Un amigo y su esposa estaban en un largo viaje. Mientras
ella manejaba, él sacó un libro de su maletín acerca de líderes cristianos del
sigo dieciocho. Lo impresionaron profundamente las cortas y expresivas frases
con que había escrito el autor, la convincente lógica y el penetrante
conocimiento del poder espiritual que obró por medio de Wesley, Whitefield, y
Romaine. Con lágrimas en los ojos cerró el libro, deseoso de experimentar el
mismo poder en la iglesia de hoy. El autor del libro era el santo del siglo
diecinueve, John Charles Ryle.
Con el tiempo se aclaran las cosas: se discierne lo
importante de lo superficial, lo permanente de lo transitorio. Casi todos los
libros publicados en 2006 estarán fuera de circulación en diez años. No
obstante, muchos autores --como Arthur W. Pink y C. S. Lewis, que fueron
relativamente desconocidos en su generación-- han ganado considerable
influencia con el correr del tiempo.
Ryle era un pastor anglicano del siglo diecinueve. J.C. Ryle
nació en Inglaterra en el año 1816. Sus padres fueron John y Susana Ryle. Al
tiempo de su muerte en 1900, era relativamente desconocido más allá de la
Iglesia Anglicana en Inglaterra. Pero desde la muerte de Ryle, sus libros poco
a poco han ganado popularidad. Al escribir un tributo a Ryle en 2002, J. I.
Packer notó que se habían vendido más de 12 millones de los libros de Ryle y
que habían sido traducidos a por lo menos doce idiomas; la cifra sigue
aumentando. Muchos pastores probablemente han leído las obras
más populares de Ryle: Holiness, Five English Reformers, o Great
Leaders of the Eighteenth Century [Santidad, Cinco reformadores
ingleses, o Grandes líderes del siglo dieciocho]. "Cien años más tarde
-escribe un biógrafo-- podemos ver que hubo pocos evangélicos de mayor
influencia en la era Victoriana que el Obispo Ryle."
Ryle fue contemporáneo con Carlos H. Spurgeon, Dwight L.
Moody, George Mueller, y Hudson Taylor. Cuando Ryle tenía 15 años de edad,
Charles Darwin se graduó de Cambridge. Su época fue la de Dickens, de la Guerra
Civil norteamericana, y del Imperio Británico en que nunca se ponía el sol.
¿Quién fue Ryle, y qué pueden aprender los pastores de la
vida de este siervo de Dios?
NIÑEZ Y CONVERSIÓN
Ryle nació en 1816 en Macclesfield, Inglaterra, en una
familia muy acaudalada, élite de la sociedad. Su abuelo acumuló una fortuna,
que dejó como legado al padre de Ryle. John Charles era el hijo mayor, y creció
rodeado de todas las comodidades. Se esperaba que el hijo mayor de una
acaudalada familia inglesa buscara su profesión en el Parlamento, y esa era la
ambición de Ryle.
Ryle asistió a Eton y después ingresó a la Universidad de
Oxford en 1834. Era un excelente alumno que ganó becas y que sobresalía entre
sus compañeros de estudio. Se desarrolló un joven alto y buen mozo, ancho de
hombros, y sobresalió en remo y críquet. Acerca de su masculinidad, más tarde
se escribiría: "Su viril personalidad dominó a dos generaciones de
evangélicos, y marcó indeleblemente a una tercera."
A los 21 años de edad padeció de una prolongada infección
pulmonar. Durante su forzado aislamiento, comenzó a leer la Biblia, algo que,
según admitió, no había hecho en 14 años.
Un domingo durante su convalecencia entró en una iglesia de
Oxford en el momento mismo en que se daba lectura a Efesios 2:8: "Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios". Fue compungido se entregó al Señor, y "desde ese instante,
hasta la última sílaba registrada de esta vida -señala su biógrafo--, no hubo
duda en la mente de John de que la Palabra de Dios es viva y poderosa, y más
aguda que una espada de dos filos".
TEMPRANA CARRERA
Después de su graduación, Ryle estuvo en casa de sus padres
y se preparó para el Parlamento. Una mañana despertó a la súbita e inesperada
noticia de que su padre estaba en ruina. En junio de 1841, el banco de su
padre, imposibilitado de pagar sus deudas, se declaró en suspensión. De la
noche a la mañana, la familia Ryle perdió su magnífica propiedad y toda su
riqueza. Esto afectó a Ryle por el resto de su vida. Más tarde escribió:
"Nos levantamos una mañana de verano con el mundo a nuestros pies, como
siempre, y en la noche nos acostamos totalmente arruinados. Las inmediatas
consecuencias fueron amargas, profundamente dolorosas, y muy humillantes".
Criado en opulencia, Ryle nunca pensó que tendría que
ganarse la vida como gente común. Ahora, por primera vez, el joven Ryle
necesitaba trabajo. Su educación en Oxford y su conversión apuntaban hacia el
ministerio. A los 25 años de edad llegó a ser clérigo en la Iglesia de Inglaterra.
Dios usa el mal para bien.
El obispo de Ryle lo mandó a Exbury. Después, a la edad de
27, fue transferido a una iglesia parroquial en Winchester. Unos cuantos meses
después, fue transferido a Helmingham, hasta mediados de sus años cuarenta.
Helmingham era una parroquia pequeña y tranquila. Allí Ryle pudo dedicar tiempo
a la lectura. Providencialmente descubrió los escritos de grandes líderes
cristianos de siglos pasados que en gran manera influyeron en su posterior
predicación y en sus escritos.
Sus autores predilectos eran hombres del siglo dieciocho,
como Wesley y Rowland; hombres puritanos del siglo diecisiete, como Charnock y
John Bunyan; y los reformadores del siglo dieciséis: Knox, Cranmer, Calvino, y
Lutero. "Sus sermones evangélicos -señala un autor-- basados en un estudio
personal de 'santos' reformadores y puritanos, fueron siempre el corazón de su
ministerio".6
MATRIMONIO Y FAMILIA
Además de los problemas económicos, Ryle soportó la mala
salud de sus dos primeras esposas. A la edad de 29, se casó con Matilda
Plumptre. Después de dos años, ella murió, dejándolo con una pequeña hija a
quien tuvo que cuidar. Después, murieron su madre, su hermano mayor, y una
hermana menor. Se sintió como Job, siendo probado por Dios.
A la edad de 33, se casó con Jessie Walter, una vieja amiga
suya, y de nuevo, reinó la felicidad en su cabaña rural. Después de seis meses
de matrimonio, Jessie desarrolló una prolongada enfermedad de la que nunca se
recuperó. Ryle la cuidó por diez años, a la vez que cuidaba a la creciente
familia (Jessie dio a luz cuatro hijos). Además de este estrés, atendía a sus
responsabilidades pastorales.
Durante estos años, Ryle comenzó a recibir invitaciones a
predicar. Debido a su profundo amor por Jessie, muchas veces viajaba 30 millas
en un carruaje abierto en el crudo frío del invierno en vez de pasar la noche
lejos de ella. A los 43 años de edad de Ryle, Jessie murió. Por segunda vez
enviudó, con cinco hijos a quienes atender.
A la edad de 45, fue transferido a la parroquia de
Stradbroke. Allí conoció a Henrietta Clowes y se casó por tercera vez. A
diferencia de sus otras esposas, Henrietta gozaba de buena salud. Ese matrimonio
fue largo y fructífero. Ella era una buena música, tenía habilidades prácticas,
y era una creyente de profunda fe en el Señor.
SUS ESCRITOS
A pesar de sus problemas, siguió esparciéndose la fama de
Ryle como predicador y escritor. Su ministerio literario comenzó con tratados y
se expandió a libros y comentarios. Escribió su primer folleto acerca de cien
aldeanos que perecieron cuando un puente local se derrumbó. Dios dotó a Ryle
con la habilidad de escribir claramente, de manera sencilla y lógica. Muchos
han tratado de copiar su estilo, pero nadie lo ha dominado.
"A la hora de su muerte --señala Otis Fuller--, el
obispo Ryle había escrito 300 mensajes en forma de folleto. La impresión de los
mismos sobrepasaría los 12 millones y serían leídos en decenas de
idiomas." Con un profundo sentido de responsabilidad para
con acreedores de su padre, Ryle usó todas las regalías para cancelar la deuda
de éste.
Ryle sobresalía al escribir acerca de la historia de la
iglesia. Lo hacía con pasión, como si fuera un testigo. Un admirador dijo que
Ryle escribía historia como un "admirador entusiasta" de
los hombres cuyo perfil esbozaba. Esto era especialmente cierto cuando
describía la vida de mártires o de líderes de grandes avivamientos.
OBISPO DE LIVERPOOL
En 1880, cuando Ryle tenía 64 años de edad, sorpresivamente
el primer ministro lo nombró obispo de Liverpool. El nombramiento sorprendió a
muchos. Ryle ya no era un jovencito, y el gobierno nombraba a pocos evangélicos
para esta posición. Ryle trabajó diligentemente en Liverpool durante 20 años,
haciendo mucho bien por causa del evangelio. Al describir su obispado, G. C. B.
Davies escribió: "En sus relaciones personales combinó una imponente
presencia con la audaz defensa de sus principios en una actitud bondadosa y
comprensiva." Después de la muerte de Ryle en 1900, su
sucesor lo describió como "ese hombre de granito con el corazón de un
niño". Esas palabras resumen perfectamente el carácter y el ministerio de
Ryle.
Ryle es conocido por la naturaleza simple y directa de sus
escritos y por su ejemplo evangélico sin fluctuaciones en un tiempo en el que
se cuestionaba la veracidad y la fiabilidad de las Escrituras. Naturalmente,
debemos advertir a los lectores contra el apoyo que él le dio al bautismo
infantil y sus ideas sobre el gobierno de la iglesia, así como su relación con
el estado. Sin embargo, aunque estas cosas salen a la superficie, no reciben
una atención desmesurada. Por esa razón Ryle fue y es un personaje querido y
aceptado por aquellos que aman la fe reformada y evangélica como la predicó
Whitefield.
LECCIONES DE LA VIDA DE RYLE
El pastor de hoy puede aprender mucho de la vida de Ryle.
Primero, la vida de Ryle recuerda a los pastores que deben atender a los
deberes de la familia. Aunque tuvo una afectuosa e íntima relación con sus tres
hijos, cada uno con el tiempo abandonó la fe de su padre. En su ancianidad,
esta fu sue fuente de mayor tristeza.
Segundo, la vida de Ryle recuerda a los creyentes que a
veces es necesario nadar contracorriente. Ryle era un apasionado evangélico en
una época en que la teología evangélica no era popular en la iglesia anglicana.
Durante su vida, Ryle contendió con el Movimiento Oxford de John Henry Newman,
y la creciente infiltración en Alemania de la teología liberal. Lo hizo con
inalterable lealtad a los principios básicos de las Escrituras: justificación
únicamente por la fe, expiación vicaria, la doctrina de la Trinidad, y la
importancia de la predicación.
Tercero, Ryle dio ejemplo a sus muchos oponentes de la
mansedumbre de Cristo. Asoció sus fuertes convicciones teológicas con amor y
respeto a sus adversarios. Adoptó como lema este antiguo dicho puritano:
"En lo esencial, unidad; en lo secundario, libertad; en todas las cosas,
caridad". Ryle trató de poner por obra estos principios. Algunos de sus
fieros oponentes asistieron a su funeral. A pesar de las diferencias,
expresaron cuánto amor habían sentido de parte de Ryle.
Cuarto, Ryle no trató la historia de la iglesia como algo
trivial. Más bien, profundizó en ella y aprendió de la obra de Dios en
generaciones pasadas. El resultado fue una rica y vibrante fe, precisión
doctrinal, tolerancia de los contrarios, y gran expectativa y deseo de
experimentar de nuevo el poder espiritual de las generaciones pasadas. Ryle
conocía el santo descontento que muchas veces sienten los que estudian la obra
de Dios en la historia.
Quinto, los pastores pueden aprender de Ryle a servir aun en
edad avanzada. En la agenda de Ryle no había lugar para la jubilación. Sirvió
activamente a Dios hasta el fin, y oró para "morir con las botas
puestas". Dios escuchó su oración. Sus mejores y más fructíferos años de
ministerio fueron después de sus 64 años.
Sexto, la vida de Ryle muestra la importancia de perseverar
en medio de las pruebas. Él soportó el colapso financiero de su familia, la
muerte de sus tres esposas, y las constantes críticas de sus teólogos
adversarios. A pesar de esto, aplicó en su vida las disciplinas del Señor y a
través de sus pruebas creció en el "fruto de justicia y paz". En
Ryle, se hizo carne el antiguo dicho puritano: "El que sufre
conquista".
Soli Deo
Gloria