¿Para quién es el Culto? CBL 1689
1. La luz
de la naturaleza muestra que hay un Dios, que tiene señorío y soberanía sobre
todo; es justo, bueno y hace bien a todos; y que, por lo tanto, debe ser
temido, amado, alabado, invocado, creído y servido con toda el alma, con todo
el corazón y con todas las fuerzas.1 Pero el modo aceptable de
adorar al verdadero Dios fue instituido por él mismo, y está de tal manera
limitado por su propia voluntad revelada que no se debe adorar a Dios
conforme a las imaginaciones e invenciones de los hombres o a las sugerencias de
Satanás, ni bajo ninguna representación visible ni en ningún otro modo no
prescrito en las Sagradas Escrituras.2
1. Jer. 10:7;
Mr. 12:33.
2. Gn. 4:1-5;
Ex. 20:4-6; Mt. 15:3,8-9; 2 R. 16:10-18; Lv. 10:1-3; Dt. 17:3; 4:2; 12:29-32;
Jos. 1:7; 23:6-8; Mt. 15:13; Col. 2:20-23; 2 Ti. 3:15-17.
Confesión Bautista de 1689, Cap. 22 Párr.
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¿Para quién es el culto? "Para Dios, es claro", viene la respuesta. "El
culto es nuestra respuesta a la gracia de Dios. En el culto damos a Dios la
alabanza y la honra que El merece. Es verdad que nosotros podemos recibir algo
en el culto, podemos ser edificados, pero ese es un elemento menor y secundario
del culto. El culto es teocéntrico".
¿Culto "Verdaderamente
Reformado"?
Eslogan como este han buscado definir el culto "Verdaderamente Reformado" en nuestros días. El énfasis es comprensible, visto que el culto moderno infundido con el carácter de la cultura pop se ha vuelto profundamente narcisista. Y en relación a ese culto sensorial que busca que lo sensitivo, centrado en las necesidades del adorador, escritores reformados insisten en que el culto se relaciona con nuestro dar, no con nuestro recibir. Aunque suena como reformada, esa perspectiva es en la mejor de las hipótesis, una media verdad; falsa, en la peor de las hipótesis, y definitivamente mas arminiana que reformada.
Pero después de todo ¿qué esta
incorrecto en decir que el culto es para Dios? Para comenzar, eso significa que
el culto es puramente nuestra respuesta a Dios. Eso da a entender el siguiente
cuadro: en algún lugar, fuera de la ocasión del culto, Dios me salvo. He sido
salvo, tengo el deber de reunirme con el pueblo de Dios para agradecerle por Su
misericordia y alabarlo por Su grandeza. Fuera de las puertas de la Iglesia, yo
busque y encontré la gracia de Dios. Una vez dentro de ella, no soy mas alguien
que busca la gracia , sino alguien que da gracias. No obstante es imposible que
cualquier acción humana sea una respuesta pura y simple. Admitir esa
posibilidad es asumir que podemos ser autónomos e independientes de Dios: una
vez que El hizo una obra en nosotros, podemos responder a El sin necesitar
contar con su continua operación en nuestras vidas. Eso es claro, es
exactamente lo que la teología reformada niega.
La Escritura no dice meramente que Dios
obra primero, y después nosotros respondemos. Ella dice que incluso cuando
damos, estamos simultáneamente y principalmente recibiendo. Consecuentemente,
no es que somos recipientes de la gracia de Dios hasta que crucemos la puerta.
Pero confiamos en la obra de Dios en nosotros en el culto tanto como en
cualquier otro lugar, y es solamente porque actuamos por el poder del Espíritu
que nuestras acciones en el culto traen honra a Dios.
El culto, como todo lo demás en la vida
cristiana, es por la gracia a través de la fe. Entrar por las puertas de una
iglesia no transforma de modo mágico arminianos en calvinistas.
Los Medios de Gracia
El segundo problema con esa perspectiva es que ella niega implícitamente el entendimiento reformado concerniente a los medios de gracia. De acuerdo con todas las Confesiones Reformadas, la Palabra y los Sacramentos son medios de gracia auténticos y efectivos, por medio de los cuales el Espíritu otorga la presencia y el poder de Cristo resucitado a los fieles de Dios.
"¿Cuáles son los medios externos a
través de los cuales Cristo comunica los beneficios de la redención?,
"la palabra, los sacramentos y la oración... a todos los cuales
hace él eficaces para la salvación de los elegidos". La Palabra y
los sacramentos son los principales focos del culto y ambos son medios de Dios
para "comunicarnos beneficios". El culto, así no se refiere principalmente
a lo que nosotros hacemos ante el rostro de Dios, pero se refiere
principalmente a lo que Dios esta haciendo en nosotros.
El culto del día del Señor es una
acción divina: Él nos llama a Su presencia; El declara nuestros pecados
perdonados; Él nos habla palabras de consuelo, reprensión y aliento; Él nos
alimenta en su mesa; y nos invita a entrar, nosotros entramos; cuando Él nos
absuelve de nuestros pecados, nosotros alabamos Su gracia en Su Hijo; nosotros
nos estremecemos ante sus amenazas y creemos en sus promesas: nosotros comemos
y bebemos de su banquete; y cuando él nos manda de vuelta , nos vamos. Pero
esas son respuestas y dependen de la obra del Espíritu.
¿Suposiciones/ Premisas Humanistas?
Nosotros nos congregamos, en primer lugar, porque creemos que Dios prometió hacer ciertas cosas por nosotros. Ese parece ser el fundamento de lo que se puede llamar "culto en busca de lo sensitivo" pero nada puede estar más lejos de la verdad. En realidad, los errores del culto contemporáneo tienen raíces en las propias suposiciones que estoy atacando aquí. El culto contemporáneo no está firme en la convicción de que la Palabra y los Sacramentos son medios de gracia genuinos. Es por eso que todo se ha convertido sustituto para la predicación de la Palabra y para la administración de los Sacramentos- historias y anécdotas, teatros de títeres, obras, sea como fuere. Los cultos contemporáneos no se basan en la premisa de que es Dios que está actuando en las reuniones de culto; lo que importa es lo que el grupo responsable por el culto está haciendo para obtener la atención de los incrédulos en la audiencia.
Las iglesias reformadas que propagan la
idea de que el culto del Día del Señor es para Dios, están simultáneamente
adoptando muchas prácticas del culto moderno, y esto no ocurre por accidente.
Ambas se originan sobre la misma teología litúrgica básica porque ambas niegan,
al menos implícitamente, que el culto es ministerio de Dios para nosotros. De
modo más profundo, el problema es que esa perspectiva produce una forma de
culto que no es verdaderamente teocéntrico porque no es centrado en el
verdadero Dios. Esta forma de culto concibe al Dios que adoramos como alguna
especie de potestad oriental, que se sienta en su trono pasivamente, mientras
que su pueblo, reunido abajo, busca desesperadamente su agrado. Dios es de
hecho un Rey exaltado, pero Su realeza no es de este mundo. Él fue levantado en
una cruz, adornado con una corona de espinas. Él Se revela como Rey no al
recibir nuestras dádivas sino al ofrecerse a Sí mismo.
Entrar en Su presencia en busca de
misericordia, recibir sus dádivas, escuchar humildemente Su Palabra y
alimentarse con gratitud en su mesa- esto es genuino teocentrismo cristiano.
8. El día de
reposo se guarda santo para el Señor cuando los hombres, después de la debida
preparación de su corazón y de haber ordenado de antemano todos sus
asuntos cotidianos, no solamente observan un santo descanso durante todo el día
de sus propias labores, palabras y pensamientos1 acerca de sus
ocupaciones y diversiones seculares, sino que también se dedican todo el tiempo
al ejercicio público y privado de la adoración de Dios, y a los deberes
que son por necesidad y por misericordia.2
1. Ex.
20:8-11; Neh. 13:15-22; Is. 58:13,14; Ap. 1:10.
2. Mt.
12:1-13; Mr. 2:27,28.
Confesión Bautista de 1689, Cap. 22 Párr. 8
Soli Deo Gloria