miércoles, 19 de julio de 2017

Predicando con mucha Franqueza


Teniendo, por tanto, tal esperanza, hablamos con mucha franqueza. (2 Corintios 3:12)

Veo a muchos hombres que dicen predicar el Evangelio de la gracia de Dios en Cristo Jesús, pero están involucrados en confusiones y debates  irrelevantes. Gracias a Dios por aquellos que por su gracia y poder predican con mucha franqueza y sencillez que es en Cristo Jesús. Si los niños pequeños no pueden entender (intelectualmente) su evangelio, entonces su evangelio no tiene valor.

Sé que la verdad debe ser revelada por Dios y que es insondable, pero el Evangelio que nuestro Señor predicó no fue confuso o difícil de entender. Entonces  aquellos que rechazan nunca pudieron llegaran al conocimiento de la verdad. Pero aquellos que oían la claridad de su evangelio, llegaron a entender lo que Jesús  estaba diciendo, aunque estaban espiritualmente ciegos antes de oír con claridad.

La gente se está muriendo y va al infierno mientras que los doctores de la teología están discutiendo por horas en redes sociales, centros académicos etc. Seamos sinceros con las personas como pecadores que son y que solamente necesitan oir el evangelio con mucha franqueza.

He oído hablar de una hermosa niña que vendía violetas en la calle. Esta niña tenía que llevar todas las noches a su pobre y miserable choza las violetas que le sobraban. A fuerza de hacer esto, llegó a decir que odiaba el perfume de esa flor por haberse acostumbrado a él, "¡Qué extraño!", exclamó alguien. Sin embargo, eso mismo es lo que dicen algunos de los que oyen el evangelio. Temo, sobre todas las cosas, que vuestro olfato se acostumbre tanto a la agradable fragancia de la Rosa de Sarón y del Lirio de los Valles que su aroma os llegue a causar náuseas.

Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;  a saber, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación. Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios! Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El. (2 Corintios 5:18-21)
Soli Deo Gloria