Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. (Stg. 1:13 -14)
Te vi ayer cuando comenzabas tus tareas diarias. Te
levantaste sin ni siquiera orar a tu "Dios". En todo el día no
hiciste nada de oración; de hecho, ni recordaste bendecir tus alimentos. Eres
muy desagradecido con tu Dios, y eso me gusta de ti. También me agradaba la
enorme flojera que demuestras siempre en lo que se refiere a tu crecimiento
cristiano. Rara vez lees la Biblia y cuando lo haces estás cansado. Oras muy
poco y muchas veces recitas palabras que no meditas. Por cualquier pretexto
llegas tarde o faltas a tus reuniones de formación. ¿qué decir de tus quejas?,
al cooperar en la evangelización u ofrenda. Todo eso es útil para mí. No puedo
describirte como me alegra que en todo éste tiempo en que estás siguiendo a tu
Dios, no hayas cambiado tu manera de comportarte. Tantos años, y sigues como al
principio, crees que no tienes nada que cambiar. Me encantas. Recuerda que tú y
yo hemos pasado muchos años juntos, y aún te detesto. Es más, te odio porque
odio a tu Padre. Solamente te estoy usando para molestarlo. Él me echa del
Cielo y yo voy a utilizarte mientras pueda para vengarme de Él. Mira ignorante,
tu eres tan idiota que me has cedido tu existencia y yo voy a hacer que vivas
un verdadero infierno en vida. Aún estaremos juntos doblemente, y esto
realmente va a dolerle a tu Dios. Con tu cooperación voy a mostrar quien
realmente es el que gobierna tu vida. Con todos los momentos rendidos que nos
hemos pasado. Hemos disfrutado juntos muchas películas XXX, y ¿qué decir de las
veces que hemos ido a los "espectáculos artísticos en vivo?" Aquel
día de tu debilidad con aquella persona simpática, ¡qué bien nos la pasamos!.
Pero más me agrada que no te arrepientes, sino que reconoces que eres joven y
tienes derecho a gozar la vida, piensas que solo eres cuerpo y no tienes un
alma que guardar para la eternidad. No hay duda: eres de los míos. Disfruto
mucho los chistes colorados que dices, y que escuchas. Te ríes por lo gracioso
de ellos, yo me río de ver a un hijo de Dios participando en eso. El hecho es
que ambos la pasamos bien. La música, vulgar y de doble sentido que escuchas me
encanta. ¿Cómo sabes cuales son los grupos que me gusta escuchar? También
disfruto mucho cuando difamas y te revelas contra tu Dios. Me siento feliz
cuando te veo bailando y haciendo ese tipo de movimientos que tanto fascinan,
¡cómo lo disfruto! Ciertamente cuando vas y te diviertes sanamente, me
desilusionas, pero no hay problema, siempre habrá otra oportunidad. Hay veces que
me haces servicios increíbles cuando das malos ejemplos a los niños o cuando
les permites que se desvíen de su inocencia, por medio de la televisión o cosas
por el estilo. Son tan perceptivos que fácilmente imitan lo que ven. Te lo
agradezco mucho. Lo que más me agrada es que rara vez tengo que tentarte, casi
siempre caes por tu cuenta. Buscas los momentos propicios, te expones a
situaciones peligrosas; buscas mis ambientes. Si tuvieras algo de sesos
cambiarías de ambiente y compañías; recurrirías a la Iglesia y entregarías
realmente tu vida al que dices llamar "tu Dios", y aún vivir más el
resto de tus años bajo la guía del Espíritu Santo. No acostumbro enviar este
tipo de mensajes, pero eres tan conformista espiritualmente que no creo que vayas
a cambiar. No mal entiendas, aún te odio y no me interesas en lo más mínimo. Si
te busco es porque me agrada tu manera de comportarte y hace quedar en ridículo
a Jesucristo. Tu enemigo que te odia. Satanás, o como me quieras llamar.
Desde el principio del tiempo, el instinto del hombre lea
sido echarle las culpas de su pecado a otro. El antiguo autor que escribió la
historia del primer pecado en el Jardín del Edén era un psicólogo estupendo con
un conocimiento profundo del corazón humano. Cuando Dios enfrentó a Adán con su
primer pecado, la respuesta de Adán fue: «La mujer que me diste para que
estuviera conmigo me dio del árbol, y por eso lo comí.» Y cuando Dios enfrentó
a la mujer con su acción, Le contestó: «Fue la serpiente la que me engañó para
que comiera.» Adán dijo: "Yo no tengo la culpa. Fue Eva.» Y Eva dijo:
"Yo no tengo la culpa. Fue la serpiente»
Los humanos siempre hemos sido expertos en el arte de la
evasión. Les echamos las culpas a las circunstancias, a los demás, hasta a
nuestro propio temperamento, por el pecado del que somos culpables. La causa
del pecado está en nosotros mismos.
Santiago reprende firmemente ese .punto de vista. Para él,
lo único que es responsable del pecado son los malos deseos de cada uno. El
pecado sería inoperante si no hubiera nada en la persona a lo que apelara. El
deseo es siempre algo que se puede alentar o rechazar. Se puede controlar y
hasta, por la gracia de Dios; eliminar, si no se deja para mañana. Pero si
dejamos que los pensamientos se nos vayan por ciertos senderos, y los pasos nos
lleven a ciertos lugares, y los ojos se fijen en ciertas cosas... fomentamos el
deseo. Uno siempre puede entregarse a Cristo y ocuparse de cosas buenas tan
totalmente que no le quede ni tiempo ni sitio para los malos pensamientos. Es
para los desocupados para los que Satanás encuentra faenas que hacer. Son la
mente indisciplinada y el corazón no comprometido los que son vulnerables. Si
se alienta el deseo suficientemente, seguir o que traerá consecuencias. El
deseo engendra la acción.
Los mandamientos de Dios, y los tratos de su providencia,
prueban los corazones de los hombres, y muestran la disposición que prevalece
en ellos. Pero nada pecaminoso del corazón y la conducta puede ser atribuido a
Dios. Él no es el autor de la escoria, aunque su prueba de fuego la deja al
descubierto. Los que culpan del pecado a su constitución o a su situación en el
mundo, o pretenden que no lo pueden evitar, dejan mal a Dios como si Él fuese
el autor del pecado. Las aflicciones, como enviados de Dios, están concebidas
para sacar a relucir nuestras virtudes, pero no nuestras corrupciones. El
origen del mal y de las tentaciones está en nuestros propios corazones.
Detén los comienzos del pecado o todos los males que sigan
serán totalmente cargados a tu cuenta. Dios no se complace en la muerte de los
hombres, como que no tiene mano en el pecado de ellos, pero el pecado y la
miseria, se deben a ellos mismos.
Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra
Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que
viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la
carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.
Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. (Ro. 8:7-9).
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él
mana la vida. (Prov. 4:23)
Inclina tu oído y oye las palabras de los sabios, Y
aplica tu corazón a mi sabiduría. (Prov. 22:17)
Soli Deo Gloria