Muchos cristianos dicen
afirmar la suficiencia de la Escritura, pero en su real pensamiento y práctica
la niegan. La doctrina afirma que la Biblia contiene información suficiente
para alguien, no solamente para encontrar la salvación en Cristo, sino para,
subsecuentemente, recibir instrucción y dirección en todos los aspectos de su
vida y sus pensamientos, sea por declaraciones explícitas de la Escritura, o
por inferencias sacadas de ella directamente.
La Biblia contiene todo lo
que es necesario para construir una verdadera y comprensiva cosmovisión
cristiana que nos capacite para tener una verdadera visión de la realidad. La
Escritura nos transmite, no solamente la voluntad de Dios en los aspectos
generales de la fe y conducta cristiana, pero, al aplicar preceptos bíblicos,
podemos también conocer su voluntad en nuestras decisiones específicas y
personales. Todo lo que necesitamos saber como cristianos es encontrado en la
Biblia, sea en el ámbito familiar, del trabajo o de la iglesia.
Pablo escribe que la
Escritura no es solamente divina en su origen, sino que también lo es en su
objetivo:
“Toda la Escritura es
inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente
preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3.16-17).
La implicación necesaria
es que los medios de instrucción extra bíblicos, tales como visiones y
profecías, son innecesarias, aunque Dios pueda aún proveerlos, cuando fuera de
su agrado.
Los problemas ocurren
cuando los cristianos sustentan una posición que equivale a negar la
suficiencia de la Escritura en entregar instrucción y dirección comprensivas.
Algunos se quejan que en la Biblia falta información específica que alguien
necesita para tomar decisiones personales; en tanto, a la luz de las palabras de
Pablo, se debe entender que la falta reside en esos individuos, y no en el
hecho de que la Biblia sea insuficiente.
Aquellos que niegan la
suficiencia de la Escritura carecen de la información que necesitan, por causa
de su inmadurez espiritual y su negligencia. La Biblia es de veras suficiente
para dirigirlos, pero son negligentes en el estudio de ella. Algunos también
exhiben fuerte rebelión e impiedad. Aunque la Biblia se dirija a sus
situaciones , se niegan a someterse a sus mandamientos e instrucciones. Ellos
rechazan aceptar el método de recibir dirección de la Escritura pero exigen que
Dios los dirija a través de visiones, sueños y profecías, cuando Él les dio
todo lo que necesitan a través de la Biblia.
Cuando Dios no atiende sus
demandas ilegítimas de dirección extra bíblica, algunos incluso deciden
buscarla a través de métodos prohibidos tales como astrología, adivinación y
otras prácticas ocultas. La rebelión de ellos es tal que, si Dios no provee la
información deseada en los moldes prescritos por ellos, se obstinan a obtenerla
del diablo.
El conocimiento de la
voluntad de Dios no viene de la orientación extra bíblica sino de una
comprensión intelectual y de la aplicación de la Escritura. El apóstol Pablo
escribe:
“No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(Romanos 12:2).
La teología cristiana debe
afirmar, sin reservas, la suficiencia de la Escritura como una fuente completa
de información, instrucción y dirección. La Biblia contiene toda la voluntad
divina, incluyendo la información que alguien necesite para su salvación,
desarrollo espiritual y dirección personal. Ella contiene información suficiente,
de forma que, si alguien la obedece completamente, estará cumpliendo la
voluntad de Dios en cada detalle de su vida. Pero siempre que él comete pecado
es porque falla en obedecerla completamente. Aunque nuestra obediencia nunca
alcance perfección en esta vida, eso no significa que en la Biblia no exista
toda la información que necesitamos para vivir una vida cristiana perfecta.
Soli Deo Gloria