Teniendo, por tanto, tal esperanza, hablamos con mucha franqueza. (2 Corintios 3:12)
Veo a
muchos hombres que pretenden predicar el Evangelio de la gracia de Dios en
Cristo Jesús, involucrados en una gran cantidad de confusión y debate de
irrelevancias complicadas. Gracias a Dios por aquellos que, por su gracia y
poder, predican la simplicidad clara y clara que está en Cristo Jesús. Si los
niños pequeños no pueden entender (intelectualmente) su evangelio, entonces su
evangelio no tiene valor.
Sé que
la verdad debe ser revelada por Dios y que es insondable, pero el Evangelio que
predicó nuestro Señor no fue confuso o difícil de entender. Incluso aquellos
que lo odiaban (a él) y que alguna vez aprendieron pero que nunca pudieron
llegar a conocer la verdad, entendieron claramente lo que estaba diciendo,
aunque estaban espiritualmente ciegos. No necesitabas un léxico para referirte
a cuando nuestro Señor predicó. No llevaba una pizarra con él, garabateaba
diagramas y tablas cronológicas, o hacía interminables y complejos estudios de
palabras.
La
gente está muriendo y yendo al Infierno mientras los Doctores en Teología están
divagando por horas sin una sola vez, simplemente diciéndole a alguien cómo un
pecador puede ser salvado por la gracia gratuita de Dios en Cristo Jesús. Qué
triste ver esto, pero Pablo dice teniendo esta esperanza, y estando
completamente persuadido de que Dios nos ha hecho capaces y suficientes
ministros del Evangelio, nos ha llamado y calificado para tal servicio; y dado
que tenemos tal ministerio comprometido con nosotros, que tanto excede en
gloria el ministerio de Moisés, un ministerio no de muerte y condenación, sino
del Espíritu y de justicia; no que es abolida y eliminada, sino que permanece y
permanecerá, a pesar de toda la oposición del infierno y la tierra.
Es así que hablamos con toda franqueza en palabras claras e
inteligibles, no ambiguas: o "osadía"; no le tememos a los hombres ni
a los demonios; no estamos aterrorizados por las amenazas, las cadenas, el
encarcelamiento y la muerte misma: o la "libertad de expresión";
hablamos toda nuestra mente, que es la mente de Cristo; declaramos todo el
consejo de Dios, escondemos y no ocultamos nada que sea provechoso para las
iglesias; no debemos dejarnos intimidar por el terror, ni atraernos por las
adulaciones de los hombres para cubrir la verdad; lo decimos claramente,
claramente, con toda evidencia y perspicacia.
Soli Deo Gloria