como el Salmo 46:4-5: “Del río sus conductos alegrarán la ciudad de
Dios, el santuario de las tiendas del Altísimo. Dios está
en medio de ella... "Recordemos
también Isa.12:6 "Regocíjate y canta, oh moradora de
Sión; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel". Pensemos en
Jer.14:9 "Tú empero estas entre nosotros, oh Jehová, y sobre nosotros es
invocado tu nombre, no nos desampares". Veamos Os.11:9 "No
ejecutaré el furor de mi ira, no volveré para destruir Efraím; porque Dios soy
y no hombre; el Santo en medio de ti; y no entraré en la
ciudad''. Consideremos Sof.3:5 'Jehová justo en medio de
ella, no hará iniquidad; de mañana sacará a luz su
juicio, nunca falta... "y también
Zac.2:10 "Canta y alégrate, hija de Sión; porque he
aquí vengo, y moraré en medio de tí, ha dicho Jehová". Cuando
Cristo da la promesa contenida en Mateo 18:20, hay una clara
alusión a los tipos y profecías del Antiguo Testamento.
Pero nosotros también sabemos
que esta es una promesa de la presencia especial de Dios con su
pueblo, debido a la identidad de El que habla. Juan 1:1 y
14 afirman claramente la identidad de Jesús.
Juan 1:
1 "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios".
Juan 1:
14 "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre
nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad".
Dos cosas son afirmadas en estos
textos. Primero, estos textos afirman que Jesús es Dios. Segundo,
estos textos afirman que Jesús es el cumplimiento de los Tipos y
sombras del Antiguo Testamento. Cuando nosotros leemos de la
Palabra, habitó (la palabra griega es
'tabernáculo' en la forma de un verbo) entre nosotros,
somos informados que en Jesús tenemos el nuevo y más grande
tabernáculo, y el nuevo y más grande templo por medio del
cual Dios mora entre su pueblo.
En Mateo 18:20 Jesús promete que su
propia presencia, es la presencia de Dios con
su iglesia. Ahora, permítame aclarar el claro
significado de esto. Aunque Dios está presente en todas partes del
mundo y en la sociedad humana, no obstante, esta
promesa significa que El está presente en una manera especial
con su iglesia. La iglesia reunida es
un lugar santo. Esta es la posesión especial
de Dios, con una relación peculiar hacia Dios. De todas las
altas y solemnes y ennoblecedoras realidades que rodean la
adoración evangélica, la más grande y por lo tanto, la realidad controladora
es que Dios está presente en forma especial en su santidad y
gracia. Esto nos conduce al tercer punto acerca de la
promesa de Mateo 18:20.
III. Sus Consecuencias Escriturales
Si Cristo está presente en medio de la
reunión de cada iglesia local, la necesaria consecuencia escritural
de esto es que, El debe ser adorado en la
iglesia local que se reúne. De este modo, en la promesa
de su presencia, existe la institución divina de la adoración del
Nuevo Pacto. Esta promesa contiene la institución
divina de la adoración del Nuevo Pacto
por tres razones. Por medio de estas tres razones,
también comprenderemos algo de la profundidad y riqueza de esta
promesa.
Primero, donde Dios se
manifiesta a sí mismo a
su pueblo en una manera especial,
El debería ser adorado. Génesis 12:7 registra, "Y
apareció Jehová a Abram y le dijo: A tu simiente daré esta tierra. Y
edificó allí un altar a Jehová, que le había aparecido". Josué
5: 13-15 registra la aparición del capitán de
las huestes del Señor a Josué. En respuesta nosotros
leemos, "Entonces Josué postrándose sobre su rostro en tierra
le adoró; y díjole: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército
de Jehová respondió a Josué: Quita tus zapatos de tus pies; porque el lugar donde
estás es santo. Y Josué
lo hizo así". En muchos
pasajes (Éxodo 25:8-9,21-22; 29:42-43; 30:6,36; 40:34-38; Lev.16:2;
Núin.17:4) el Tabernáculo es descrito por Dios como el lugar
donde "me declararé a ti", el lugar "donde
Yo te testificaré de mi". Obviamente, por lo tanto, el
tabernáculo era por estas razones el lugar de la
adoración formal. Una parte principal de la
dedicación del templo de Salomón como un lugar de adoración en l
Rey.8, es para decirnos como "la nube llenó la casa
de Jehová", y como "la gloria de Jehová había llenado la
casa de Jehová':
El mismo principio puede ser
ilustrado en el Nuevo testamento. Recuerde usted cuando
en Luc. 5: 1-11 el Señor Jesús manifestó su gloria a Pedro en la
pesca milagrosa, a lo cual Pedro respondió con adoración. El
versículo 8 registra: "lo cual viendo Simón
Pedro, se derribó de rodillas a
Jesús, diciendo: Apártate de mi, Señor, porque soy hombre pecador".
Recuerde usted la visión del Señor ascendido dada al apóstol
Juan en Apo. 1: 11-17. Aquí Jesús es visto en
su gloria con su atavío de Sumo Sacerdote, caminando en
medio de los siete candeleros de oro (vers.12-13). Para
Juan, estos siete candeleros son
las siete iglesias locales, a quienes se ha enviado sus mensajeros (o ángeles)
(Apo. 1:20). Estas imágenes aseguran a cada iglesia local, la
presencia de Cristo resucitado en medio de ellas. Sin
embargo, no debe perderse de vista que la escena completa de esta
visión, es derivada de las imágenes de la adoración del
templo, en el Antiguo Testamento. Jesús está
vestido como Sumo Sacerdote; sus iglesias
son presentadas como candeleros; y así el marco es claramente, el marco de la
adoración.
La segunda razón de porque esta promesa
contiene la institución divina de la adoración del Nuevo Pacto es
que, donde Dios causa que su nombre sea recordado, allí hay un lugar de
adoración (Vea Ex.20:24-26; Deut.12:5-8; 16:5-6; 26:2,10;
1 Rey.8:16-20,29; Mal.1:6-14 con lTim.2:8).
La tercera razón de
porque nosotros conocemos que esta promesa
constituye la institución divina de la adoración del
Nuevo Pacto es que, la
presencia de Cristo constituye la iglesia como un templo de Dios (Vea
l Cor.3:16; Ef. 2:19-22; l Pe.2:5; 2
Cor.6:16; l Cor.14:25).
Frecuentemente se
dice que en el Nuevo Pacto Dios ya no tiene un templo literal, un
lugar geográfico donde haya puesto su nombre y mandado
que El debería ser adorado. Esto es, por supuesto, verdad en un
sentido muy importante, pero no debería pensarse que esto signifique
que toda adoración formal o pública de Dios ha sido
abolida. Aún hay un lugar espiritual y un
templo espiritual donde Dios ha puesto su
nombre. Donde dos o tres estén reunidos en el
nombre de Cristo, allí hay un lugar de adoración, allí
hay un templo de Dios, allí hay un lugar espiritual donde Dios debe
ser adorado.
No debemos perder de vista
el impacto práctico de esta realidad. Antes bien, tendríamos que
decir con Jacob," Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo
no lo sabía... jCuán terrible es este lugar! No es otra
cosa que casa de Dios, y puerta del cielo". (Gén.28: 16-19).
Las asambleas de la iglesia
nunca deben ser vistas en una manera común o profana. La
presencia prometida de Dios nos enseña la santidad de las reuniones formales de
la iglesia. Las asambleas de
la iglesia son santas. Ellas
son puestas aparte para ser diferentes que las asambleas
o reuniones de cualquier otra sociedad. Por lo
tanto, estas reuniones deben ser vistas en una forma
muy diferente. Además, nuestra conducta en ellas debe ser
regulada en una forma distinta. Si la tierra sobre la cual pisamos
en las asambleas de la iglesia, es una tierra santa, entonces nosotros
debemos quitar nuestro calzado (debemos estar con gran
temor y reverencia).
Esto me conduce al segundo
punto específico del marco teológico del principio regulador:
B. La regulación distintiva de la
Iglesia de Dios como el lugar de su presencia
especial. (1 Tim.3: 15)
1Tim. 3: 15 “ … para que si
tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de
Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y
baluarte de la verdad",
Por supuesto, 1 Tim. 3:
15 es un texto clave para la doctrina de la
iglesia, pero
nunca me había dado cuenta
de sus plenas implicaciones para el
principio regulador, hasta que estaba preparando esta conferencia. Notará que
en este texto el carácter o identidad única de la iglesia es
enfatizado a través del significado de tres descripciones. Ella es "la
casa de Dios, la columna y el baluarte de la
verdad''. Nuestro interés particular está en la primera de
las tres descripciones.
La iglesia es la casa o la familia de
Dios. Este término, casa, usado en este texto
puede referirse a la
iglesia como la familia de
Dios, o a la iglesia como el templo de
Dios. En cualquiera de los dos casos es
enfatizada la relación cercana y
especial de la iglesia con Dios.
La casa de Dios es
identificada en este texto como: "la iglesia del Dios
viviente''. El término iglesia, identifica al
pueblo
de Dios del Nuevo Pacto
como una reunión organizada y con
un gobierno. En la cultura
griega esta palabra era usada para hablar de
una asamblea oficial griega de una ciudad o estado. En la
traducción griega del Antiguo Testamento, esta palabra fue usada
para describir la QAHAL de Israel, la asamblea
oficial civil y religiosa de la nación
de Israel. Estos dos antecedentes sirven para enfatizar
la naturaleza formal, oficial y organizada de la asamblea a la cual
estamos haciendo referencia.
Pero esta iglesia es
descrita como: “la iglesia
del Dios viviente". "El Dios
viviente" es descrito en el Salmo 115: 1-8. La
importancia del uso de esta descripción aquí, es la de
enfatizar la idea de que esta iglesia es dominada por la Palabra, la Presencia
y el Poder de Dios. Esta es la iglesia en donde El mora, en donde El
está activo, en donde El gobierna.
Ahora, ¿Cuál es la razón
para este tremendo énfasis en la identidad
única de la iglesia, en este
versículo? Yo creo que la preocupación
principal declarada en este versículo nos provee la respuesta. Pablo dice que
él está escribiendo a Timoteo: “para que sí tardo, sepas cómo debes conducirte
en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y
baluarte de la verdad". ¿Cuál es el punto de Pablo? El punto es
que se demanda un conducta especial, debido al carácter
especial de la iglesia en la
cual Timoteo se movía, como un
delegado o representante apostólico de Pablo. La
identidad única de la iglesia requiere de
una regulación única de la conducta de Timoteo en ella.
Timoteo no era un ignorante de las leyes de
Dios. Ni tampoco era un ignorante de las
regulaciones que gobernaban la adoración del Antiguo Testamento. Desde la niñez
él había conocido las Sagradas Escrituras (2Tim.3:
15). ¿Por qué, entonces, tuvo Pablo que escribirle a
Timoteo instrucciones cuidadosas acerca de la
conducta que él debía tener en la casa de
Dios? Claramente, la razón es que, con la llegada de un
nuevo templo, tendría que haber nuevas regulaciones para
su orden y adoración. Hebreos 9: 1 afirma que:
“aún el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal''. La
clara implicación de este texto es que, el Nuevo Pacto con su
tabernáculo verdadero, también tenía tales regulaciones apropiadas
para la conducta de la adoración divina en la
iglesia. (Nota: De Hebreos 9:
1 podemos concluir también que las
reglas para el culto bajo el Nuevo Pacto se encuentran en el Nuevo Testamento y
no en el Antiguo.) Cuando nosotros comprendemos la identidad única
de la iglesia como el nuevo tabernáculo y templo de Dios, no nos
parecerá extraño ver una aplicación de la iglesia en Éxodo 26:30, donde le
fue estrictamente encargado a
Moisés: "alzaras el
tabernáculo conforme al
modelo que te fue mostrado en el monte".
La sustancia de este mandato es repetida a menudo en la Biblia (Vea
Ex. 25:9,40; Heb. 8:5). Éxodo 39 registra la cuidadosa
obediencia de Moisés al detallado mandamiento divino respecto a la
construcción de la casa del Señor. Todo fue completado "como Jehová había
dicho a Moisés" (Ex. 39: 1). Esta afirmación es
repetida en los versículos 5,7,21,26,29,31,32,42 y 43.
¿Cuál es la aplicación para
nosotros de este énfasis del Antiguo Testamento? Dios reguló especialmente la
construcción y la adoración de su casa - templo. Nada debe faltar de
la precisa y completa obediencia a estas regulaciones especiales,
que fueron ejemplificadas en lo requerido a Moisés. Dios
nunca le dijo a Moisés precisamente, cómo construir su
propia tienda. Dios tampoco le dijo precisamente a
Moisés, como regular su familia. Dios dejó estas tareas a
la discreción de Moisés (dentro del contexto de las normas divinas
ya reveladas), debido a que se trataba de la
tienda de Moisés y de la familia de Moisés. Pero es precisamente por
esta razón, que Dios ejercita este penetrante control sobre el tabernáculo y su
adoración. Porque el tabernáculo era la tienda de Dios; y sus ministros
su familia. De este modo, El gobierna su
adoración con un especial y detallado señalamiento de regulaciones, a las
cuales El espera una obediencia precisa.
Ahora, por favor no piense que he
puesto todo esto por delante, como si fuera el argumento principal a
favor del principio regulador de la iglesia. No obstante,
todo esto nos provee el marco bíblico en el cual, la fuerza de estos
argumentos puede ser mejor apreciada.
Entonces, habiendo visto el marco
teológico del principio regulador, a continuación veremos aquellos
argumentos que forman su principal soporte bíblico.
3. Su Soporte Bíblico
Ahora debemos presentar
cuatro argumentos bíblicos para el principio regulador Puritano de la iglesia y
su adoración:
A. Es
solamente la prerrogativa de Dios, determinar los términos en los
cuales los pecadores pueden acercarse a El en adoración:
Bannerman declaró elocuentemente este
primer argumento:
"El principio fundamental en el
que descansa toda la base del argumento es éste, que al considerar la
ordenanza de la adoración pública, es a la
prerrogativa de Dios y no la prerrogativa de los hombres, a
quien corresponde determinar los términos y la manera de tal
adoración ... El camino para acercarse a Dios fue
cerrado y obstruido como consecuencia del pecado humano: Era
imposible para el hombre por sí mismo, renovar
las relaciones que habían sido tan solemnemente cerradas por la sentencia judicial
que le excluía del favor y la presencia de su Dios. ¿Podría este camino nunca
ser abierto otra vez, y la comunión de Dios con el hombre
y del hombre con Dios nunca ser
renovada otra vez? Esta era una cuestión que solamente Dios podía determinar.
Si este camino se abriría otra vez, ¿En
qué términos tomaría lugar la reanudación de estas
relaciones, y en qué manera sería mantenido otra vez el compañerismo
de la criatura con su Creador? Esta también era una
cuestión, no menos que la anterior, que
solamente Dios podía resolver".
Pero la Biblia nos enseña que, Dios no
solamente posee esta prerrogativa, sino que también la ejercita (Vea
Gén. 4:1-5; Ex. 20:4-6). Si Dios fuera a declarar que El será
adorado solamente por aquellos que vistan de camisa anaranjada y
corbata verde, El tendría el derecho de hacerlo así. ¡Qué arrogancia
del hombre al pensar, que él tuvo un poco que ver en determinar
cómo Dios debe ser adorado!
B. La
introducción de prácticas extra bíblicas en la adoración, inevitablemente
tenderá a anular y desplazar la adoración ordenada por Dios (Mat. 15:3,8-9; 2
Rey.16: 10-18).
El libro de 2 Rey.16: 10-18 es una
buena ilustración de la manera en la cual, las prácticas extra bíblicas
inevitablemente, pero frecuentemente con gran sutileza desplazan la
adoración ordenada por Dios. El Rey Acaz en su apostasía de Dios (2
Rey.16:1-2) y en su alianza con el rey de Asiria (2 Rey.16:7-9) puso en su
corazón el tener un altar como aquel que había visto en
Damasco. El ordenó la construcción de tal altar, y que
éste fuera puesto en el lugar central que ocupaba el viejo altar de
bronce. Este altar desplazó el viejo altar como el lugar sobre el
cual deberían ser ofrecidos los holocaustos de la mañana y
las ofrendas de la tarde. Sin embargo, el viejo altar
ordenado por Dios, no fue destruido. ¡Por supuesto que no! Sino
simplemente colocado en una esquina (Vea vers.14). En una pequeña nota a su
decreto sobre este asunto, el Rey Acaz aseguró que "su
nueva tradición", no intentaba ser
un insulto al viejo altar
ordenado por Dios. Su decreto concluye diciendo: “El altar de bronce
será mío para consultar en él" (Vers.15). Los
innovadores humanos dan servicio de labios a
los elementos de adoración ordenados por Dios, en el
mismo acto de anularlos. ¡Cuán llamativamente queda ilustrada la
sutileza con la cual las prácticas extra bíblicas, tienen la
tendencia a desplazar los altares divinamente
ordenados de la adoración bíblica!
Esta tendencia puede
observarse en las iglesias evangélicas de hoy en día, donde la
mundanalidad, avisos triviales, la música especial, el tiempo de
testimonios, la mímica, las danzas litúrgicas y las películas cristianas
desplazan o restringen severamente las partes divinamente ordenadas de
la adoración. Estas u otras tradiciones de los hombres por ejemplo,
a menudo dejan tan solo 20 minutos para la predicación.
C. La
sabiduría de Cristo y la suficiencia de las Escrituras son
cuestionadas, por la adición de elementos no ordenados en
la adoración.
El razonamiento detrás de la
adición de elementos no ordenados en la
adoración ilustra cómo esto ocurre. John Owen comenta:
"Tres cosas son generalmente
alegadas para justificar la observancia de tales ritos y
ceremonias en la adoración de Dios: Primero, que
ellas tienden a fomentar la devoción de los
adoradores; segundo, que ellas hacen que la
adoración misma sea gentil y hermosa; tercero, que ellas
son las preservadoras del orden en
la celebración de la adoración. Y por lo
tanto, en base a esto, ellas pueden ser instituidas y
señaladas por algunos y observadas por todos".
Razonar tal
como Owen describe, impugna la sabiduría de
Cristo. Con toda nuestra debilidad, pecado y locura, ¿Acaso nos
dejará Cristo sin una guía adecuada en el muy importante asunto de
la adoración? ¿Acaso nos ha dejado a nosotros quienes estamos en tal
condición espiritual, sin una adoración suficientemente,
hermosa y ordenada para Dios?
Tal forma de razonar no solo está en
desacuerdo con la necesidad de nuestra condición
espiritual, no solo esto, sino que demuestra un gran orgullo
espiritual e impugna también la suficiencia de las
Escrituras. El Dr. Tulloch, un opositor del
principio regulador, intenta evadir este cargo, de que su punto de
vista niega la suficiencia de las escrituras, diciendo que la Biblia
nunca tuvo la intención de ser una norma de
gobierno de la iglesia. El comenta: “Las
Escrituras cristianas son una revelación de la verdad
divina, y no una revelación de la constitución de la iglesia. Ellas no solo no
nos dan el entorno de tal constitución o gobierno, sino que ellas
nunca nos proporcionan un apropiado y conclusivo consejo acerca de
ello".
El texto bíblico clave sobre la
suficiencia de las Escrituras, nos provee el material necesario para destruir
el punto de vista del Dr. Tulloch sobre ellas. 2 Timoteo 3: 16-1 7
es este texto:
"Toda la Escritura es inspirada
por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra':
El hombre de Dios referido
en este texto, no es una referencia a todo creyente individual. Hay
varias razones que nos compelen a identificar como el "hombre de
Dios", más bien a aquel que como Timoteo, estaba encargado de proveer
orden y liderar en la iglesia de Dios.
Tres líneas de evidencia convergen para
justificar esta conclusión.
(1) Hay
el uso de esta frase en Antiguo Testamento. Es claro que en el Antiguo
Testamento esta designación no se usaba
para todos los israelitas piadosos,
sino que estaba
reservada para todos aquellos quienes les
lideraban (Vea Deut. 33:1; 2 Crón.8:14; 2 Rey.l:9; 1 Sam.
2:27). (2) Existe este uso en 1 Tim.6:11. Es claro
que en el contexto completo, Pablo está
pensando de
Timoteo en su carácter oficial de ministro (Vea 1
Tim.1: 18; 5: 17-25; 6:2, 14, 17,20). (3) El
contexto de 2 Tim.3: 17. En el versículo anterior a éste, Pablo está
pensando definitivamente en el ministerio. Las Escrituras
son provechosas para enseñar, redargüir, corregir e instruir; las cuales son
diferentes facetas del ministerio de Timoteo y de todo verdadero Pastor. En los
siguientes versículos el énfasis continúa siendo sobre el ministerio (2 Tim.
4:1-5). Todo esto no niega, antes bien confirma, la suficiencia de las
Escrituras para todo creyente individual. Sin embargo, la suficiencia de las
Escrituras que se enseña en este texto, es su suficiencia
precisamente para el hombre de Dios, quien está a cargo de ordenar la vida y la
adoración de la iglesia de Dios.
2Tim.3: 16-17 nos requiere
plantear esta cuestión a todos aquellos que piensen como el Dr. Tulloch. ¿Es
el ordenar a la iglesia para la gloria de Dios una buena obra la
cual el hombre de Dios es llamado peculiarmente a realizarla?
Entonces, las Escrituras son capaces de equipar completamente al hombre de Dios
para esta tarea. Ellas enseñan al hombre de Dios una forma adecuada del orden
bíblico de la iglesia y los elementos esenciales de la adoración de la Iglesia.
D. La
Biblia condena explícitamente toda adoración que no es mandada por
Dios. (Lev. 10:1-3; Deut. 17:3;
4:2; 12:29-32; Jos. 1:7; 23:6-8; Mat. 15:13;
Col. 2:20-23)
Tres de estos pasajes
merecen un comentario especial. Note primero Deut.
12:29-32.
"Cuando hubiere devastado delante
de ti Jehová tu Dios las naciones a donde tú vas para poseerlas, y las
heredares, y habitares en su tierra, guárdate que no tropieces en pos de
ellas, después que fueren destruidas delante de ti, no preguntes
acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas
gentes a sus dioses, así haré yo también. No harás así a Jehová tu
Dios; porque todo lo que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aún
a sus hijos e hijas quemaban en el fuego a sus dioses. Cuidaréis de
hacer todo lo que yo os mando: no añadirás a ello, ni quitarás de
ello".
En su contexto original, Deut. 12:29-32
es dirigido precisamente a la cuestión de cómo Dios debería ser
adorado (vers.30). La norma dada aquí en respuesta a este
tema, es muy clara. "Cuidaréis de hacer todo lo que yo os
mando: No añadirás a
ello, ni quitarás de ello". (vers.32). Está
claramente implícito que, es una gran tentación para el pueblo de
Dios el ver cómo el mundo adora, y permitir que esto tenga un
impacto formativo sobre nuestras actitudes acerca de la adoración. Una actitud
así, es explícitamente prohibida para el pueblo de Dios.
También
Col.2:23 reprende toda adoración no señalada
por Dios.
"Tales cosas a la verdad tienen
cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, y humildad, y en
duro trato del cuerpo; pero no Tienen valor alguno contra
los apetitos de la carne".
Estos pasajes condenan lo que puede ser
literalmente traducido como "adoración voluntaria". Herbert
Carson declaró la inevitable implicación de esta frase: “Estas
palabras... implican una forma de adoración la cual un
hombre inventa de sí mismo".
Lev.10:1-3 es
la descripción espantosa de lo que
ocurrió a Nadab y Abiú, cuando ellos
desagradaron a Dios en su manera de adorarle.
"Y los hijos de Aarón, Nadab y
Abiú, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos
fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron
delante de Jehová fuego extraño, que él nunca
les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los
quemó, y murieron delante de Jehová. Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo
que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en
presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló".
¿Qué fue lo que trajo sobre ellos tan
horrible juicio? El versículo 1 es explícito. Ellos
"ofrecieron delante de Jehová fuego extraño". El significado de esta
frase "fuego extraño", es explicado en la siguiente cláusula. Este no
era un
fuego Dios había prohibido. En el
hebreo literalmente se lee, que éste era
fuego "que él nunca les mando". El mero hecho de que ellos
desafiaron a Dios al traer fuego no autorizado, trajo una muerte ardiente sobre
ellos.
4. Su Necesaria
Clarificación
El capítulo 1, sección
VI, párrafo 9 de la Confesión de Fe
de Westminster, nos provee una importante clarificación sobre el
principio regulador:
" ... Hay
algunas circunstancias tocante al culto de
Dios y al gobierno de la iglesia, comunes a las acciones
y sociedades humanas, que deben arreglarse conforme a la luz de la
naturaleza y de la prudencia cristianas, pero guardándose siempre
las reglas generales de la Palabra".
Por lo tanto, cuando la Confesión dice
que, lo que no es mandado en la
adoración pública, es prohibido; estamos
hablando de la substancia y las partes principales de la
adoración, no de sus circunstancias. Note las secciones 2 a 6 del
capítulo 21 de la Confesión.
"2. La
adoración religiosa ha de darse a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,
y a él solamente; no a los ángeles, ni a los santos, ni a
ninguna otra criatura; y desde la caída, no sin algún
mediador; ni por la mediación de
ningún otro, sino solamente Cristo.
3. La oración con acción de gracias
siendo una parte natural de la adoración, la exige Dios de todos los
hombres; y para que pueda ser aceptada debe hacerse en el nombre del
Hijo, con la ayuda del Espíritu, conforme a la
voluntad, con entendimiento, reverencia,
humildad, fervor, fe, amor y perseverancia. Cuando se ofrece oración
unida debe ser siempre en un idioma conocido.
4. La oración ha de hacerse por cosas
lícitas, y a favor de toda clase de hombres que ahora viven, o que
vivirán después, pero no de los muertos ni de aquellos de quienes se
pueda saber que hayan cometido pecado de muerte.
5. La lectura de las Escrituras, la
predicación, y el escuchar la palabra de Dios, la instrucción y la
amonestación los unos a los otros por medio de salmos,
himnos y canciones espirituales, el cantar con gracia en
el corazón al Señor, y también la observación del
bautismo y la santa cena: todas
estas cosas son parte de la adoración religiosa
a Dios que ha de ser hecha en obediencia a
Dios, con entendimiento, fe, reverencia y
temor de Dios. También, en ocasiones especiales, se ha de
observar humillación solemne, con ayunos, y acciones de gracias en
una forma santa y reverente.
6. Ahora, bajo el
evangelio, ni la
oración ni ninguna otra parte de la
adoración religiosa están limitadas a un lugar, ni son más
aceptables por el lugar en que se realizan, o hacia el
cual se dirigen; sino que Dios ha de ser adorado en todas
partes en espíritu y en ver- dad; tanto en lo privado en las
familias diariamente, y en secreto cada uno por sí mismo; así
como de una manera más solemne en las
reuniones públicas, las cuales
no han de descuidarse ni abandonarse
voluntariamente o por negligencia, cuando Dios por su palabra y providencia nos
llama a ellas."
Mientras la substancia y las partes de
la adoración pública están limitadas divinamente, Dios ha dejado las
circunstancias de la adoración, para que sean determinadas a la luz
de la naturaleza, la prudencia cristiana y las normas generales de
la Escritura. Naturalmente, esta distinción sugiere una pregunta:
¿Cómo podemos distinguir
entre las partes de la adoración y sus
circunstancias? Para esta importante pregunta tengo tres respuestas.
Primero, el Pastor Bob Fisher en su enseñanza
sobre este asunto, señala que el Capítulo 1, sección 6 de la Confesión limita
estas "circunstancias tocante al culto de Dios y al
gobierno de la iglesia'', a las cosas "comunes a las
acciones y sociedades humanas". Hemos visto que es
la identidad única de la iglesia, la cual requiere su especial
regulación. Entonces, tiene sentido que, las cosas que
la iglesia tienen común con otras sociedades,
deberían ser reguladas en la misma manera en
que aquellas sociedades son gobernadas. En su comentario,
el Pastor Fisher mencionó como ilustración de tales circunstancias:
Los tiempos de reunión, el lugar de la reunión, la
postura en la cual las personas deben atender a las reuniones, si deben
permanecer de pie o sentados en el piso o .en sillas, el orden de la
reunión, si la reunión involucra cantos, si
estos cantos han de ser acompañados por la guitarra, el piano, etc
..
Segundo, 1 Cor.14 contiene dos
ejemplos de tales reglas generales, las cuales Dios demanda
que apliquemos a nuestras
circunstancias específicas. Estas son las reglas de la
edificación y el orden (vers.26 al 40). Dios demanda que
estas dos reglas sean seguidas, sin embargo, El no nos ha dado una detallada
lista de lo que éstas significan en cada situación.
Tercero, las iglesias pueden diferir
hasta el punto donde está trazada la línea divisoria entre las
circunstancias y las partes de la adoración, sin dejar por ello de
ser iglesias verdaderas. Tal como algunas iglesias pueden diferir de
nosotros sobre ciertos asuntos doctrinales sin llegar a convertirse
en herejes; así también las diferencias en este asunto del
principio regulador, no deberían ser causa de división entre las
iglesias. Las diferencias razonables no
deberían ser hechas la fuente de
una división. Dejemos que los pastores de
cada iglesia estén completamente seguros en su propia mente. Las
diferencias en la aplicación del principio
regulador pueden ser toleradas, hasta el punto
que cada iglesia reconozca su identidad
única como la casa de Dios, y sostenga seria-
mente el principio regulador. Nosotros debemos ser
caritativos en tales cosas, a condición de que la substancia del
principio regulador sea sinceramente abrazada.
5. Su Aplicación Práctica
Introducción
Estoy convencido de que, una
clara compresión de esta verdad y un compromiso con el
principio regulador de la iglesia, es absolutamente crucial si
queremos que la reforma bíblica llegue a ser una
realidad en nuestras iglesias.
Permítame trazar su significado en cinco áreas específicas de la
vida de la iglesia.
A. Para el gobierno de la iglesia
Los Puritanos quienes sostuvieron el
principio regulador han estado históricamente
comprometidos con... jus divinum. En
otras palabras, ellos han estado comprometidos con el
concepto de que hay una forma divinamente ordenada para el gobierno de
la iglesia, que nos es dado en la Biblia.
Históricamente, los Anglicanos (comenzando con el tratado
de Hooker sobre el gobierno de la Iglesia de Inglaterra) y muchos otros desde
entonces, han argumentado que Dios ha dejado a la iglesia libre dentro de
principios muy generales, para construir
su propio gobierno. Richard Hooker en
su obra: “Sobre las Leyes de la Política Eclesiástica", niega expresamente
el principio regulador de los Puritanos. Un escritor
comento de ello que, "Su propósito era afirmar el derecho a una libertad
general en base a la Escritura y a la razón".
El punto de vista
de Hooker simplemente ha anticipado la opinión de muchos
evangélicos de hoy en día. Pero
tal opinión solo puede ser aceptada,
mientras uno permanezca en la ignorancia de
la identidad de la iglesia como la Casa de
Dios, y del
principio regulador especial requerido para
la Casa de Dios. Una vez que estas cosas son entendidas, el carácter
superficial y aún profano del punto de vista de
Hooker, resulta evidente.
Ahora, estoy consciente de
que me estoy dirigiendo a hombres con antecedentes y
convicciones eclesiásticas diversas. Por lo tanto,
mi primera exhortación es simplemente esta: En toda su
labor sobre el orden y gobierno de la iglesia, sobre la cual el Espíritu le ha
puesto como sobreveedor para vigilar tales cosas, usted debe
recordar que su iglesia es la casa de Dios. No es su casa para que
sea ordenada de acuerdo a sus propias
tradiciones, imaginaciones o caprichos. Es la casa de Dios y debe ser
ordenada como El expresamente ha revelado en las Escrituras. Sus
reuniones de ancianos, sus reuniones de la
iglesia, o sus directrices ministeriales no tienen derecho de alterar o añadir
a lo que ha revelado la Biblia, respecto al gobierno de la iglesia.
Usted debe imprimir sobre sí mismo, sobre sus compañeros de
liderazgo y sobre su iglesia, la gran realidad de que
solo Dios tiene el derecho de regular los procedimientos de su propia Casa.
Mi segunda exhortación nace de la
primera. Si usted recuerda que la iglesia es
la casa de Dios, y conscientemente se esfuerza por ordenarla
de acuerdo a la mente de Cristo; usted debe creer que la
Palabra de Dios es una revelación suficiente, de
la manera como la iglesia debe ser ordenada. Solamente
una profunda y arraigada confianza en las Escrituras,
hará que usted busque en Ellas corno debe, a fin de que
su ministerio ordene adecuadamente la iglesia de Cristo.
Mi tercera exhortación irá más allá de
estas generalidades y será más específica.
Ahora, nos moveremos del principio regulador mismo, a
lo que creo que son algunas de sus más obvias
enseñanzas e implicaciones para la
iglesia. Aunque esta conferencia es patrocinada por una
iglesia la cual sostiene una Confesión específica que
contiene una eclesiología específica, me siento en
libertad de ser más específico. Si usted
está honestamente en desacuerdo con
mi comprensión de las enseñanzas de la Biblia sobre
algunos de los siguientes puntos, déjeme asegurarle
que no es mi propósito condenarle. Mi
único propósito es hacer implicaciones concretas y específicas
del principio regulador de la iglesia. Estas implicaciones
podrían haberse multiplicado mucho, pero estoy siendo muy selectivo.
La primera de tales implicaciones es que no debería
haber más oficios en la iglesia de
Cristo, sino aquellos dos oficios señalados y
regulados en las Escrituras. Si usted no es un anciano o diácono
bíblicamente calificado, usted no tiene un oficio verdadero en la iglesia
de Cristo. En las iglesias donde yo
crecí, teníamos tres oficiales. Ellos eran los oficios de
anciano, diácono y 'administrador'. Lo que
estoy afirmando es que, no hay un mandato
bíblico o precedente para el oficio de 'administrador', como
algo distinto de los oficios de anciano y diácono en la
iglesia. Por
lo canto, la clarísima aplicación del
principio regulador es que, un oficio como tal no debería
existir y por derecho, debería ser abolido.
La segunda implicación es semejante a la primera.
Los dos oficios de anciano y diácono deben ser ordenados en la
manera como Dios lo ha mandado en las Escrituras. Aquellos que los sustentan
deben estar bíblicamente calificados. Las relaciones entre los
ancianos y los diáconos deben ser ordenadas bíblicamente. Los
diáconos deben entender sus peculiares tareas, y que
ellos están subordinados a los ancianos en la
ejecución de su oficio. Donde quiera que sea bíblicamente
posible, debería existir una pluralidad de
ancianos en una iglesia local. La relación de los oficiales y los
miembros de la iglesia debe estar ordenada bíblicamente,
para que la iglesia comprenda que es su deber someterse a
sus oficiales; y que es
su deber tomar parte en las acciones
congregacionales de asuntos como la
disciplina de la iglesia o la elección de oficiales de la
iglesia.
El liderazgo no debería ser
subdividido en dos o más oficios. Ahora, hermanos, estoy
bien consciente que 1 Tim. 5: 17 enseña que hay diversidad de dones y funciones
y soporte financiero en un solo oficio de anciano. Sin
embargo, esta diversidad nunca debe ser hecha una excusa para que aumentemos
una subdivisión antibiblíca de este oficio, y que este texto venga a ser
"el texto prueba", para sostener el punto de vista de tres oficio en
la iglesia. La terminología semejante a ministro, obispo y aún pastor, no tiene
autorización bíblica, si es usada para distinguir entre el ministro y los
ancianos. En la Biblia los términos anciano o
presbítero, obispo o sobreveedor y pastor, todos ellos designan el
mismo e idéntico oficio (Vea Hech.
20: 17, 28; 1 Pe.5:2; 1 Tim.3:2
con Ef. 4: 11). Históricamente, el uso de
estos términos en una manera no
autorizada por las Escrituras, fue el primer paso en la
temprana iglesia, en el largo camino que le condujo a Roma. Terminología
como Pastor Senior, Pastor Asistente, Pastor Joven es subversiva al gobierno
bíblico de la iglesia. (Nota del traductor: Históricamente, las
iglesias que se alejaron del patrón neotestamentario terminaron desviadas, tal
como la Iglesia de Roma. En la Reforma Protestante del siglo XVI,
algunos grupos salieron de Roma y trataron de volver al
modelo neotestamentario, aunque algunos
lograron solamente una re forma parcial, pues
conservaron el modelo organizacional del Catolicismo y
algo de su sacramentalismo; por ejemplo: La Iglesia Anglicana en
Inglaterra. Esta triste realidad dio lugar al
conflicto entre los puritanos y los anglicanos
que por lo menos al comienzo, estaba centrado en la
doctrina del principio regulador.)
Pero, el principio regulador de
la iglesia tiene una implicación muy importante...
B. Para las tareas de la iglesia
Le recuerdo que algo fundamental del
principio regulador de la iglesia, era su identidad peculiar como la
casa o templo de Dios. La iglesia es el sujeto de la regulación
especial de la Palabra de Dios, precisamente debido a su identidad
única en la sociedad humana. Ni la familia, ni aún el
Estado son sujetos de algo parecido al
principio regulador. La identidad única de la iglesia,
nos conduce directamente a la identidad única de sus funciones o tareas en el
mundo.
Ahora, no es mi propósito
exponer con detalle todo el objeto de las tareas de la
iglesia. De manera similar, tampoco es mi propósito
tratar en forma minuciosa con la esfera de la soberanía de la
iglesia, la familia, y el Estado, como las tres instituciones
mayores que por ordenación divina componen y regulan la sociedad
humana. Pienso que, es obvio para cualquiera que tenga
una apreciación del desarrollo de la doctrina de la 'soberanía de la esferas'
en la tradición Reformada, que Dios ha dado distintas tareas a la
familia, al Estado y a la iglesia. Esta es la clara enseñanza de la
Biblia y la clara implicación del principio regulador mismo. Esto me
sugiere tres deberes de la iglesia que están clara y estrechamente
relacionados:
Primero, Se requiere que la iglesia
cumpla cuidadosamente sus distintas tareas. La iglesia debe definir
y comprender claramente, la función
peculiar que Dios le ha dado. La
iglesia debe poner a trabajar sus recursos y
esfuerzos, para lograr el cumplimiento de estas tareas.
Segundo, la iglesia debe
evitar cuidadosamente usurpar o
entrometerse en aquellas funciones que
son propiamente del Estado o de la familia.
Precisamente, el peligro es el mismo como hemos señalado en uno de los
argumentos para el principio regulador. La introducción de prácticas extra
bíblicas dentro de la adoración, inevitablemente
tenderá a anular y disminuir la adoración mandada por
Dios. De la misma manera, la
introducción de funciones extra bíblicas en
la iglesia, inevitablemente tenderá a
anular y disminuir las tareas que Dios le ha
encomendado. Si la iglesia de Dios siente una necesidad de funcionar
como un partido político o como una institución de
educación general,
habrá una tendencia inevitable a
olvidar su única y exaltada identidad, como el
templo o la iglesia de Dios.
Tercero, la iglesia debe abstenerse cuidadosamente dé
renunciar a sus propias tareas y permitir que otras esferas de
la sociedad realicen su función única y
peculiar. Esta es la gran razón del porque
han proliferado las
organizaciones Para-iglesia. Pero, mis amigos, en última
instancia, ciertamente que ninguna otra institución puede realizar y
realizar bien las tareas de la iglesia,
como la
iglesia misma. En la actualidad,
continuamente escuchamos o estamos diciendo, que la
iglesia
no puede realizar las funciones que
Dios le ha encomendado, que ella debería
hacer. Yo no creo esto. De hecho,
creo que solamente la iglesia puede
realizar adecuadamente las tareas que le
han sido divinamente ordenadas. Solamente
la iglesia puede mantener la adoración
pública de Dios. Solamente la iglesia puede cumplir
con la gran comisión: Solamente la iglesia puede
discipular, bautizar, y enseñar a los discípulos a que guarden todos los
mandamientos de Cristo. Solamente la iglesia puede
entrenar adecuadamente a sus propios líderes. ¿Qué
sentido tiene que permitamos a las universidades
o
los colegios, que no están bajo el
cuidado de la iglesia local, entrenar a
los futuros líderes de nuestras
iglesias? Es obvio, que si algo cae dentro de
la esfera de acción de la iglesia, es el
entrenamiento de sus propios futuros predicadores y maestros.
Hermano, es
crucial que usted aprecie las implicaciones del principio
regulador para las tareas de la
iglesia. Estoy convencido de que, solamente
cuando usted comience a apreciarlas, comenzará a
tener una visión de lo que la
iglesia de Cristo debería
de ser. Es
solo entonces que usted comenzará a
entender en forma práctica lo Pablo dijo en Ef. 3:21, 'A él sea gloría
en la iglesia por Cristo Jesús, por todas edades del siglo de los siglos·
C. Para la adoración de la iglesia
Frecuentemente, el principio regulador de
la adoración es visto como algo
represivo y negativo. En
realidad es algo muy positivo y
liberador. Se requiere que los grandes
elementos de la adoración evangélica
ordenada en la Palabra de Dios,
tengan el lugar central en la adoración de la iglesia. Es frecuente que, cuando las
iglesias sienten que su
adoración es fría, sin vida, y tradicional, comiencen a buscar por
alguna nueva ceremonia, programa o
innovación que haga que
se animen los feligreses.
¡Qué terrible testimonio
es este de la carnalidad e ignorancia
de tales iglesias!
Hermanos, la manera para que la
adoración de Dios sea viva, poderosa y real, no es el camino de la innovación y
la novedad. Sino el regreso a los grandiosos requerimientos de la
adoración evangélica. Si el pueblo languidece y muere bajo tales
ordenanzas, entonces ellos deberían morir; y ninguna otra cosa más será
suficiente para resucitarles a la vida espiritual.
Entonces, hermanos, permítanme
encargarles mantener la centralidad de la lectura y proclamación de la Palabra
en la adoración de Dios. Si algo fue
central en las iglesias del Nuevo Testamento, fue ésto (Vea 1
Tim.4: 13; Hech. 2:42; 20:7-9; 1 Cor.14). Esto significa que el
lugar predominante en la adoración de Dios debería ser dado a la
proclamación y la lectura de su Palabra. Esto puede significar
largos servicios y sermones. Pues que sea así.
Además, permítanme
encargarles mantener la centralidad de la alabanza
congregacional de Dios, en la
adoración. Esta también es una parte
prominente de la adoración del Nuevo Testamento (Vea Mat.
26:30; 1 Cor. 14:15,26; Ef. 5:19; Col. 3:16).
También, permítanme animarles a
mantener la centralidad de la oración en su adoración (Vea Hech.
2:42; 1 Cor.14: 13-17). Es la costumbre de mi propia iglesia
realizar una reunión a
media semana, dedicada a
la oración. Mientras que yo tenga algo que decir al respecto, ésta
será nuestra costumbre.
¿Cómo podemos decir que
nosotros creemos en la absoluta soberanía de Dios en la salvación y en la
edificación de la iglesia, y no tener reuniones fijas de
la iglesia para orar por su bendición y ayuda?
Permítanme finalmente
animarles a mantener la centralidad de las grandes ordenanzas de la
iglesia, en su adoración. Ciertamente que el bautismo,
las reuniones de la membresía de la iglesia, el día del
Señor, la Cena del Señor, la elección de oficiales y la disciplina de
la iglesia son aspectos prominentes de la vida de la
iglesia. Predicamos sobre el deber del
bautismo y la membresía de la iglesia, porque nosotros
creemos que son ordenanzas importantes del evangelio.
Pero hay una
implicación final del principio regulador a la cual no
debemos pasar por alto. Esta se refiere a la
instrucción de este principio...
D. Para la mujer en la iglesia
Recientemente, en Grand Rapids,
Michigan donde yo vivo, (que es la sede de la Iglesia Cristiana
Reformada de Norteamérica y en África del Sur) algunas denominaciones
Reformadas han votado para aprobar y permitir que la mujer ocupe el
oficio de anciano o pastor en la iglesia. Estas circunstancias hacen
que la instrucción que usted ha recibido hoy respecto al
principio regulador, tenga un gran
significado. Porque estoy convencido de que el objeto de
la mujer en la iglesia, es uno de los más claros ejemplos, de la
operación del principio regulador en el Nuevo
Testamento. Déjeme explicar que es lo que quiero decir.
En los dos pasajes mayores del Nuevo
Testamento que regulan la conducta de la mujer en la iglesia, es muy
claro que las direcciones dadas, tienen una
aplicación inmediata solo en las reuniones formales de la
iglesia. En otras palabras, el ámbito de las órdenes dadas en ambos 1 Cor.
14:33b-35 y 1 Tim. 2:8-14, es la iglesia local. (Lea ambos pasajes.
La referencia de las palabras "en todo lugar", en 1
Tim. 2:8 es a todo lugar donde la iglesia se
reúne para adorar). Además, la instrucción dada en estos pasajes no
debe y no puede ser aplicada fuera de las reuniones de la
iglesia. Esto significa que, sin una clara distinción entre lo que
es la iglesia, y lo que no es la iglesia, esta instrucción no puede ser
obedecida. Por supuesto, hay una distinción entre la iglesia como el
templo de Dios y otras instituciones o reuniones de la sociedad
humana, la cual es demandada aquí por el principio regulador.
Todo esto no quiere decir, que no hay
instrucciones en este pasaje que no puedan ser recogidas, acerca de
cómo la mujer debe conducirse fuera de la
iglesia. Sin embargo, esto me conduce a
otro aspecto de estos pasajes, que considero que debe ser muy
claramente comprendido. Las instrucciones que encontramos en este pasaje, son
aplicaciones inspiradas de más principios generales a la vida de la
iglesia. En 1 Cor.14:34 la mención que hace
Pablo de la ley ilustra
esto. "Vuestras mujeres callen en
las congregaciones; porque no les es permitido
hablar, sino que estén sujetas, como también
la ley dice". En ninguna parte la ley prohíbe hablar
a la mujer en la iglesia. Sin embargo, la ley enseña el
principio del liderazgo del varón, el cual Pablo con su autoridad
apostólica, aplica a la iglesia en la manera que
él cuidadosamente delinea en 1 Cor. 14 y 1
Tim.2.
¿Qué tiene que ver todo esto con el
principio regulador? Solo esto, el punto principal de la mayoría de
las feministas cristianas se reduce a exigir que las direcciones de 1 Cor. 14 y
1 Tim. 2, no deben ser autoritativas para la iglesia de Cristo en la
actualidad. Pero, hermanos, esto no es ni más
ni menos que una negación del principio regulador. Porque
el principio regulador consiste en esto, que Cristo de una vez por
todas ha ordenado la vida de su iglesia, su templo, a
través de sus inspirados apóstoles representativos. Negar la
relevancia de estas direcciones a la iglesia, es negar la relevancia de uno de
los aspectos del principio regulador. Es separar a la iglesia de su
principio regulador apostólico. Es poner a la iglesia en una
posición donde el principio regulador es
transgredido dos veces. Primero se echa a un lado la ley
de Cristo, y segundo, se le añade a través de la insistencia de que la
mujer puede tomar lugares de liderazgo en la
vida de la iglesia. Por lo tanto, el principio
regulador simplemente afirma los derechos regios de Jesús como Rey de
Su iglesia. La sentencia de la cabeza de la iglesia contra
todos aquellos que se entrometen
con los derechos reales del Rey Jesús, se encuentra en
1 Cor. 14: "Si alguno a su parecer, es
profeta, o espiritual, reconozca lo que os
escribo, porque son mandamientos del Señor, Pero si alguno no reconoce
esto, él no es reconocido" (1 Cor. 14:37-38 YKJ). La versión
actualizada en Español traduce al versículo 38
en la siguiente manera: “Pero si alguien lo ignora, él
será ignorado." (1 Corintios 14:38, RVA).
RECURSO PDF ORIGEN: EL PRINCIPIO REGULADOR DE LA IGLESIA
Samuel E. Waldron, Pastor de la
Iglesia Bautista Reformada, Gran Rapids, Michigan, EUA (Esta conferencia fue dada originalmente en África
del Sur en 1995)
Soli Deo Gloria