Quizá el asunto más importante que esta enfrentando la
iglesia hoy es el asunto de la autoridad. ¿Quién o qué tiene el derecho y
la autoridad de determinar qué creemos y cómo debemos vivir? La respuesta
a esa pregunta, no mucho tiempo atrás, fue muy elemental – al menos para los
cristianos evangélicos. La Palabra de Dios era la autoridad final sobre
todas las áreas de fe y práctica. Uno de los gritos de guerra de la Reforma fue
sola Scriptura – la Escritura solamente. Esto simplemente quiere decir que la
base final de autoridad y verdad es la Escritura. La Escritura tiene la
última palabra sobre todo lo que creemos y cómo vivimos esas creencias. Más que
eso, la Biblia fue vista como suficiente. Es decir, lo que la Palabra tiene que
decir es útil para equiparnos para toda buena obra (2 Timoteo 3:17).
Nadie afirma que la Escritura es exhaustiva en todos los temas – o aun señala
alguno (e.j., las matemáticas). Pero donde no da instrucciones directas
proporciona principios por los cuales podríamos examinar y evaluar todas las
cosas “que pertenecen a la vida y la piedad” (2 Pedro 1:3). Que la
Escritura afirma de sí mismo tal autoridad y suficiencia es ampliamente
aceptado basada en numerosos pasajes (e.g., Juan 17:17; Marcos 12:24; Lucas
11:25; 16:27-31; Hebreos 4:12; Santiago 1:25; 1 Pedro 2:2; Hechos 20:20-32;
Salmo 19, 119; 2 Timoteo 3:15-17; 2 Pedro 1:3; Mateo 5:17-20; 12:18-27;
26:52-54; Lucas10:25-26; 16:17). Pero, en la mayoría de los casos, la
iglesia evangélica hoy no cree esto. La autoridad y la suficiencia de la
Palabra de Dios están siendo suplantadas a cada paso. Sin embargo, antes de que
observemos la iglesia moderna, demos marcha atrás y consideremos el pasado
reciente. Lo que esta transcurriendo hoy tiene un anillo familiar a eso.
Esto ya ha sucedido antes – y esto no hace mucho tiempo.
LA EPISTEMOLOGÍA
El asunto de la autoridad mayormente se ocupa de la
epistemología, es decir, el cómo descubrimos y determinamos la verdad.
Sin correr a velocidad de conejo filosófico de los cuales hay muchos, la
respuesta es que nuestro conocimiento de la verdad debe venir de una fuente.
Estando reducidas las posibilidades “básicas”, las fuentes de la verdad están
limitadas a tres:
Los Seres Humanos
Si uno cree que los seres humanos son la fuente final de la
verdad quedamos todavía con la pregunta epistemológica de cómo descubrimos esta
verdad. James Draper y Kenneth Keathley dan esta visión general útil:
La persona manteniéndose firme en la razón humana (o el
racionalismo) cree que ella misma es su autoridad final. La pregunta
entonces es ¿cuál es el método que el individuo usará para probar sus
afirmaciones de la verdad. Las opciones disponibles para él pueden ser
clasificadas bajo tres encabezamientos: El racionalismo, el empirismo, y el
misticismo. El racionalista cree que él o ella pueden determinar cuál es la
verdad por la razón solamente, por habilidades innatas o naturales dentro de la
mente humana. El empírico coloca su confianza en la experimentación y en la
observación de fenómenos de sentido, afirmando como verdad sólo aquello que
puede ser físicamente demostrado. Finalmente, tenemos al místico, quien niega
el racionalismo y empirismo porque él reconoce que el individuo no es capaz de
conseguir la verdad final tampoco por la razón o la observación. El
místico, sin embargo, cree que el individuo posee habilidades extra-racionales
que le permiten intuir la verdad. La verdad, según el místico, no puede ser
conocida objetivamente; solo puede ser encontrada subjetivamente. No importa
cuál de los tres enfoques sean empleados por la razón humana, todos ellos tienen
en común esto: Hacen al individuo el árbitro final de la verdad.
La Religión
Dentro de la tradición cristiana esto es mejor representado
por la Iglesia Romana. Según la teología católica, es la Iglesia la que
nos ha dado la Biblia y, por consiguiente, la autoridad final descansa en la
Iglesia. La Iglesia Romana técnicamente no afirmaría sostener puntos de vista
en contra de la Escritura, pero es la Iglesia la que interpreta la Escritura y
tiene libertad de agregarle. Por consiguiente, cualquier contradicción
aparente, decir por ejemplo el rezarle a María o a los santos, se resuelve con
la afirmación de Roma respecto a la autoridad.
La Revelación
Si Dios existe, no es difícil de creer que él se haya
comunicado a la humanidad. La Biblia mantiene ser esa revelación. Los
cristianos conservadores a todo lo largo de las épocas, y especialmente desde
la Reforma, han reconocido la afirmación exclusiva de que las Escrituras son la
Palabra de Dios completa y final para esta era. Esto no es decir que no han
existido muchos usurpadores para esta afirmación.
El Ayer y el Hoy
Uno de los grandes retos enfrentados por los cristianos en
el pasado no tan distante se basó en varias fuentes: El racionalismo alemán, la
alta crítica, la iluminación del pensamiento, etc., Finalmente evolucionando en
lo que nosotros llamamos hoy el liberalismo cristiano. El padre del liberalismo
es usualmente reconocido como Friedrich Schleiermacher (1768-1834), profesor de
teología en la Universidad de Berlín. Uniéndosele a muchos sistemas filosóficos
populares con la Cristiandad, Schleiermacher vino a desconfiar de cualquier
forma de autoridad. Pero él no quiso negar el cristianismo, reconociendo que el
género humano necesita religión. Él sacó en conclusión que la revelación proposicional
acerca de Dios puede ser defectuosa o aún inexistente pero, puesto que el
hombre necesita una experiencia religiosa, el caparazón del cristianismo debe
ser retenido. La Biblia puede ser poco fiable, con errores, poco confiable para
desarrollar entorno de vida, pero aún es posible experimentar a Dios a través
de expresiones religiosas. El fundamento puede estar ausente, pero en
cierta forma las paredes aun están firmes. Tales personas están
convencidas de que encuentran a Dios cuando se conectan con la “chispa sagrada”
encontrada en cada ser humano, a través de prácticas místicas, o través de
experiencias subjetivas. Son indiferentes con la autoridad la Escritura – para
ellos la Biblia está plagada de errores, pero eso no tiene importancia con tal
de que puedan tener una relación existencial con Dios – o al menos, así es lo
que piensan. William James, ciertamente no es cristiano evangélico, hizo de
nuevo una observación astuta cien años atrás acerca de la invasión del
pensamiento liberal dentro de la Cristiandad:
El avance del liberalismo, así llamado, en el cristianismo,
durante los últimos cincuenta años, medianamente puede ser llamado una victoria
de conciencia sana dentro de la iglesia sobre la morbosidad con la cual la
antigua teología de las llamas del infierno estaba más armoniosamente
relacionada. Tenemos ahora a congregaciones enteras cuyos predicadores, lejos
de exagerar nuestra conciencia de pecado, parecen dedicarse más bien a
menospreciarlo. Ignoran, o aun niegan, el castigo eterno, e insisten en la
dignidad en vez de la depravación del hombre. Consideran la preocupación
continua del cristiano anticuado con la salvación de su alma como algo
enfermizo y reprensible en vez de admirable; y una actitud sanguínea y
‘muscular’, la cuál para nuestros antepasados habría parecido puramente pagana,
se ha convertido ante sus ojos un elemento ideal del carácter cristiano.
No estoy cuestionando si son correctos o no lo son, sólo señalo el cambio.
La valoración de James hace a un moderno tocar el timbre
para ella. El liberalismo antiguo ha estado disminuyendo en las últimas
décadas, pero ciertamente no se ha desvanecido. Más bien, se ha combinado con
otros hilos teológicos errantes y se ha transformado en varias formas. Tome por
ejemplo los comentarios recientes el columnista afiliado y el sacerdote
Episcopal liberal, Tom Ehrich, escribe:
Describa a una congregación suburbana próspera, colóquela
entre casas grandes y colegios privados, poblado por profesionales y jóvenes
familias, una vez conocida por su vitalidad intelectual, ahora agréguele su
adhesión a la ortodoxia de la Biblia. La predicación allí, dice un miembro,
raras veces se desvía de una palabra por la explicación palabra por palabra de
textos asignados. Las clases de educación de adultos tienden a ser “conducidas
por personas que consideran que la Biblia es “inerrante” y no permiten
cuestionar. Nunca escuchamos una exploración abierta y honesta de lo que
significa vivir como un cristiano en el mundo de hoy”. Claramente, alguna suerte
de retirada está en proceso. Al igual que todas las retiradas, afirma
base moral elevada. Pero lo que veo en la “tierra del libre y la casa del
valiente” es la conformidad dogmática (miedo a la libertad) y la intolerancia
(miedo al otro). Lo que me preocupa es el surgimiento de un grupo base de
liderazgo religioso que no vacila en convertir el miedo en furia, el odio y
echándole toda la culpa a. Ellos, de todas las personas, deberían tener mejor
criterio. Deberían saber que la respuesta al miedo es fe, no odio. Deberían
saber que Jesús no señaló a los enemigos, ni lanzó cruzadas de moral o guerras
de cultura de salario. Él no ejercitó un control mental con sus discípulos. Él
no insistió en una forma de pensar o de creer, él no fue legalista, rígido o
conformista (énfasis mío).
¡Esto suena como a los discursos rimbombantes del
liberalismo pasado de moda – pero ¡espere! Muchos dentro del
evangelicalismo hacen eco de la misma tonada. Declararse a favor de la verdad
es tanto como fuera de moda. John MacArthur señala el punto: “ya no se
estima necesario luchar por la verdad. De hecho, muchos evangélicos ahora lo
consideran maleducado y falto de amor afirmar cualquier punto de doctrina “.
El liberalismo ha unido fuerzas con el posmodernismo para
desafiar las enseñanzas de la Biblia. Entretanto, muchos en el
evangelicalismo están sentados al lado queriendo ser tolerantes y tratando de
amedrentar e intimidar a cualquiera que defienda el discernimiento. Es
poco admirable entonces que una ola nueva de liberalismo esté pasando sobre el
cristianismo. La iglesia sensible al buscador es vista por muchos como
simplemente el liberalismo antiguo disfrazado, pero eso no es totalmente
cierto. La iglesia sensible al buscador tiene evade muchas verdades
bíblicas, pero aún acepta las doctrinas más cardenalicias y aún busca
proclamar el evangelio, aunque su mensaje a menudo está fuera de balance con el
Nuevo Testamento. Pero la iglesia sensible al buscador ha dado a luz a un
movimiento nuevo llamado la iglesia emergente. La iglesia emergente toma
en conclusión lógica lo qué la iglesia sensible al buscador inició. Vistiendo
todo en un atuendo religioso postmoderno la iglesia emergente rápidamente está
rechazando y socavando casi toda la teología bíblica. En otras palabras la
iglesia emergente es el nuevo liberalismo nuevo. El evangelicalismo
cosecha lo que ha sembrado.
Pero qué acerca de todo el interés espiritual que es
evidente. Libros cristianos y éxitos musicales. Mega-iglesias
llenas a reventar. Algunos proclaman que podemos estar en el centro del
máximo avivamiento desde Pentecostés. En respuesta, estoy de acuerdo con una
evaluación de la encuesta Gallup de hace algunos años atrás. “Tenemos un
avivamiento de sentimientos, pero no del conocimiento de Dios. La iglesia de
hoy está siendo dirigida más por sentimientos que por convicciones.
Valoramos más el entusiasmo que el compromiso informado”.
¿Si esto es cierto por qué pocos están notándolo?
Déjeme hacer algunas sugerencias:
1. Porque los comercializadores de este acercamiento al cristianismo
se han vuelto expertos en dar a las personas lo que desean. Michael Horton
escribe: “a todo lo largo de la literatura profética, notamos un tema común –
los falsos profetas dicen a las personas lo que quieren oír, bautizandolo con
nombre de Dios, y sirviéndolo como la última palabra de Dios hacia Su pueblo”.
2. Porque la centralidad de la Palabra de Dios ha estado
sutilmente reemplazada con substitutos inferiores pero agradables. La enseñanza
y la predicación sistemática de la Biblia han sido desplazadas en muchas
iglesias por el entretenimiento, el drama, los conciertos, los actos cómicos, y
cosas por el estilo. Por una cantidad de décadas la teoría psicológica ha
estado usurpando la autoridad de la Escritura. El propósito de muchas iglesias ya
no es la santificación y la salvación sino más bien la terapia. Y,
progresivamente, el misticismo y las revelaciones extra-bíblicas reemplazan la
Biblia.
3. Porque tantos dentro del evangelicalismo van a la deriva
con la marea de opinión y pensamiento mundano. Pascal dijo: “Cuándo todo está
se mueve a la vez, nada parece moverse, tal como en buque de tabla. Cuando todo
el mundo se mueve hacia la depravación, nadie parece moverse, pero si alguien
se detiene, éste pone de manifiesto a los demás que se apresuran actuando como
un punto fijo”.Comentando sobre esta declaración Douglas Groothious escribió:
“El punto fijo en un mundo que cambia es la verdad bíblica y todo lo que está
de acuerdo con ella” Precediendo a esta declaración de Pascal, Groothuis
dice esto: “se nos ha dicho que los cristianos deben intercambiar su énfasis de
la verdad objetiva a la experiencia común, de la discusión racional a la
recurso subjetivo, de la ortodoxia doctrinal a las prácticas relevantes. He
razonado… que esta maniobra es ni más ni menos que fatal para la integridad
cristiana y el testimonio bíblico. Es también filosóficamente ilógica. Tenemos
algo mucho mejor por ofrecer”.
Pedro nos dice: “Como todas las cosas que pertenecen a la
vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder” (2 Pedro 1:3a).
¿Cómo son encontradas esta vida y esta piedad? “mediante el conocimiento
de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (1:3b). ¿Y dónde es
encontrado el conocimiento de Cristo? En la preciosa Palabra de Dios. No
es extraño que Pedro nos alentó a “desead, como niños recién nacidos, la leche
espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro
2:2). ¿Por qué alimentarse en el abrevadero de la sabiduría mundana o de la
experiencia mística cuando tenemos la revelación final, completa e infalible de
Dios que puede “hacernos sabios para la salvación” (2 Timoteo 3:15), y
prepararos “para toda buena obra” (2 Timoteo 3:17)? Estoy de acuerdo con
Groothuis, nosotros los cristianos creyentes de la Biblia tenemos algo mejor
que ofrecer.
Fuente: evangelio.blog
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