Jesucristo comenzó su ministerio en esta tierra con estas palabras: “…El Tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio.” (Marcos 1:15)
Es urgentemente necesario entender las condiciones e
implicaciones de este breve texto bíblico.
La primera parte del versículo afirma que con la venida de
Jesucristo, el reino de Dios se acercó y comenzó su establecimiento en este
mundo. Por muchos siglos, la humanidad había sido dejada en la ignorancia y
todos los pueblos se desviaron en sus diversas religiones, apartándose más y
más de la Verdad; y el pueblo judío, con el cual Dios por su misericordia se
acercó para hacer un Pacto con ellos, también se mostró infiel, de manera que
solo unos pocos estaban anhelando al Mesías prometido. Entonces Dios, que les
había hablado en el pasado, muchas veces y de muchas maneras por medio de los
profetas, en la consumación del tiempo, envió a Su propio HIJO, al Verbo eterno
y habló por medio de Él. (Hebreos 1:1-2)
Así que, los últimos tiempos comenzaron con el ministerio de
Jesucristo y desde entonces sus seguidores han propagado sus enseñanzas por
todo el planeta, anunciando que Cristo es el Rey y Señor y que debemos
someternos a su Reino.
Sin embargo, los apóstoles también profetizaron que el
evangelio sería tergiversado y manchado por apóstatas, lo cual ocurrió desde
los primeros siglos de nuestra era y es por esta razón, por la cual muchísimos
de los que profesan ser cristianos, ni siquiera conocen de qué se trata el Evangelio.
Pero Dios siempre ha preservado un remanente, que se ha mantenido fiel a las
enseñazas bíblicas, porque Cristo prometió que ni las puertas del infierno
podrían prevalecer contra la iglesia que Él edificaría.
La palabra Evangelio (griego euangelion) significa “buenas
noticias” y era usada en el mundo antiguo por los heraldos que se adelantaban
al ejército vencedor para anunciar al pueblo que la guerra había sido ganada.
El apóstol Pablo resume el Evangelio en la declaración de
que Cristo murió por nuestros pecados, que fue sepultado y que resucitó al
tercer día. (I Corintios 15.3-4), pero ¿en qué sentido esto es una buena
noticia?
Estos datos no pueden ser apreciados como una buena noticia,
mientras el individuo no se percate de cuál es su situación ante Dios y cuán
urgentemente necesita la salvación.
Las personas no se consideran a sí mismos enemigos de Dios y
no sienten que vivan en guerra con Dios. Pero la Biblia afirma que Dios ve a
los hombres como sus enemigos y que está en guerra con nosotros por causa de
nuestro pecado.
Esto es lo que dice la Biblia:
“Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a
todos los que hacen iniquidad” (Salmo 5:5)
“Dios es juez justo, y Un Dios que se indigna cada día
contra el impío”(Salmo 7:11)
“Dios ha mirado desde los cielos para ver si hay alguno que
entienda, alguno que busque a Dios, todos se han desviado, a una se han
corrompido, no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno” (Salmo 53:2-3)
No solo los ateos están en guerra con Dios, todos nos hemos
desviado del camino recto, unos de una manera y otros de otra.
En Edén, Dios expulsó a Adán y Eva de su presencia por causa
de una sola desobediencia y puso querubines para impedirles el acceso al árbol
de la vida y una espada encendida que se revolvía para intimidarles (Génesis
3:24). Desde ese momento toda la raza humana vive en enemistad con Dios.
Nuestros primeros padres fueron expulsados por un solo pecado y nosotros hemos
pecado miles de veces, agravando nuestro merecido castigo.
Cuando llegamos a reconocer esta realidad y la miseria
espiritual en la que todo hombre se encuentra, el Evangelio comienza a tener
sentido.
¡La buena noticia es que hay perdón para el pecador que se
arrepiente y confía en Jesús!
Pero, mientras la persona no sea consciente de la culpa de
su pecado y mientras su conciencia no sea despertada para percibir la grave
situación en la que se encuentra, el Evangelio seguirá siendo incomprensible. Y
esta es una labor que únicamente el Espíritu Santo puede realizar.
La Biblia dice que todos nosotros éramos enemigos pero Dios
ha reconciliado a los creyentes por medio de la muerte de Su HIJO. (Romanos
5.10)
Jesucristo, al morir, experimentó no solo un dolor físico
indescriptible, sino que Dios el Padre descargó en él, todo el peso del castigo
que merecían muchos pecadores y esta fue la pena que lo hizo gritar en la
Cruz “¿por qué me has abandonado?” Dios lo trató a él como al peor de
los pecadores. Sin embargo, una vez que Él realizó esta misión, habiendo
vencido toda su vida contra el pecado, venció también sobre la muerte y fue
exaltado al la diestra del Padre. Desde allí, volverá un día para juzgar a los
vivos y a los muertos y entonces su reino será consumado.
Esta verdad se incluye en los credos de muchas iglesias,
pero no parece haber afectado la vida de sus adeptos. Deberíamos preguntarnos
¿por qué? – Solamente la predicación del Evangelio en el poder del Espíritu
Santo puede llevar a los pecadores a reconocer a Jesús como Señor. (I Corintios
12.3)
La victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte es
la mejor noticia para todo aquel que atienda el llamado al arrepentimiento.
Soli Deo Gloria