¿Es la adoración a Dios sólo música?
La antigua Confesión Bautista de Fe 1689 cita en su capítulo 22 respecto a la “adoración”:
La lectura de las Escrituras,1 la predicación y la
audición de la Palabra de Dios,2 la instrucción y la amonestación los unos a
los otros por medio de salmos, himnos y cantos espirituales, el cantar con
gracia en el corazón al Señor,3 como también la administración del
bautismo4 y la Cena del Señor:5 son parte de la adoración religiosa a Dios que
ha de realizarse en obediencia a él, con entendimiento, fe, reverencia y
temor piadoso; además, la humillación solemne,6 con ayunos, y las acciones de
gracia en ocasiones especiales, han de usarse de una manera santa y
piadosa.7
1. Hch. 15:21; 1 Ti. 4:13; Ap. 1:3. 2. 2 Ti. 4:2; Lc.
8:18.
3. Col. 3:16; Ef. 5:19. 4. Mt. 28:19,20. 5. 1 Co.
11:26.
6. Est. 4:16; Jl. 2:12; Mt. 9:15; Hch. 13:2,3; 1 Co.
7:5. 7. Ex. 15:1-19; Sal. 107.
Hay una idea errónea, popularizada especialmente en el
siglo XX, respecto a limitar la adoración al canto congregacional. Canto
congregacional, en el mejor de los casos, ya que hubo un desdoblamiento de la
música, incluso como expresión de la iglesia. Ese desdoblamiento del que
hablamos, es el surgimiento de conjuntos musicales, también llamados “grupos de
adoración”, donde la música para Dios se da como una expresión independiente de
otros aspectos bíblicos de igual importancia. Así como el mundo tiene sus
recitales y artistas, la iglesia copió un poco esa forma, sólo que bajo el
matiz de la “adoración a Dios”, y potenció por medio de los instrumentos y los
adelantos de la tecnología tanto la música que, si se permite la expresión, la
arrancó a tirones del seno de la iglesia.
No vemos en la iglesia primitiva que su culto se divida
en cultos de adoración (de música exclusiva, recitales) y por otro lado estén
los cultos regulares (predicación de la Palabra y oración). También es errado
pensar que cuando tenemos nuestro culto, la parte de los cantos son la
adoración, y que luego se pasa a otra sección “totalmente distinta”, como por
ejemplo la predicación de la Palabra.
De acuerdo a los texto mencionados al principio,
podemos enumerar las siguientes cosas como actos de la misma adoración a Dios:
LECTURA DE LAS ESCRITURAS
No es dar un mensaje, es simplemente leer la Biblia y
dejar que esta hable por sí misma al corazón de la congregación. Tenemos casos
en el Antiguo Testamento donde se leía la ley al pueblo de Israel, tanto a
pequeños como a grandes . Por ejemplo en Nehemías 9:3 se nos dice que hicieron
una lectura que les llevó la cuarta parte del día. Lamentablemente en muchos de
nuestros cultos, la lectura de la Biblia no ocupa ni la décima parte de su
tiempo. Leer las Escrituras es un acto de adoración a Dios.
LA PREDICACIÓN Y LA AUDICIÓN DE LA PALABRA
Rara vez los predicadores nos damos cuenta que mientras
predicamos, adoramos a Dios. Pero también los oyentes olvidan que, escuchar la
predicación de la Biblia, es una acto de adoración. Aquella iglesia que es muy
viva en la música, pero que a la hora del sermón se suscitan bostezos y
actitudes de desgano (como la parte aburrida de la reunión); ha
confundido adoración por mera emoción carnal. Cantar con indiferencia a Dios es
tan condenable como escuchar con poca atención. Debemos amar y adorar a Dios
con todas nuestras fuerzas, mente y corazón. Son las mismas fuerzas activas de
nuestro ser que tendrían que estar por igual de presentes al escuchar la
predicación.
LA CENA DEL SEÑOR Y EL BAUTISMO
Quizá no se den bautismos todas las semanas, pero sí la
Cena del Señor con mayor periodicidad. Otra cosa que en cierta forma se ha
menospreciado en las últimas décadas, es la Cena del Señor como expresión
integral de la adoración. A muchas iglesias les parecería una locura si se les
pidiera que dejaran de cantar en uno sus cultos, por una semana, pero a la Cena
del Señor le dan un tratamiento secundario, como si fuera algo “no apropiado”,
y por eso se celebra de forma muy temporal, y casi a escondidas. Vemos que la
iglesia primitiva perseveraba en el “partimiento del pan” (Hechos 2:42), y que
la Cena del Señor era un acto público de la iglesia (me refiero a sus miembros
bautizados). ¡Es difícil concebir cómo el mayor medio de gracia para la
iglesia, donde se anuncia la muerte, resurrección y segunda venida de Cristo,
en considerado como un acto que no tiene que ver con la adoración a Dios en
nuestros días! Por el contrario, las Escrituras nos muestras que la Cena
del Señor, es el acto por excelencia de adoración de la iglesia. La comunión
con Cristo implica adoración (1Corintio 10:16).
LA AMONESTACIÓN DE UNOS POR OTROS Y LA EDIFICACIÓN
Nos damos cuenta por 1Corintios 14:26 que la iglesia
primitiva era una iglesia participativa y plural. No era tan rígido como: uno
“preside los cantos” y “el otro predica”. Con esto, aclaro, que no estoy a
favor de aquellos grupos que son “tan espirituales”… que nadie trae preparado
un sermón principal, o preside la alabanza. Los dos extremos son malos; una
liturgia cerrada que reduce la participación individual de la iglesia a su mínina
expresión, tanto como una improvisación desfachatada donde todos son
predicadores (y déjenme recordar que para eso el Señor da dones específicos).
No todo el cuerpo puede ser “boca” (Comp. 1Co 12:17). Pero lo cierto es que,
cuando un hermano trae un testimonio, un motivo para agradecer a Dios, así como
una petición, y lo expresa en medio de la congregación, ¡eso es también parte
de la adoración!
LA ORACIÓN
Por supuesto, la oración casi siempre la relacionamos
con adoración. Pero puede pasar que a veces, en las oraciones públicas, que las
personas están más preocupadas en lo que pensarán los oyentes, más que prestar
atención que “es a Dios a quién se están dirigiendo”. Muchas veces es fácil
darse cuenta cuando una oración realizada por alguien es un mero discurso, o
cuándo se trata de un acto real de adoración. Según Efesios 6:18, entendemos
que la oración es un acto profundo de súplica en el Espíritu. Ni más ni menos
que una adoración en Espíritu y en verdad.
LA ADORACIÓN POR MEDIO DE LA MÚSICA EN SI MISMA
Esto ha sido una gran bendición para la iglesia pero
también un motivo de grandes desvíos. Creo que no cabrían los foros, blog,
libros y sitios de Internet del mundo para discutir asuntos de qué cantar, cómo
cantar, que instrumentos (o no) usar. Creo que considerando los aspectos
anteriores, la música es una perla más que se une al precioso collar de la
adoración. Una iglesia que prioriza la lectura de las Escrituras, donde se
predica una sana doctrina, un buen entendimiento de las ordenanzas, un orden
tanto en la expresión individual como en las oraciones, creo que por ende
tendrá una música, tanto en letra como en melodía, acorde a sus estándares espirituales.
La adoración como expresión congregacional, tendría que verse, repito,
como un collar de perlas, ¡todas son iguales y bonitas! Así como todos los
aspectos de la adoración están en equilibrio. Otra cosa es un “collar de
caracoles” donde todos son diferentes en tamaños formas y colores. Así son
muchas iglesias cuando empiezan a fragmentar los aspectos de la adoración, o
priorizan algunos aspectos que otros. Para las muchachitas de las
costas será muy simpático usar un collar de caracoles, pero la “esposa del
Cordero” que tiene que asistir a la boda, es un honor usar un collar de perlas.
Con este ejemplo digo, que no podemos adorar a Dios de cualquier forma y menos
mezclando costumbres de este mundo.
La iglesia fue redimida por la sangre de Cristo para
llevarla a Dios, y su fin es adorarlo de todo su corazón, de toda su mente y
sus fuerzas.
Todos los aspectos de la adoración deben ser hechos con
temor y reverencia. ¡Por lo tanto, el aspecto congregacional de la adoración
debe ser muy cuidado!
Y yo en la multitud de tu misericordia entraré en tu casa: adoraré hacia el templo de tu santidad en tu temor. (Salmo 5:7)
Soli Deo Gloria