Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt.
28:19).
Juan Calvino fue de los primeros protestantes en tener una
visión misionera de largo alcance. Su plan de extender la fe reformada a toda
Europa le permitió establecer comunidades calvinistas muy rápidamente. Y también
hubo intento en Latinoamérica, tan temprano como el 1556, un grupo de
catorce pastores y estudiantes de teología fue enviado a Brasil desde Ginebra
por Juan Calvino. Desafortunadamente, esta expedición no tuvo mucho fruto.
Luego de su llegada, “uno de los pastores escribió que había escuchado a
algunos de sus compatriotas gloriarse en su libertinaje con algunos de los
nativos, y hasta se unieron en su canibalismo”.
La tradición reformada llegó gracias al ímpetu misionero del
propio Calvino, quien envió estas expediciones a las costas del actual
territorio de Brasil (isla Serigipe). Algunos hugonotes franceses, con dos
pastores enviados por Calvino y la Compañía de Pastores de Ginebra.
Poco después, el protestantismo fue prohibido en lo que era
en ese momento una colonia francesa. España y Portugal controlaban la mayor
parte de América Latina, y estos dos países hicieron un gran esfuerzo para que
el protestantismo se mantuviera alejado de las tierras recién descubiertas.
La Santa Inquisición también jugó un papel significativo.
Establecida en Enero del 1569 y terminada en 1820, por cerca de 250 años este
“santo” oficio cruel ejerció con terror en el nuevo continente a través de tres
centros en nuestro continente: México, Colombia y Perú.
Calvino, al igual que años antes Lutero, utilizó sus
escritos para difundir sus doctrinas. Su obra magna, Institución de la Religión
Cristiana, fue traducida a varios idiomas y constituye el intento más
sistemático de poner en orden las creencias cristianas. Una de las
características de las misiones calvinistas fue si internacionalismo. La
separación de Iglesia y Estado fue una de las máximas del reformador. Esto nos
puede parecer extraño, ya que Calvino tenía mucho poder en Ginebra, pero el
poder no era político, más bien consistía en una supervisión moral de la
sociedad.
El calvinismo, a pesar de nacer en el seno de una comunidad
de carácter francófono, no tardó en extenderse por diferentes culturas.
Durante el siglo XVI, el calvinismo se extendió por Los
Países Bajos, Alemania, Francia, Inglaterra, Hungría, Polonia, Lituania,
Escocia, Nueva Inglaterra y otros países.
El sistema calvinista de evangelización era muy simple. Se
enviaba a dos misioneros formados en la Academia. Los enviados se habían
licenciado en teología, pero sobre todo pertenecían a las comunidades que
evangelizaban. De esta manera, no había problemas de adaptación cultural.
Cuando llegaban a la ciudad, se presentaban a las máximas
autoridades a las que les explicaban el evangelio. Si estas aceptaban, las
puertas de la ciudad se habrían a la predicación. Poco a poco iban bajando
social y políticamente hasta que predicaban a la gente común. Gracias a este
modelo, consiguieron que muchos nobles y gobernante se hicieran protestantes,
facilitando el apoyo político a la causa calvinista.
A pesar de la gran oposición que hubo en países como
Francia, la extrema sencillez de las enseñanzas calvinistas y la simplicidad
del culto, atrajo a decenas de miles de fieles, que estaban cansados de una
Iglesia Católica ritualista, opulenta y que excluía a los seglares de la vida
de la Iglesia.
El sistema funcionó a la perfección y muy pocos países se resistieron al influjo del reformador francés.
El sistema funcionó a la perfección y muy pocos países se resistieron al influjo del reformador francés.
Soli Deo Gloria