1. Yo creo que mi
único fin tanto en la vida como en la muerte debe ser glorificar a Dios y
disfrutar de él para siempre; y que Dios me enseña cómo glorificarle en su
santa Palabra, es decir, la Biblia, la cual él había dado por inspiración
infalible de su Espíritu Santo a fin de que yo ciertamente pueda conocer lo que
debo creer concerniente a él y los deberes que él requiere de mí.
2. Yo creo que Dios
es un Espíritu, infinito, eterno e incomparable en todo lo que él es; un solo
Dios pero en tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, mi Creador,
mi Redentor y mi Santificador; en cuyo poder y sabiduría, justicia, bondad y
verdad yo puedo poner con seguridad mi confianza.
3. Yo creo que los
cielos y la tierra, y todo lo que en ellos hay, son la obra de las manos de
Dios; y que todo lo que él ha hecho lo dirige y gobierna en todas sus acciones;
de tal manera que ellas cumplan el fin para el cual fueron creadas, y yo que
confío en él no seré avergonzado sino podré con seguridad descansar en la protección
de su amor todopoderoso.
4. Yo creo que Dios
creó al hombre a su imagen, en conocimiento, justicia y santidad, y entró en un
pacto de vida con él sobre la única condición de la obediencia como deber del
hombre; de tal manera que por pecar deliberadamente en contra de Dios ese
hombre cayó en pecado y miseria en la cual yo he nacido.
5. Yo creo, que,
estando caído en Adán, mi primer padre, soy por naturaleza un hijo de ira,
bajo la condenación de Dios y estoy corrompido en cuerpo y alma, inclinado al
mal y merecedor de la muerte eterna; del cual espantoso estado no puedo ser
liberado salvo a través de la gracia inmerecida de Dios mi Salvador.
6. Yo creo que Dios
no ha dejado al mundo perecer en su pecado, sino por un gran amor con el que lo
amó, desde toda la eternidad de pura gracia ha escogido para sí mismo una
multitud que ningún hombre puede contar, para liberarlos de su pecado y
miseria, y de ellos edificar nuevamente en el mundo su reino de justicia; en
cuyo reino yo puedo estar asegurado de tener parte si me afianzo en Cristo el
Señor.
7. Yo creo que Dios
ha redimido a su pueblo para sí mismo a través de Jesucristo nuestro Señor;
quien, aunque era y por siempre continúa siendo el Hijo eterno de Dios, sin
embargo nació de mujer, bajo la ley, para que pudiera redimir a los que están
bajo la ley: creo que él cargó la pena debida a mis pecados en su propio cuerpo
sobre el madero, y cumplió en su propia persona la obediencia que le debo a la
justicia de Dios, y ahora me presenta ante su Padre como su posesión adquirida,
para la alabanza de la gloria de su gracia para siempre; por lo cual
renunciando a todo mérito mío, pongo toda mi confianza solamente en la sangre y
justicia de Cristo Jesús mi redentor.
8. Yo creo que
Jesucristo mi redentor, quien murió por mis ofensas fue resucitado para mi
justificación, y ascendió a los cielos, donde está sentado a la diestra del
Padre Todopoderoso, continuamente intercediendo por su pueblo, y gobernando
todo el mundo como la cabeza sobre todas las cosas para su Iglesia; de tal
manera que no necesito temer de ningún mal y puedo con seguridad saber que nada
me puede arrebatar de sus manos y nada me puede separar de su amor.
9. Yo creo que la
redención obtenida por el Señor Jesucristo se aplica eficazmente a todo su
pueblo por el Espíritu Santo, quien obra la fe en mí y de ese modo me une a
Cristo, me renueva a la entera imagen de Dios, y me capacita más y más para
morir al pecado y vivir a la justicia; hasta que, esta obra de gracia habiendo
sido completada en mí, yo seré recibido en gloria; en cuya gran esperanza
permaneciendo, tengo siempre que luchar para la santidad perfecta en el temor
de Dios.
10. Yo creo que Dios
requiere de mí, bajo el evangelio, primero que todo, que, por un verdadero
sentir de mi pecado y miseria y una aprehensión de su misericordia en Cristo,
deba alejarme con dolor y odio del pecado y recibir y descansar en Jesucristo
solamente para salvación; de tal manera, que estando así unido a él, yo pueda
recibir perdón por todos mis pecados y ser aceptado como justo ante los ojos de
Dios solamente por la justicia de Cristo imputada a mí y recibida por fe
solamente; y únicamente de esta manera y nada más yo creo en verdad poder ser
recibido dentro del número y tener derecho a todos los privilegios de los hijos
de Dios.
11. Yo creo que,
habiendo sido perdonado y aceptado en nombre de Cristo, se requiere de mí
también que camine en el Espíritu que él ha adquirido para mí, y por quien el
amor es derramado ampliamente en mi corazón; cumpliendo la obediencia que debo
a Cristo mi Rey; fielmente llevando a cabo todos los deberes puestos sobre mí
por la santa ley de Dios mi Padre celestial; y siempre reflejando en mi vida y
conducta, el ejemplo perfecto que ha sido establecido para mí por Jesucristo mi
Líder, quien ha muerto por mí y me ha concedido su Santo Espíritu para que yo
pueda hacer las buenas obras que Dios ha preparado de antemano para que
anduviese en ellas.
12. Yo creo que Dios
ha establecido su Iglesia en el mundo y le ha dotado con el ministerio de la
Palabra y las santas ordenanzas del Bautismo, la Cena y la Oración del
Señor; a fin de que a través de éstos como medios, las riquezas de su
gracia en el evangelio puedan darse a conocer al mundo, y, por la bendición de
Cristo y la obra de su Espíritu en ellos que por la fe las reciben, los
beneficios de la redención puedan ser comunicados a su pueblo; por lo cual
también se requiere de mí que atienda a estos medios de gracia con diligencia,
preparación y oración, de tal manera que a través de ellos yo pueda ser
instruido y fortalecido en la fe, y en la santidad de vida y en el amor; y que
yo use de mis mejores esfuerzos para llevar este evangelio y comunicar estos
medios de gracia a todo el mundo.
13. Yo creo que así
como Jesucristo ha venido una vez en gracia, así también él vendrá por segunda
vez en gloria, para juzgar al mundo en justicia y asignarle a cada uno su
recompensa eterna; y creo que si muero en Cristo, mi alma será en la muerte
hecha perfecta en santidad e irá a casa con el Señor; y cuando él regrese con
su majestad, yo seré levantado en gloria y hecho perfectamente bendito en el
pleno goce de Dios por toda la eternidad: alentado por tal esperanza bendita se
requiere de mí voluntariamente participar en sufrir privaciones aquí como buen
soldado de Cristo Jesús, siendo asegurado de que si muero con él también viviré
con él, si persevero, también reinaré con él.
Y a Él, mi Redentor,
junto con el Padre,
y el Espíritu Santo,
Tres Personas, un solo Dios,
sea la gloria para siempre, hasta el fin del mundo,
Amén, y Amén.
Soli Deo
Gloria
1. Yo creo que mi
único fin tanto en la vida como en la muerte debe ser glorificar a Dios y
disfrutar de él para siempre; y que Dios me enseña cómo glorificarle en su
santa Palabra, es decir, la Biblia, la cual él había dado por inspiración
infalible de su Espíritu Santo a fin de que yo ciertamente pueda conocer lo que
debo creer concerniente a él y los deberes que él requiere de mí.
2. Yo creo que Dios
es un Espíritu, infinito, eterno e incomparable en todo lo que él es; un solo
Dios pero en tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, mi Creador,
mi Redentor y mi Santificador; en cuyo poder y sabiduría, justicia, bondad y
verdad yo puedo poner con seguridad mi confianza.
3. Yo creo que los
cielos y la tierra, y todo lo que en ellos hay, son la obra de las manos de
Dios; y que todo lo que él ha hecho lo dirige y gobierna en todas sus acciones;
de tal manera que ellas cumplan el fin para el cual fueron creadas, y yo que
confío en él no seré avergonzado sino podré con seguridad descansar en la protección
de su amor todopoderoso.
4. Yo creo que Dios
creó al hombre a su imagen, en conocimiento, justicia y santidad, y entró en un
pacto de vida con él sobre la única condición de la obediencia como deber del
hombre; de tal manera que por pecar deliberadamente en contra de Dios ese
hombre cayó en pecado y miseria en la cual yo he nacido.
5. Yo creo, que,
estando caído en Adán, mi primer padre, soy por naturaleza un hijo de ira,
bajo la condenación de Dios y estoy corrompido en cuerpo y alma, inclinado al
mal y merecedor de la muerte eterna; del cual espantoso estado no puedo ser
liberado salvo a través de la gracia inmerecida de Dios mi Salvador.
6. Yo creo que Dios
no ha dejado al mundo perecer en su pecado, sino por un gran amor con el que lo
amó, desde toda la eternidad de pura gracia ha escogido para sí mismo una
multitud que ningún hombre puede contar, para liberarlos de su pecado y
miseria, y de ellos edificar nuevamente en el mundo su reino de justicia; en
cuyo reino yo puedo estar asegurado de tener parte si me afianzo en Cristo el
Señor.
7. Yo creo que Dios
ha redimido a su pueblo para sí mismo a través de Jesucristo nuestro Señor;
quien, aunque era y por siempre continúa siendo el Hijo eterno de Dios, sin
embargo nació de mujer, bajo la ley, para que pudiera redimir a los que están
bajo la ley: creo que él cargó la pena debida a mis pecados en su propio cuerpo
sobre el madero, y cumplió en su propia persona la obediencia que le debo a la
justicia de Dios, y ahora me presenta ante su Padre como su posesión adquirida,
para la alabanza de la gloria de su gracia para siempre; por lo cual
renunciando a todo mérito mío, pongo toda mi confianza solamente en la sangre y
justicia de Cristo Jesús mi redentor.
8. Yo creo que
Jesucristo mi redentor, quien murió por mis ofensas fue resucitado para mi
justificación, y ascendió a los cielos, donde está sentado a la diestra del
Padre Todopoderoso, continuamente intercediendo por su pueblo, y gobernando
todo el mundo como la cabeza sobre todas las cosas para su Iglesia; de tal
manera que no necesito temer de ningún mal y puedo con seguridad saber que nada
me puede arrebatar de sus manos y nada me puede separar de su amor.
9. Yo creo que la
redención obtenida por el Señor Jesucristo se aplica eficazmente a todo su
pueblo por el Espíritu Santo, quien obra la fe en mí y de ese modo me une a
Cristo, me renueva a la entera imagen de Dios, y me capacita más y más para
morir al pecado y vivir a la justicia; hasta que, esta obra de gracia habiendo
sido completada en mí, yo seré recibido en gloria; en cuya gran esperanza
permaneciendo, tengo siempre que luchar para la santidad perfecta en el temor
de Dios.
10. Yo creo que Dios
requiere de mí, bajo el evangelio, primero que todo, que, por un verdadero
sentir de mi pecado y miseria y una aprehensión de su misericordia en Cristo,
deba alejarme con dolor y odio del pecado y recibir y descansar en Jesucristo
solamente para salvación; de tal manera, que estando así unido a él, yo pueda
recibir perdón por todos mis pecados y ser aceptado como justo ante los ojos de
Dios solamente por la justicia de Cristo imputada a mí y recibida por fe
solamente; y únicamente de esta manera y nada más yo creo en verdad poder ser
recibido dentro del número y tener derecho a todos los privilegios de los hijos
de Dios.
11. Yo creo que,
habiendo sido perdonado y aceptado en nombre de Cristo, se requiere de mí
también que camine en el Espíritu que él ha adquirido para mí, y por quien el
amor es derramado ampliamente en mi corazón; cumpliendo la obediencia que debo
a Cristo mi Rey; fielmente llevando a cabo todos los deberes puestos sobre mí
por la santa ley de Dios mi Padre celestial; y siempre reflejando en mi vida y
conducta, el ejemplo perfecto que ha sido establecido para mí por Jesucristo mi
Líder, quien ha muerto por mí y me ha concedido su Santo Espíritu para que yo
pueda hacer las buenas obras que Dios ha preparado de antemano para que
anduviese en ellas.
12. Yo creo que Dios
ha establecido su Iglesia en el mundo y le ha dotado con el ministerio de la
Palabra y las santas ordenanzas del Bautismo, la Cena y la Oración del
Señor; a fin de que a través de éstos como medios, las riquezas de su
gracia en el evangelio puedan darse a conocer al mundo, y, por la bendición de
Cristo y la obra de su Espíritu en ellos que por la fe las reciben, los
beneficios de la redención puedan ser comunicados a su pueblo; por lo cual
también se requiere de mí que atienda a estos medios de gracia con diligencia,
preparación y oración, de tal manera que a través de ellos yo pueda ser
instruido y fortalecido en la fe, y en la santidad de vida y en el amor; y que
yo use de mis mejores esfuerzos para llevar este evangelio y comunicar estos
medios de gracia a todo el mundo.
13. Yo creo que así
como Jesucristo ha venido una vez en gracia, así también él vendrá por segunda
vez en gloria, para juzgar al mundo en justicia y asignarle a cada uno su
recompensa eterna; y creo que si muero en Cristo, mi alma será en la muerte
hecha perfecta en santidad e irá a casa con el Señor; y cuando él regrese con
su majestad, yo seré levantado en gloria y hecho perfectamente bendito en el
pleno goce de Dios por toda la eternidad: alentado por tal esperanza bendita se
requiere de mí voluntariamente participar en sufrir privaciones aquí como buen
soldado de Cristo Jesús, siendo asegurado de que si muero con él también viviré
con él, si persevero, también reinaré con él.
Y a Él, mi Redentor,
junto con el Padre,
y el Espíritu Santo,
Tres Personas, un solo Dios,
sea la gloria para siempre, hasta el fin del mundo,
Amén, y Amén.
Soli Deo
Gloria