“Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo.” Proverbios 4:20-22
Los Proverbios son la instrucción sabia
de un padre para su hijo. ¡Que gran bendición cuando Dios provee padres sabios
para que instruyan a sus hijos! Pero, por supuesto, el más grandioso instructor
es el más sabio que todos, el Padre Celestial que instruye a sus amados hijos a
través de su palabra.
Estos versículos denotan la intensidad
de la instrucción de este Padre. No es una casualidad o sin cuidado. Hay un
llamado urgente a apegarse al consuelo de Dios, a mantenerse firme en la verdad
de la Escritura. La amonestación para mantener estas palabras en el corazón es
esencial. Una cosa es conocer la palabra de Dios en la cabeza, y ahí solamente.
Pero que importante es que la palabra sature profundamente e influencie
nuestros corazones. Nuestros corazones constantemente necesitan corrección,
dirección, perspectiva Divina y esperanza. Esto proviene de la palabra de Dios.
Cuando escuchas la palabra de Dios
predicada, ora a Dios para que te ayude a mantenerla en la profundidad de tu
corazón. Cuando leas, memoriza y medita en la escritura, pídele a Dios que
avive e impacte tu alma, en lugar de que sean hechos impotentes y secos.
En este pasaje, el Padre le dice al
hijo, “Estas palabras son para tu vida!” No tratemos la palabra insignificante
y descuidadamente, más bien con urgencia y necesaria para la vida.
Soli Deo
Gloria